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El gobierno puso en marcha la Agencia de Cannabis: «Es una industria que tiene 25.000 aplicaciones distintas»

Cosmética, sector textil, petróleo, fueron algunos de los sectores que nombró el ministro de Economía, Sergio Massa, que encabezó la primera Mesa de Trabajo. Hay empresas estatales, 40 centros de investigación que lo estudian y 45 proyectos de desarrollo que emplearán a 5000 personas.

No hay muchos puntos en los que el gobierno nacional se muestre cohesionado y con fuerza. Solo por eso lo del cannabis ya sería algo para destacar. Pero además, el tema demuestra las múltiples aristas que atraviesan a este producto, y cómo se va dando la transformación social de la mano de acciones políticas. Una frase sirve para ejemplificarlo: este miércoles, en el marco del lanzamiento de la primera mesa de trabajo de la Agencia Nacional de Cannabis, el ministro de Economía, Sergio Massa, enfatizó que ponerla en marcha

«significa iniciar una nueva industria en la Argentina. Una industria que tiene 25.000 aplicaciones distintas».

Sergio Massa

Cosmética, sector textil, petróleo, fueron algunos de los sectores que nombró. Pero el cannabis va mucho más allá, es investigación, salud y derechos humanos. Por eso de la Mesa de Trabajo de la Agencia –»un organismo interministerial que impulsará políticas públicas basadas en la regulación del uso de cannabis medicinal e industrial»–participaron también los ministros de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus; de Salud, Carla Vizzotti; de Seguridad, Aníbal Fernández; el Secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, Juan José Bahillo; y el titular de la Agencia de Cannabis, Francisco Echarren (intendente de Castelli).

Según indicaron, la Agencia Nacional de Cannabis regulará la cadena de producción, comercialización nacional y explotación de la planta de cannabis, su semilla y sus productos derivados para uso medicinal. A su vez, desde la Agencia se extenderán licencias y habilitaciones, y será la encargada de impulsar esta nueva industria que aportará a la economía generando trabajo genuino.

Massa hizo hincapié en que la Agencia “le abre la oportunidad a la Argentina de empezar a recorrer un nuevo camino en términos de industria exportadora a partir de una enorme demanda global. Ya tenemos en demandas desde proyectos y programas de industrialización hasta programas vinculados a lo agroindustrial en la secretaría de Agricultura. Todo eso hay que transformarlo en una industria que genere trabajo, exportaciones a la Argentina y que genere valor”.

Hoy ya existen más de 40 centros de investigación que se dedican específicamente al estudio del cannabis desde la biotecnología hasta diferentes áreas de la salud. Filmus señaló que la Agencia “es una iniciativa que representa la lucha de muchas familias y que se da, también, gracias al trabajo de más de 400 investigadoras e investigadores del Conicet y de las universidades que investigan este tema. La red generó, en momentos difíciles en los que no estaba bien vista la temática, investigaciones muy importantes».

Y destacó la empresa estatal creada entre el Conicet, la Universidad Nacional Arturo Jauretche y el Hospital El Cruce, destinada a desarrollar tecnologías para ser transferidas a pequeños y medianos productores y empresas provinciales, para que no sean solo las grandes empresas las que puedan acceder a las tecnologías de producción. “Para eso está el Estado: para garantizar que el acceso a la salud sea para todas y todos y para generar trabajo, ahorrar divisas, sustituir importaciones y poder exportar con valor agregado”, agregó.

El cannabis también resulta un potencial económico para varias provincias. Es el caso de Jujuy o La Rioja, que impulsa la producción e investigación desde el Estado en asociación con la Universidad Nacional de La Rioja.

Producción estatal de cannabis en La Rioja

Vizzotti remarcó que el trabajo vinculado a la Agencia se trata de “una construcción colectiva, basada en evidencia científica, que sin duda va a favorecer el acceso, la equidad y la calidad de toda el área terapéutica en relación a la salud”. Y enumeró algunos de los avances llevados a cabo, como la creación de la categoría de productos vegetales a base de cannabis para su uso y aplicación medicinal; el trabajo para favorecer el acceso al cannabis medicinal a través del programa REMEDIAR; la producción publica de cannabis medicinal; y los avances para la incorporación del cannabis al Código Alimentario Argentino.

Al referirse a la flamante Agencia, Aníbal Fernández añadió: “desde el Ministerio de Seguridad estamos haciendo algo positivo para apostar y sumar a una política pública que hace muchos años se viene negando, y estamos haciendo lo que tiene que hacer y que en este momento está poniendo las cosas en su lugar, ordenando cada uno de los pasos, incentivando para que los trabajadores sigan trabajando en consecuencia y con resultados positivos para un pueblo que lo reclama”.

La Agencia contendrá toda la cadena productiva del cáñamo y cannabis para uso medicinal e industrial, importación, exportación, cultivo, producción, industrial, fabricación y comercialización, y promoverá la investigación científica y la generación de conocimientos articulado con Universidades Nacionales, Organismos de ciencia y técnica, ONGs.

«La Agencia tiene la misión de constituirse en motor del desarrollo nacional de la cadena productiva y añadir valor agregado, e implica la sustitución de importaciones de insumos y dar un marco normativo a las actividades productivas, que poseen gran potencial de generación de encadenamiento de alto valor agregado», mencionaron en el organismo que también se apoyará y fomentará a emprendimientos, pymes y pequeños productores de un sector.

Actualmente existen 45 proyectos de desarrollo de cannabis en la Argentina que generarán 5000 puestos de trabajo en el primer año de implementación y dinamizarán a las economías regionales.

FUENTE: Tiempo Argentino

Uso del cannabis para la epilepsia refractaria: el 87% de los pacientes redujo sus convulsiones

La cifra surge de un relevamiento de farmacovigilancia realizado en pacientes de 13 instituciones que recibieron durante 6 meses una terapia coadyuvante con Convupidiol, el primer fármaco a base de CBD aprobado por la ANMAT, para la epilepsia refractaria.

El cannabis está cada vez más presente en la sociedad argentina. Avanzan leyes que lo regulan, universidades dictan carreras sobre él, y la medicina ya lo toma (casi) definitivamente como un aliado. Un informe sobre la efectividad del primer medicamento a base de CBD aprobado por la Anmat para tratar la epilepsia refractaria parece confirmar esa decisión: el 87% de los pacientes redujo sus convulsiones.

“El cannabidiol logró mejoría en pacientes que no respondían a otras alternativas terapéuticas”, considera el doctor Diego Sarasola, especialista en neuropsiquiatría y director médico del laboratorio Alef Medical Argentina. La nueva información disponible se desprende de un análisis reciente realizado en 13 instituciones médicas de Argentina referentes en la especialidad.

Aunque se trató de un estudio de farmacovigilancia –para la detección y evaluación de posibles efectos adversos de un medicamento– permitió observar efectos positivos del cannabidiol, una de las principales moléculas derivadas de la planta de cannabis, en personas que padecen epilepsia refractaria, aquellas que no responden al tratamiento con los fármacos conocidos y las dosis indicadas.

Fueron 93 las y los pacientes implicados recibieron durante seis meses Convupidiol, el primer medicamento a base de CBD o cannabidiol aprobado por la Anmat, desarrollado por el laboratorio Alef Medical Argentina. Durante este período, los médicos involucrados llevaron un control de los eventos adversos y de la frecuencia de las convulsiones.

Ahora, en el marco del Día Internacional del Síndrome de Dravet, establecido el 23 de junio para sensibilizar y dar a conocer las particularidades de este tipo de epilepsia que requiere de un control especializado, presentaron los resultados, y los calificaron como “contundentes”. El 87 por ciento de los participantes redujo sus convulsiones; un 7% no tuvo diferencias y solo un 2% aumentó sus crisis. El mínimo porcentaje restante abandonó la medicación. “El siguiente dato auspicioso es que los pacientes con respuestas favorables tuvieron una reducción en promedio de un 60 por ciento de sus episodios, llegando al ciento por ciento en algunos casos”, agregaron.

En cuanto a la seguridad del medicamento, “los efectos adversos fueron esporádicos y leves, como irritabilidad o diarrea, y estuvieron dentro de lo esperado. Los resultados también reafirman la indicación del cannabis farmacéutico para el síndrome de Lennox-Gastaut y en convulsiones refractarias secundarias a esclerosis tuberosas. Estas son las tres especificaciones de la aprobación de la Anmat”.

A diferencia de otras investigaciones, el seguimiento se realizó con menores y adultos. Este punto abre una perspectiva para las personas mayores de edad con este diagnóstico, ya que hasta el momento el uso del cannabis en epilepsia estaba focalizado especialmente en niños.

“Hoy puede decirse que el cannabidiol constituye una alternativa terapéutica en algunos pacientes donde no se lograba el control de sus crisis. Es decir, tiene efectos positivos probados en pacientes que no habían obtenido mejoría con otras alternativas disponibles”, resume Sarasola.

Las virtudes del CBD

Sobre su administración, Sarasola agrega que “hay actualmente racionalidad para pensar el cannabis farmacéutico como un agregado a otras medicaciones anticonvulsivantes. La acción anticonvulsivante no es conocida del todo pero estaría mediada por el sistema endocannabinoide -un mecanismo descubierto recientemente que está presente en todo el organismo y regula una gran cantidad de funciones del organismo- y que reduciría la hiperexcitabilidad neuronal”.

Más allá del estudio, las autoridades recalcaron que es fundamental para un tratamiento médico utilizar exclusivamente un cannabis de calidad farmacéutica, que garantiza buenas prácticas de manufacturas y estabilidad en sus fórmulas, con ausencia de impurezas y sustancias degradantes. “Dos condiciones fundamentales en productos medicinales –resume Sarasola–, además en los desarrollos con esta calidad es posible contar con la certeza sobre la dosis exacta de CBD de su contenido, dado que el efecto terapéutico dependerá de la adecuada concentración de esta molécula”.

Al mismo tiempo, tienen asegurados porcentajes extremadamente bajos de THC, con lo cual se avala la ausencia de efectos psicoactivos y sus riesgos por el uso en niños. Convupidiol presenta 100 miligramos por mililitro de CBD de máxima pureza y también cuenta con certificación GMP -good manufacturing practices o buenas prácticas de manufactura-, emitida por la autoridad europea competente.

“Los aceites artesanales, en cambio, pueden perseguir un objetivo de mejorar la calidad de vida, pero no cumplen con los requisitos de eficacia de un fármaco”, sostuvo la médica británica Helen Cross, presidente de la Liga Internacional contra la Epilepsia, durante el congreso de 2020 de esta especialidad.

“El cannabis de uso farmacéutico no debe estar disociado de cualquier otra molécula. Esto implica evidencia médica de calidad y uso para indicaciones claras y precisas”, mencionó Patricia Saidón, médica especialista en neurología y miembro del Comité Central de Ética en Investigación de la Ciudad de Buenos Aires.

El cannabis no es solo una novedad auspiciosa en el tratamiento de las epilepsias más difíciles. Se amplía a otras facetas que ayudan a la calidad de vida de la persona. “Hay estudios e indicios –concluye Sarasola– que muestran un escenario prometedor sobre otras patologías y síntomas, como algunos tipos de dolor”.

FUENTE: Tiempo Argentino

Un primer paso académico para el cannabis medicinal

Marcelo Morante habla sobre los alcances de la diplomatura que comenzará a dictarse en la Universidad Arturo Jauretche.

Con gran afluencia de inscriptos, la Universidad Nacional Arturo Jaureche comenzó a dictar esta semana la Diplomatura en Cannabis y sus Usos Medicinales, a partir de un convenio entre el Ministerio de Salud, el Conicet y el Hospital “El Cruce Dr. Néstor Carlos Kirchner”, de Florencio Varela. Tiempo dialogó sobre esta iniciativa con el profesor, médico y especialista en la materia, Marcelo Morante, quien coordinará junto a Silvia Kochen, integrante de la Red de Cannabis y del Conicet, el flamante curso.

“Considero a la educación como una estrategia transformadora. Más allá de que soy médico y qué formo médicos, creo que la capacitación y el conocimiento tienen que tener un impacto en la sociedad; y esto que iniciamos no tiene que servir solo para un desarrollo farmacéutico, sino para acompañar procesos sociales”, explica Morante, quien desde 2013 impulsa espacios académicos en los que se aborda el estudio de los aspectos terapéuticos del cannabis.

–¿En qué se diferencia esta diplomatura de otros cursos, incluso universitarios?

–Viene a consolidar esta idea de que el Estado presente debe acompañar este proceso con un producto de calidad. Hay una expectativa muy alta respecto al uso terapéutico del cannabis, a la vez que hay mucho conocimiento de la sociedad, y nos parecía que había que fortalecer estos canales de comunicación y la información en una diplomatura que contuviera a todos los actores. Soy director del curso de posgrado “Endocannabiología y usos medicinales del cannabis” en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata, en la cátedra de Farmacología, pero allí me dirijo solamente a esos alumnos. En este escenario vamos a tener un desafío más profundo.

–¿Qué tipo de perfil tienen los inscriptos?

–Es para la población en general, aunque habrá integrantes de organizaciones civiles, cultivadores, profesores universitarios, científicos, bioquímicos, médicos, docentes, aquellos que quieren hacer desarrollos productivos, también hay intendentes de distintos municipios, abogados, emprendedores, miembros de organismos vinculados con la ciencia y la técnica, como el Conicet. Está dirigido a todos aquellos que de alguna forma están interesados en la temática. De estas áreas también provienen quienes estarán al frente de las clases. El cannabis exige la necesidad de esa convivencia en donde todos tienen algo que decir.

–Se ve un gran espaldarazo de los organismos públicos.

–Es una política de Estado. La ministra Carla Vizzotti busca ese camino de consenso. Más allá de que (el THC) sea una molécula controversial, este acompañamiento se planteó como estratégico. La diplomatura consolida un aspecto central de la Ley 27.350, que es la capacitación.

–¿Cómo se construyó el temario de la diplomatura?

–Fue un trabajo mancomunado. Se tomó mucho de lo hecho por la red que encabeza la doctora Kochen desde el Conicet, con aportes del Ministerio de Salud, algo muy lógico porque venimos trabajando con ellos desde hace años. Son los mismos actores que nos dieron insumos para desarrollar la reglamentación de la ley y nos brindaron nuevas miradas sobre el cannabis. Fue también un ejercicio de contener a la sociedad, porque de la sociedad surgieron también las soluciones a las dificultades que se fueron presentando.

–Hay un proyecto de ley que espera sanción definitiva en el Congreso para regular también el cáñamo industrial. ¿Está contemplado en la diplomatura?

–Para uno de los módulos está convocado el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y los diputados que dieron origen a ese proyecto. Creemos qué el desarrollo productivo industrial es parte de un mismo proceso integral respecto de cómo miramos a la planta.

–Este es un punto de partida. ¿Cómo imagina que puede seguir este tema vinculado con la academia?

–Tengo muchas expectativas. Ojalá sea un primer paso de muchos otros que tenemos que dar, porque así como apuntamos a esta diplomatura como una etapa de vinculación con la sociedad en general, posteriormente esto debería ir escalando para llegar a la sociedad científica, y a médicos que tengan un uso más específico de esta temática. Me parece que va a dar origen a otras miradas y capacitaciones cada vez más específicas.

FUENTE: Tiempo Argentino

Prohibido por Videla, el cáñamo regresa y quiere ser industria

La dictadura lo incluyó en la lista de drogas y frenó un cultivo que se usaba en suelas de alpargatas y materiales para la construcción. Junto al de cannabis medicinal, hay un proyecto para habilitar los múltiples usos de esta planta. Historias de emprendedores que ya arrancaron.

(Foto: Pedro Pérez)

La Argentina está a punto de retomar un camino que nunca debió haber abandonado: el cultivo de cáñamo para fines industriales, prohibido desde 1977 cuando el dictador Jorge Rafael Videla lo incluyó en la lista de drogas, a pesar de que la ONU lo había desconsiderado como tal 16 años antes.

Con gran expectativa, los emprendedores que usan esta materia prima –que paradójicamente se puede importar como cualquier otra commodity– esperan que el gobierno avance con un proyecto de ley que brinde un marco legal al proceso desde la siembra. Todas las fuentes consultadas coinciden en señalar que el país está ante una oportunidad única para desarrollar los diferentes usos de la planta.

Hace más de 40 años, coexistían empresas como la Algodonera Flandria y la Linera Bonaerense, que fabricaban suelas de alpargatas y materiales para la construcción en base a cáñamo. En la apertura de sesiones ordinarias del Congreso de este año, Alberto Fernández adelantó que el país volvería a esa senda. «El cannabis tiene propiedades de gran utilidad con fines medicinales e industriales», precisó el presidente. Explicó que la industria mundial del cannabis medicinal triplicará su volumen de negocios en los próximos cinco años, y agregó la posibilidad de explotar sus otros usos industriales.

Pablo Fazio, presidente de la Cámara Argentina del Cannabis (ArgenCann) y director de Pampa Hemp, considera este hito como “un paso hacia adelante. El cáñamo es bueno para el país. Queremos que la planta viva en la Argentina, que se convierta en un material más, poder registrarlo, que se capitalice ese trabajo y ese compromiso. Tenemos variedades nativas prexistentes”. El tipo de cáñamo que se utilizaría en el país contiene menos de 1% de THC, el principio psicoactivo, y básicamente lo que se usa es el tallo de la planta.

“Dejando de lado los beneficios terapéuticos, que son infinitos, el uso industrial es enorme”, explica Fazio, y enumera su aplicación en “alimentos, bebidas, para uso veterinario, en la bioconstrucción porque reemplaza a los ladrillos o los pisos flotantes de madera prensada, y hasta puede ser insumo para el biocombustible. Queremos que sea de producción extensiva, como las oleaginosas o forrajeras”.

Las Cañameras 420

El cubano Valery Martínez Navarro eligió quedarse en la Argentina hace unos 22 años. Se dedica al diseño y a la confección de calzado, pero sobre todo es un activo militante de Acción Cannábica. Recibe a Tiempo en su taller del barrio porteño de Monserrat, donde fabricó las primeras zapatillas en base a este noble producto. «Las Cañameras» fueron lanzadas oficialmente el 20 de abril, una jornada conocida como 420 en el ambiente cannábico, en la que se visibiliza la lucha por la legalización total de la planta.

Junto con otro compañero de causa, Flecha Correa, comenzaron a buscar los recursos para hacer este sueño realidad: así fue que desde Proyecto Cáñamo le acercaron un mantel, que hace 30 años había llegado como un regalo a una familia, y que se convirtió en la materia prima de las primeras Cañameras.

“Decidí probar con este metro cuadrado de lona que generosamente me acercaron y salió la primera muestra. Estamos ultimando detalles, pero para la semana que viene ya tenemos que entregar pedidos”, se entusiasma Valery, quien sueña con que en el mediano plazo el 100% de las zapatillas provenga del cáñamo, “pero por ahora no podemos porque se necesita una industria nacional detrás, para que los diferentes derivados se puedan desarrollar acá: desde la lona, la goma, las bases para el calzado, cordones o algún tipo de cuero”.

Este trabajo colaborativo se puede encontrar en la web de Planeta Cannabis, donde hay más material temático. “Debemos estudiar más todo lo que nos provee esta planta y aprovechar las posibilidades que nos regala para tener una calidad de vida mejor”, asegura el artesano cubano.

Mariano Percivale es diseñador industrial. Tiene 31 años y hace ocho empezó a fabricar lentes de madera con su empresa Gaia Eyeswear. Tuvo la posibilidad de conocer y trabajar con fibras de cáñamo y no se separó más de ellas. “Automáticamente pensé que lo tenía que aplicar en los lentes”, dice, mientras continúa investigado las propiedades del material y lo proyecta en futuros productos.

“Me encontré con un mundo que no pensé que existía. Reunía lo que siempre quise: poder hacer un cambio social real respetando al medio ambiente.»

Mariano Percivale

Ya exportamos a Barcelona, Holanda, Ecuador, Colombia, Chile y Uruguay. Y queremos concientizar sobre la sustentablidad. Con mi marca y los compañeros de Proyecto Cáñamo abogamos por la industria nacional y que se pueda generar manufactura, puestos de trabajo, inversión, innovación tecnológica”, puntualiza Mariano, y razona: “Además, trae dólares genuinos y provoca un círculo virtuoso en la economía”.

En estos días, Mariano relanzará su catálogo de lentes elaborados con una tecnología más precisa que le permitirá producir una mayor cantidad de unidades e incluso mejorar la calidad. “Cuando te das cuenta de que la huella de carbono y la huella hídrica son prácticamente nulas, notás que se puede hacer un cambio sin precedentes”, concluye.

(Foto: Pedro Pérez)

“La soja moderna”

El fundador de Stay True Organic, Martín Alonso, está vinculado hace décadas a la industria textil y llegó a trabajar para grandes marcas. Sin embargo, con el tiempo advirtió que el proceso tradicional era «muy perjudicial para el planeta». Así fue «descubriendo distintas variedades de fibras naturales, basándonos en el algodón orgánico», cuenta Martín, quien lamenta que «en esto, el país tiene un atraso tremendo. No cultiva de forma sustentable y además la textil es una industria muy contaminante».

A partir de esa toma de conciencia, desde 2014 trabaja junto a la comunidad Qom de Campo Medina, en la provincia de Chaco, en la elaboración de algodón biodinámico, a la vez que investiga “otras alternativas como el bambú y el cáñamo que, si bien está prohibido, decidimos avanzar. Con muchas idas y vueltas, claro, porque no somos una ONG y necesitamos facturar para poder hacer las cosas”, añade.

Para sus productos, la empresa importa telas e hilados de cáñamo y hace unas semanas, para abaratar costos, junto con otros 50 emprendedores de todo el país realizaron una compra colectiva a la India para que envíe toneladas de la materia prima, que estarían llegando el mes que viene.

Martín analiza que simplemente hace falta reemplazar la ley de la dictadura y tratar al cáñamo como cualquier cultivo tradicional, con sus controles correspondientes: “Es la nueva soja de la modernidad”, dice, al tiempo que reconoce que está todo por hacerse “para desarrollar esta industria: innovar, automatizar el trabajo, capacitar. Se viene algo muy interesante y ojalá que podamos aprender de los errores pasados, donde la agricultura familiar cobra una miseria y no fue incorporada realmente al proceso productivo”.

(Foto: Pedro Pérez)

En febrero, unas semanas antes del anuncio de Alberto Fernández en el Congreso, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, se había reunido con las diputadas Carolina Gaillard y Mara Brawer y la senadora Anabel Fernández Sagasti, quienes habían presentado iniciativas para habilitar y desarrollar el uso del cannabis medicinal y el cultivo de cáñamo industrial, pero por separado. Algo que, entienden los emprendedores, agilizaría su concreción.

“Mi proyecto fue trabajado el año pasado en conjunto con el Ministerio de Agricultura y establecía que se autorizaba la importación de semillas, la comercialización y el cultivo para los distintos fines industriales que tiene la planta”, explica Brawer, quien planteó la intervención del Instituto Nacional de Semillas. La iniciativa cuenta con el apoyo de los distintos bloques pero su tratamiento quedó pendiente a la espera de un proyecto oficial que incluya también el cannabis medicinal. “Le hicimos muchos comentarios al borrador que planteó Kulfas y estamos esperando una devolución”, continúa la legisladora.

Por su parte, Gaillard aclara que la idea es crear una agencia que regule ambas cuestiones de manera autónoma. “En dos o tres semanas se podría presentar el proyecto final”, adelanta, y confía: “Está la decisión política de nuestro presidente y de las provincias para avanzar. Detrás hay un montón de inversores pequeños, medianos y grandes, a los que hay que dar un marco legal definitivo”.

Acuerdo por las semillas

La ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, y su par de Agricultura, Luis Basterra, firmaron una resolución conjunta que permitirá la inscripción de semillas de la especie Cannabis Sativa L. para uso medicinal y de investigación en el Registro Nacional de Cultivadores.

El acuerdo también fue rubricado por el presidente del Sistema Nacional de Semillas (INASE), Joaquín Serrano, ya que ese organismo se encargará de avanzar en la estandarización de las genéticas obtenidas y someterlas a certificaciones nacionales para su utilización como insumos en la producción de cultivos controlados, lo cual tendrá efectos en la seguridad y calidad de los productos utilizados en el ámbito medicinal, además de evitar el mercado ilegal. Hoy, hay diferentes organismos académicos, universidades y centros de investigación asociados que llevan a cabo estudios relacionados.

Ventajas

Entre otros beneficios, el cáñamo se utiliza para remediación de suelos, no necesita de la aplicación de agroquímicos para su desarrollo, sustituye productos de madera y plástico cuya explotación produce daños irreversibles en el medio ambiente, genera biomasa y puede ser usado como material similar al concreto, ya que es más liviano y resistente al fuego y la humedad. Todo eso, además de los usos vinculados al ámbito textil y la celulosa.

FUENTE: Tiempo Argentino

Javier Parbst: “Necesitamos terminar con la persecución a los cultivadores de cannabis”

El concejal del Frente de Todxs expresó su repudio a la detención de una usuaria terapéutica de cannabis en la Comisaría de la Mujer en Ricardo Rojas y reclamó que jueces y fiscales se capaciten en las nuevas normas a nivel nacional, provincial y municipal.

En Tigre tenemos una vecina detenida hace casi 4 meses por cultivar. Stella Maris Nuñez, de 48 años, utiliza el cannabis medicinal para paliar los dolores provocados por la esofagitis, hernia hiatal y gastritis que padece hace años. En la actualidad, se encuentra enferma y presa en la Comisaría de la Mujer en Ricardo Rojas. Quien lleva la causa es el fiscal de drogas ilícitas de Tigre, Federico González.

“La causa es una parodia tragicómica a la cual tuvimos acceso, se basan en mensajes de whatssap que no revelan nada cercano al narcotráfico, hablan de que alguien sale de la casa y se mete la mano en los bolsillos. Detienen a un amigo del hijo a tres cuadras con un porro. Los testigos fueron llevados por policías que intervinieron en la investigación”, expresó el concejal Javier Parbst, quien promovió y logró aprobar una ordenanza que regula el cannabis medicinal en Tigre.

“Realmente la causa se basa solo en la estigmatización. En el allanamiento no encontraron ni balanza ni dinero, que haría pensar en narcotráfico”, agregó el edil.

La denuncia que generó la investigación judicial fue realizada por su ex pareja, quien se encuentra detenido en el Penal N °9 de La Plata por violencia de género, denunciado en reiteradas ocasiones por Stella, quien sufrió incluso fractura de cráneo por sus agresiones.

Además de ser una usuaria terapéutica, Stella es una reconocida cultivadora solidaria en Tigre e integrante de la Agrupación Cannabicultores Del Norte, quienes producen aceites y cremas para repartir de manera gratuita a usuarios sin recursos.

La detención de Stella fue el 26 de noviembre, dos semanas después que el Poder Ejecutivo Nacional publicó la nueva reglamentación de la Ley de Cannabis Medicinal, que habilita el cultivo personal, solidario y colectivo con fines terapéuticos. Sin embargo, es necesario inscribirse en un Registro y todavía no ha sido puesto en funcionamiento por el Ministerio de Salud de la Nación.

Es decir que mientras avanzan las legislaciones a nivel municipal, provincial y nacional, continúa la persecución a los cultivadores y cultivadoras.

“La justicia sigue actuando contra los cultivadores como si fueran delincuentes. Esto tendrá que cambiar con fiscales aplicando la ley como se debe aplicar y no como ahora”, agregó Parbst.

“Es una injusticia, necesitamos cultivar. No más presos por plantar”, reclama Stella desde su lugar de detención.

PRENSA PERONISMO REVOLUCIONARIO EN TIGRE

www.javierparbst.com

¿Se viene la industria nacional de cannabis medicinal?

El presidente Alberto Fernández adelantó que enviará un proyecto de ley para darle impulso. Generaría, además de acceso a productos nacionales, empleos. Santa Fe intentó 3 veces hacerlo durante el macrismo y en Jujuy ya hay una plantación. Uruguay y Canadá, dos modelos a mirar.

¿Se viene la industria nacional de cannabis medicinal?

A mitad de discurso en el Congreso Alberto Fernández elige adelantar 6 proyectos que enviará a debate en 2021. Habla de los pilares de un gran proyecto nacional de desarrollo e inclusión social.

El primero es incentivar la fabricación de autos eléctricos.

El segundo es meter mano a los impuestos para atraer inversiones a las automotrices.

El tercero viene con una estadística a rastrear.

“La industria mundial del cannabis medicinal triplicará su volumen de negocios en los próximos 5 años”

Alberto Fernández

dice el presidente y confirma que mandará un proyecto para cultivar cannabis a escala industrial en Argentina. La idea está en la ley, ya avanzó con una plantación grande en Jujuy y en Santa Fe tenían apuntado un predio para cosechar.

El anuncio de Fernández llega a una semana de que las organizaciones cannábicas del país reclamasen al gobierno nacional por la apertura del ReProCann, el Registro del Programa de Cannabis, donde deben inscribirse las personas que necesitan cultivar para estar protegidas de allanamientos violentos, causas judiciales absurdas y sobre todo, acceder a una forma de mejorar su calidad de vida negada por la floja reglamentación de la ley durante el macrismo.

Desde la ley aprobada en 2016 hacerse de los aceites de cannabis, unas de las formas más habituales del uso medicinal, es difícil. Hasta que ReProCann esté en marcha con las nuevas pautas de la reglamentación, solo pueden ser recetados en casos de epilepsia refractaria.

No hay un producto hecho en Argentina. Son importados a costo de dólar y quienes trabajan en la salud no terminan de amigarse con los preparados. Igual, la demanda de los frasquitos creció por los buenos resultados clínicos, el boca a boca y el espaldarazo de activistas y profesionales a la planta.

Solo como ejemplo, en 4 años se triplicó la cantidad de testeos de aceites en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Las personas querían y quieren saber qué hay en los preparados para mejorar tratamientos y no ser víctimas de oportunistas en un mercado no regulado.

Desde la ley de 2016 solo Jujuy, con el gobernador macrista Gerardo Morales a la cabeza, logró armar una empresa estatal para plantar y producir. El 14 de noviembre de 2018 en el Boletín Oficial de esa provincia confirmaban que era el primer distrito de la Argentina en crear una empresa del Estado para cultivar y producir aceite de cannabis medicinal.

La firma, Cannabis Avatara, dará los permisos para plantar y fabricar los productos por 99 años. Entre las primeras estuvo la prueba piloto en la finca de 15 hectáreas de El Pongo, a 25 kilómetros de San Salvador. Es el primer paso de un plan de cultivo industrial que, según declaró Gastón Morales, hijo del gobernador, se extenderá a 500 hectáreas en 5 años.

El gobierno de Santa Fe intentó tres veces y de tres formas distintas dar acceso al cannabis medicinal produciendo a gran escala. Todas fueron a través del LIF, uno de los laboratorios que, según la última reglamentación de la ley, tendrán prioridad para producir al estar dentro de la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (Anlap).

La primera propuesta fue trabada por el Ministerio de Seguridad de la Nación cuando negaron el ingreso de 50 kilos de flores desde Uruguay para hacer los aceites en la capital santafesina.

La segunda fue la de plantar en un predio del INTA cerca de la pequeña localidad de Ángel Gallardo.

La tercera, fue importarlo a granel y fraccionarlo. Ninguna consiguió el okey de Nación, aún cuando significaba gastar un tercio de lo que cuesta importar el producto.

Mirando el globo

Si bien desde hace años la industria del cannabis medicinal y no medicinal existe, el escenario productivo mundial dio un giro en diciembre cuando la ONU cambió la clasificación del cannabis en la lista donde se organizan las drogas según su peligrosidad.

Por 59 años estuvo etiquetada por la Convención de 1961 –el primer tratado internacional de drogas de la historia– junto a la cocaína, morfina, metadona, heroina y opio. Todas, siempre esa definición de 1961, tienen un potencial adictivo y deben tener un control estricto.

Era una invitación a prohibir tenencia, producción y cerrar casi la puerta a las investigaciones médicas por nuevos usos.

No todos los países escucharon. Además de la demanda de salud, los números estaban a favor de la investigación, patente y producción de la planta y sus derivados.

En el continente americano Uruguay y Canadá son ejemplos. En ambas el uso adulto, ya sea medicinal o no, está regulado.

Uruguay puso un límite a cantidad y controla a las empresas que producen y venden para garantizar calidad y cuidar a las más de 53 mil personas registradas que acceden al cannabis.

Desde 2017 hay 15 firmas dedicadas en su mayoría a salud humana y animal, más una que produce yerba mate. No es la única forma de llegar al cannabis. Pueden cultivar en sus casas o en los clubes de cultivo, siempre y cuando estén en el registro.

Canadá legalizó en 2015 y desde entonces intenta arrebatarle una tajada más grande al mercado negro. Según Imer Flores escribió en su libro 4 20 Momento de regular la cannabis y reveer la política de droga en México y en el Mundo, eso significó también crear nuevos empleos.

En 2020 hay más de 300 nuevas empresas con 900 personas produciendo en Canadá. En el estado de Alberta, uno de los que tienen más personas consumiendo, 2019 cerró con ventas cercanas a los 30 millones de dólares. Ahí controlan el proceso, la distribución y la venta, como cualquier otro producto. Entre las restricciones, no pueden llegar a menores de edad.

Con los impuestos de las ventas, el Estado canadiense elige qué hacer. Una buena parte, siempre según Flores señala en su libro, va a políticas de salud en general. Otra parte, y definido por ley, va a tareas de prevención y evitar consumo en menores de edad. Y también para tratar a quienes tienen consumos problemáticos, algo que las autoridades estudian para confirmar si aumentaron o no después de la regulación.

Un futuro donde el Estado plante y deje plantar

Mientras avanzan proyectos de cultivo comunitario, registros municipales y proyectos de ley de autoabastecimiento la decisión de producir cannabis, que también tiene sus variables en la industria textil y de la construcción, parece un paso fundamental para garantizar el derecho a la salud.

También, una forma de dinamizar una economía que ve venir el post covid-19. Y más si redireccionan los recursos económicos destinados a perseguir pequeños consumidores. En 2019 la organización Reset calculó que cada causa judicial contra una persona a la que le encontraron poca cantidad de marihuana, cocaína o pastillas costaba unos 2 mil dólares al Estado.

FUENTE: El Ciudadano

Por Agustín Aranda