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Svampa: “Es un error creer que con el extractivismo vamos a reducir las desigualdades”

12 octubre, 2020dn

Junto con Enrique Viale, la socióloga acaba de editar “El colapso ecológico ya llegó”, donde propone un pacto ecosocial y señala el modo como la pandemia desenmascaró los daños producidos en el planeta por el capitalismo actual.

En el libro “El colapso ecológico ya llegó“, Maristella Svampa y Enrique Viale develan cómo la irrupción de la pandemia desenmascaró los daños provocados a nivel mundial por un modelo de desarrollo hegemónico que de la mano del extractivismo y la destrucción de los territorios, derivó en una mayor contaminación del planeta y en un incremento de las desigualdades sociales.

El libro, editado por Siglo XXI, cuestiona el capitalismo neoliberal extremo, recorre los intentos frustrados de las diferentes Cumbres de Cambio Climático por reducir los gases del efecto invernadero, y ofrece un panorama acerca del impacto que el extractivismo y el agronegocio han tenido a nivel mundial y puntualmente en Argentina, que al igual que en el resto de América Latina en vez de reducir las desigualdades sociales las incrementaron, según Svampa.

En diálogo con Télam, la socióloga e investigadora del Conicet propone junto a Viale un pacto ecosocial y económico que “avance en un plan climático global orientado a las energías limpias y renovables”, que contempla el impuesto a la riqueza, el no pago de la deuda externa y un ingreso universal ciudadano.

“Los pasivos ambientales se socializan mientras las grandes ganancias de las empresas se privatizan.”

Maristella Svampa
Télam: ¿Por qué considerás que la irrupción de la pandemia es una oportunidad para llevar a un cambio del sistema capitalista neoliberal?

Maristella Svampa: Hay una falsa oposición entre lo social y lo ecológico o ambiental. Esto es algo que recorre America Latina, no solo la Argentina y que, en el marco del ciclo progresista, se buscó instalar para justificar la destrucción de los territorios y el extractivismo en nombre de la reducción de las desigualdades. 

Sin embargo, al final del ciclo progresista hemos visto que la desigualdad no se redujo. 

Según datos de Oxfam, el crecimiento económico que se obtuvo en América Latina entre 2002 y 2015, al calor del boom de los comodities fue capturado principalmente por los sectores más ricos de la sociedad: los llamados superricos incrementaron su fortuna en un 21 por ciento, mientras que el crecimiento del PBI fue del 3,5 por ciento en la región. 

Así, hay un intento de instalar esta falsa oposición entre lo social y lo ambiental, cuando lo que vemos es que, además de no haber transformado la estructura productiva, ya que las economías más bien se reprimarizaron, no se redujo la desigualdad; por otro lado, aquellos que son más impactados por los modelos de maldesarrollo, del extractivismo y el cambio climático son los sectores más vulnerables.

“Hay una coincidencia entre el mapa de la contaminación ambiental, y el mapa de la pobreza”

MARISTELLA SVAMPA

Hay una coincidencia entre el mapa de la contaminacion ambiental, y el mapa de la pobreza. Basta con ir a la zona del Riachuelo donde están instaladas una serie de industrias altamente contaminantes que producen sufrimiento ambiental en las poblaciones más pobres, o ver lo que sucede con la explotación petrolera en Neuquén y los impactos sociosanitarios sobre las comunidades mapuches; los impactos de la minería en Jujuy o en Catamarca. 

Ahí podemos ver cómo claramente los pasivos ambientales se socializan mientras las grandes ganancias de las empresas se privatizan. Esta es la lógica del extractivismo en América Latina y Argentina. Sería un error creer que, reactivando la economía de la mano de más extractivismo, vamos a lograr reducir las desigualdades.

T: En el libro abordan los fracasos de las COP que buscaron comprometer a las grandes potencias con la reducción de la emisión de los gases del efecto invernadero. ¿Cuál sería la estrategia global para arribar a un modelo de energías limpias y sustentable en el tiempo?

M.S: Hay que reinventar el multilateralismo sobre nuevas bases; sobre la solidaridad, la interdependencia; el reconocimiento de la deuda ecológica y social que el Norte tiene en relación al Sur, sobre la necesidad de una transición justa en términos geopolíticos. 

La reinvención del multilateralismo debe partir de un cuestionamiento muy radical del rol de la Organización Mundial del Comercio, que es responsable de haber consolidado esta globalizacion neoliberal depredadora, que afecta muy particularmente a países del Sur. 

Debemos avanzar hacia un multilateralismo que tome el toro por las astas y avance en un plan climático global orientado a las energías limpias y renovables, que se acople con las agendas regionales y nacionales, sin lo cual sería muy difícil avanzar en la transformación tan radical que requiere esta hora tan dramática. 

En América Latina también ha sido muy pobre el rol de las instituciones regionales. 

El escenario regional está muy fragmentado, los gobiernos tienen diferentes orientaciones y el final del ciclo progresista no ha sido reemplazado por otro tipo de hegemonía, sino más bien por una fragmentación política regional que no coadyuva a la integración regional. Sería necesario avanzar en proyectos de cooperación regional en pos de una agenda de transición.

“Hay una falsa oposición entre lo social y lo ecológico o ambiental”,

MARISTELLA SVAMPA
T: Una de las propuestas que se plantea para sanear la situación de pobreza de grandes sectores de la población argentina es un pacto ecosocial y económico que, entre otras cosas, incluya un impuesto a las grandes fortunas. ¿En qué medida creés posible esta propuesta si la oposición política busca frenar en este momento un aporte solidario de los dueños de las grandes fortunas por única vez?

M.S: Proponemos un pacto ecosocial y económico desde Argentina, y en clave latinoamericana también. El pacto ecosocial e intercultural del Sur es promovido por activistas y organizaciones sociales de diferentes países, como Colombia, Ecuador, Bolivia, Brasil, Perú, Chile, además del nuestro.

Buscamos instalar una plataforma común, desde la cual avanzar con otra agenda de la mano de conceptos-horizontes que se pergeñaron al calor de las luchas ecoterritoriales, feministas, indígenas y campesinas. 

Creemos que en esta encrucijada civilizatoria es necesario disputar sentidos, plantear alternativas desde las cuales sea posible construir una sociedad solidaria, democrática, resiliente, en una línea que articule la justicia social con la justicia ambiental.

Por supuesto que resulta difícil instalar una agenda de este tipo en un contexto de gran crisis económica. Mirando lo que hace este gobierno, hay que decir que estamos lejos de apuntar a una agenda de cambio, el gobierno está pensando en reactivar la economía con más extractivismo y eso es muy negativo.

Planteamos una agenda integral, que suministre respuestas desde lo social, a través de una reforma tributaria estructural que revierta las inequidades y a través de un ingreso universal ciudadano. 

En ese marco, apoyamos el impuesto a la riqueza, el cual no debe ser extraordinario, y al que deben sumarse otros impuestos. 

Sabemos que hay una gran renuencia de los sectores más ricos a colaborar de manera solidaria en este contexto de crisis, pero también me preocupa que el gobierno proponga utilizar el 25% de lo recaudado de este impuesto a la riqueza para promover el gas del fracking. Eso me parece descabellado.

FUENTE: Télam

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Svampa: «Es un error creer que con el extractivismo vamos a reducir las desigualdades»

Junto con Enrique Viale, la socióloga acaba de editar «El colapso ecológico ya llegó», donde propone un pacto ecosocial y señala el modo como la pandemia desenmascaró los daños producidos en el planeta por el capitalismo actual.

En el libro «El colapso ecológico ya llegó«, Maristella Svampa y Enrique Viale develan cómo la irrupción de la pandemia desenmascaró los daños provocados a nivel mundial por un modelo de desarrollo hegemónico que de la mano del extractivismo y la destrucción de los territorios, derivó en una mayor contaminación del planeta y en un incremento de las desigualdades sociales.

El libro, editado por Siglo XXI, cuestiona el capitalismo neoliberal extremo, recorre los intentos frustrados de las diferentes Cumbres de Cambio Climático por reducir los gases del efecto invernadero, y ofrece un panorama acerca del impacto que el extractivismo y el agronegocio han tenido a nivel mundial y puntualmente en Argentina, que al igual que en el resto de América Latina en vez de reducir las desigualdades sociales las incrementaron, según Svampa.

En diálogo con Télam, la socióloga e investigadora del Conicet propone junto a Viale un pacto ecosocial y económico que «avance en un plan climático global orientado a las energías limpias y renovables», que contempla el impuesto a la riqueza, el no pago de la deuda externa y un ingreso universal ciudadano.

«Los pasivos ambientales se socializan mientras las grandes ganancias de las empresas se privatizan.»

Maristella Svampa
Télam: ¿Por qué considerás que la irrupción de la pandemia es una oportunidad para llevar a un cambio del sistema capitalista neoliberal?

Maristella Svampa: Hay una falsa oposición entre lo social y lo ecológico o ambiental. Esto es algo que recorre America Latina, no solo la Argentina y que, en el marco del ciclo progresista, se buscó instalar para justificar la destrucción de los territorios y el extractivismo en nombre de la reducción de las desigualdades.

Sin embargo, al final del ciclo progresista hemos visto que la desigualdad no se redujo.

Según datos de Oxfam, el crecimiento económico que se obtuvo en América Latina entre 2002 y 2015, al calor del boom de los comodities fue capturado principalmente por los sectores más ricos de la sociedad: los llamados superricos incrementaron su fortuna en un 21 por ciento, mientras que el crecimiento del PBI fue del 3,5 por ciento en la región.

Así, hay un intento de instalar esta falsa oposición entre lo social y lo ambiental, cuando lo que vemos es que, además de no haber transformado la estructura productiva, ya que las economías más bien se reprimarizaron, no se redujo la desigualdad; por otro lado, aquellos que son más impactados por los modelos de maldesarrollo, del extractivismo y el cambio climático son los sectores más vulnerables.

«Hay una coincidencia entre el mapa de la contaminación ambiental, y el mapa de la pobreza»

MARISTELLA SVAMPA

Hay una coincidencia entre el mapa de la contaminacion ambiental, y el mapa de la pobreza. Basta con ir a la zona del Riachuelo donde están instaladas una serie de industrias altamente contaminantes que producen sufrimiento ambiental en las poblaciones más pobres, o ver lo que sucede con la explotación petrolera en Neuquén y los impactos sociosanitarios sobre las comunidades mapuches; los impactos de la minería en Jujuy o en Catamarca.

Ahí podemos ver cómo claramente los pasivos ambientales se socializan mientras las grandes ganancias de las empresas se privatizan. Esta es la lógica del extractivismo en América Latina y Argentina. Sería un error creer que, reactivando la economía de la mano de más extractivismo, vamos a lograr reducir las desigualdades.

T: En el libro abordan los fracasos de las COP que buscaron comprometer a las grandes potencias con la reducción de la emisión de los gases del efecto invernadero. ¿Cuál sería la estrategia global para arribar a un modelo de energías limpias y sustentable en el tiempo?

M.S: Hay que reinventar el multilateralismo sobre nuevas bases; sobre la solidaridad, la interdependencia; el reconocimiento de la deuda ecológica y social que el Norte tiene en relación al Sur, sobre la necesidad de una transición justa en términos geopolíticos.

La reinvención del multilateralismo debe partir de un cuestionamiento muy radical del rol de la Organización Mundial del Comercio, que es responsable de haber consolidado esta globalizacion neoliberal depredadora, que afecta muy particularmente a países del Sur.

Debemos avanzar hacia un multilateralismo que tome el toro por las astas y avance en un plan climático global orientado a las energías limpias y renovables, que se acople con las agendas regionales y nacionales, sin lo cual sería muy difícil avanzar en la transformación tan radical que requiere esta hora tan dramática.

En América Latina también ha sido muy pobre el rol de las instituciones regionales.

El escenario regional está muy fragmentado, los gobiernos tienen diferentes orientaciones y el final del ciclo progresista no ha sido reemplazado por otro tipo de hegemonía, sino más bien por una fragmentación política regional que no coadyuva a la integración regional. Sería necesario avanzar en proyectos de cooperación regional en pos de una agenda de transición.

«Hay una falsa oposición entre lo social y lo ecológico o ambiental»,

MARISTELLA SVAMPA
T: Una de las propuestas que se plantea para sanear la situación de pobreza de grandes sectores de la población argentina es un pacto ecosocial y económico que, entre otras cosas, incluya un impuesto a las grandes fortunas. ¿En qué medida creés posible esta propuesta si la oposición política busca frenar en este momento un aporte solidario de los dueños de las grandes fortunas por única vez?

M.S: Proponemos un pacto ecosocial y económico desde Argentina, y en clave latinoamericana también. El pacto ecosocial e intercultural del Sur es promovido por activistas y organizaciones sociales de diferentes países, como Colombia, Ecuador, Bolivia, Brasil, Perú, Chile, además del nuestro.

Buscamos instalar una plataforma común, desde la cual avanzar con otra agenda de la mano de conceptos-horizontes que se pergeñaron al calor de las luchas ecoterritoriales, feministas, indígenas y campesinas.

Creemos que en esta encrucijada civilizatoria es necesario disputar sentidos, plantear alternativas desde las cuales sea posible construir una sociedad solidaria, democrática, resiliente, en una línea que articule la justicia social con la justicia ambiental.

Por supuesto que resulta difícil instalar una agenda de este tipo en un contexto de gran crisis económica. Mirando lo que hace este gobierno, hay que decir que estamos lejos de apuntar a una agenda de cambio, el gobierno está pensando en reactivar la economía con más extractivismo y eso es muy negativo.

Planteamos una agenda integral, que suministre respuestas desde lo social, a través de una reforma tributaria estructural que revierta las inequidades y a través de un ingreso universal ciudadano.

En ese marco, apoyamos el impuesto a la riqueza, el cual no debe ser extraordinario, y al que deben sumarse otros impuestos.

Sabemos que hay una gran renuencia de los sectores más ricos a colaborar de manera solidaria en este contexto de crisis, pero también me preocupa que el gobierno proponga utilizar el 25% de lo recaudado de este impuesto a la riqueza para promover el gas del fracking. Eso me parece descabellado.

FUENTE: Télam

“Hay un extendido analfabetismo ambiental en la élite económica y la clase política”

Con 49 focos de incendio en 14 provincias, 450 mil hectáreas arrasadas en nueve meses y “el lobby del fuego”, como lo define la socióloga Maristella Svampa, sin poder ser desarticulado por las acciones del Ejecutivo ni de la Justicia, “El colapso ecológico ya llegó” (el título de su último libro) parece un hecho más que una advertencia.

Maristella Svampa

La investigadora del CONICET apunta a los intereses en juego, afirma que la problemática del humedal “pone de relieve como nunca antes la irracionalidad de los intereses empresariales en juego” y apunta no solo al lobby sojero, ganadero e inmobiliario, sino, además, arrocero en Entre Ríos y minero en las provincias de los humedales altoandinos.

Sin embargo, no se queda ahí y señala el “extendido analfabetismo ambiental de la élite empresaria y la clase política”. Pese al título de su libro, escrito junto a Enrique Viale y presentado en septiembre, escapa a la seducción de las narrativas distópicas y se propone como “una brújula para salir del (mal)desarrollo”.

Coordinadora del Grupo de Estudios Críticos e Interdisciplinarios sobre la Problemática Energética y miembro del Grupo Permanente de Alternativas al Desarrollo, destaca “la acumulación de luchas ecoterritoriales, indígenas y feministas, campesinas y hasta sindicales, que promueven otro modelo de sociedad”, pero cree que solo “el castigo” frena la voracidad empresaria sobre los territorios y las poblaciones.

“La ley de humedales debe tener un capítulo penal. Es necesario castigar a quienes arrasan con los ecosistemas, sean bosques, humedales, glaciares o zonas periglaciares”, afirmó.

Maristella Svampa

—¿Somos analfabetos ambientales?

—Sobre todo, la élite económica y la clase política son analfabetos ambientales. Costó mucho colocar en la agenda publica y política estas problemáticas; las demandas socioambientales molestan e incomodan no solo porque cuestionan los intereses económicos detrás de los modelos de desarrollo insustentables, sino porque implican cuestionar la mirada sobre el crecimiento económico, el impacto de los modelos de desarrolla, transformar el vínculo con la naturaleza.

Pero, efectivamente, no solo hay grandes intereses en juego, hay también una ceguera epistémica o desarrollista que asienta las bases del extendido analfabetismo ambiental en la dirigencia política y empresarial argentina; algo que también se extiende a las ciencias sociales y humanas que no buscan salir de la zona de confort que implica asumir la complejidad de la problemática ambiental, estudiar, analizar y cuestionar los modelos de desarrollo hegemónico, y las lealtades políticas detrás de la negación de la importancia de la cuestión ambiental.

—Ante las quemas en el Delta de Islas del Paraná, ¿hay real dimensión de las pérdidas que significa sobre el humedal?

—Ahí hay menos ceguera epistémica que intereses en juego. Es preocupante porque las quemas de los humedales, que son ecosistemas frágiles, se agravan con los años y están sufriendo la embestida de fuertes lobbys. El lobby del agronegocio que busca extender aún más la frontera de la soja, la expansión de la frontera de la ganadería intensiva y,

sobre todo, en el Delta del Paraná, los intereses inmobiliarios y los barrios privados que encima pretenden presentarse como modelo de vinculación con la naturaleza.

La sociedad es más consciente y, al calor de la pandemia, vimos que se movilizaron amplios sectores para defenderlos y promover la ley que los proteja en el Congreso Nacional, que está trabada justamente por este triple lobby.

Ahí veo una sociedad con mayor conciencia y movilizada. Además, la ley de protección de humedales no solo enfrenta el lobby del fuego, es decir, sojero, ganadero e inmobiliario, sino que, en el resto de las provincias, se suma el lobby minero, porque los humedales son muy variables, adoptan gran diversidad y hay humedales en los salares altoandinos donde esta el litio y también diversas minas. Así, la minería también promueve que no se apruebe la ley y, en algunas provincias, como Entre Ríos, se suma el lobby arrocero. Como nunca antes, la problemática de los humedales pone de relieve la irracionalidad de los intereses empresariales.

(Imagen: El ciudadano)


—¿Hay similitudes entre el proceso de destrucción del Amazonas y el que se ve ahora en el Delta del Paraná?

—El Pantanal, el mayor humedal del mundo, hoy también está en llamas. América del Sur y, particularmente, Argentina y parte de Brasil están en llamas, y eso muestra la voracidad de los intereses a costa de la vida y los territorios. Efectivamente, estamos en una encrucijada civilizatoria en el marco de una pandemia que tiene orígenes zoonóticos; es decir son virus que saltan de los animales a los seres humanos, altamente infecciosos, como lo es el COVID-19, pero lo fueron también las gripes aviar y porcina; todas ellas ligadas a la devastación de los ecosistemas, a la deforestación y a la cría de animales a gran escala en megafactorías que no son más que cultivos de estas pandemias.

Esto tiene que ver con modelos de desarrollo cada vez más insustentables y, en ese marco, vemos que los intereses empresariales aceleran el colapso ecosistémico.

Ni el Estado nacional ni los provinciales tienen política que controle y penalice a los que llevan a cabo los incendios.

¿Tenemos leyes de presupuestos mínimos? Algunas sí. Tenemos la ley de bosques sancionada en 2007, la ley de glaciares que cumple 10 años y la ley de humedales que no está sancionada pese a tener dos medias sanciones en el Congreso; y tenemos una ley de emergencia climática, pero todo eso es letra muerta si no hay herramientas del Estado para controlar la voracidad de las corporaciones.

En esa línea, hay que incluir un capítulo penal como se propone en la ley de humedales y como se propone para una reforma de la ley de bosques. Es necesario castigar fuertemente a aquellos que, de manera intencional, arrasan con los ecosistemas frágiles, sean bosques nativos, humedales, glaciares o zonas periglaciares.

—En la pandemia, se plantea de la dicotomía entre salud y economía, ¿se hace un planteo similar entre ambiente y sustentabilidad versus desarrollo?

—Hace décadas, soportamos que se oponga lo social a lo ambiental, cuando, en realidad, son los sectores más vulnerables los golpeados y los que sufren los impactos de estos modelos abiertamente insustentables.

Hay coincidencia entre el mapa de la contaminación ambiental y el mapa de la pobreza.

Durante el boom de los commodities, entre 2002 y 2013, hubo rentabilidad extraordinaria por la exportación de commodities en todos los países latinoamericanos; sin embargo, todos los estudios económicos afirman que esa rentabilidad fue capturada por los sectores más ricos.

Al calor de ese boom, se consolidó la concentración de la riqueza, los ricos incrementaron sus fortunas en un 23 por ciento, lo que muestra que es una falsa dicotomía. Por otro lado, la pandemia acentuó la recesión y mucho más en la Argentina, donde arrastramos crisis ya instalada.

Lo que no podemos hacer es caer en las falsas soluciones.

Si con fracking, con minería a gran escala y más soja, más de la mitad de los niños son pobres, por qué pensar que con las mismas soluciones tendremos mejor resultado. Todo lo contrario, más bien es parte del problema.

—El libro repasa los conflictos socioambientales de la Argentina de las últimas décadas, desde la ley de glaciares pasando por las promesas de desarrollo y riqueza del gas y el petróleo de Vaca Muerta, que nunca llegan, y el litio, ¿qué elementos tienen en común esos escenarios?

Vaca Muerta ilustra lo que son las falsas soluciones.

-En Argentina, no solo tenemos una mirada productivista que cree en el crecimiento indefinido, sino una visión “eldoradista” que cree que el yacimiento de Vaca Muerta será la piedra de toque para construirnos como una potencia energética global en un momento donde el mundo, todo, piensa en abandonar los combustibles fósiles porque así lo exige la gravedad de la crisis ecológica.

Pero, además, hay que saber que Vaca Muerta es un agujero negro en el imaginario y no tiene rentabilidad más que como promesa. Lo que vimos desde 2013 a esta parte fue a los gobiernos subsidiando la actividad de las grandes empresas que explotan ese amplio territorio de la cuenca neuquina.

¿Hasta dónde van a llegar los subsidios del Estado?

Estamos tratando de destrabar un impuesto a los sectores más ricos, con lo que estoy acuerdo, pero el gobierno piensa en usar el 25 por ciento de lo recaudado para subsidiar el gas del fracking. Eso es descabellado en un momento en el cual la casa está en llamas, hay que pensar en abandonar los combustibles fósiles, y cuando los ricos son cada vez más refractarios a la redistribución de la riqueza. Eso revela como nunca el poder de los lobbys, la ceguera desarrollista y el analfabetismo ambiental de la clase política, independientemente del signo que sea.

—¿Cómo piensa la pospandemia? ¿El título “Colapso ecológico ya llegó” deja lugar a una mirada esperanzadora?

—Aunque el título es ese, la nuestra es una apuesta por la esperanza y la sostenibilidad de la vida. No somos seducidos por la narrativa distópica. Sin duda, hay una tendencia al colapso ecológico y sistémico en el marco de este capitalismo del caos, donde se perpetúan las desigualdades, se acelera el extractivismo y se expanden las extremas derechas; pero también somos conscientes de que las grandes crisis pueden desembocar en cambios profundos y positivos, y eso depende de las luchas y las practicas sociales.

En esa línea, hay una acumulación de luchas ecoterritoriales, indígenas y feministas, campesinas y hasta sindicales, que promueven otro modelo de sociedad, basado en el paradigma de los cuidados, con una agenda de transición socioecológica que apunte a acentuar los procesos de democratización de las poblaciones.

En esos ejes debe ir la brújula y es nuestra idea de carta geográfica de este proceso tan accidentado de cambios. No nos queda otra que hacer la transición y navegar estas aguas turbulentas.

Polémica con China: lanzan una campaña para detener la instalación de granjas industriales de cerdos

En las granjas industriales, los cerdos viven en condiciones de sufrimiento constante FOTO: CEDOC

En menos de cuatro horas, ya hubo miles y miles de adhesiones al documento »No queremos transformarnos en una factoría de cerdos para China, ni en una fábrica de nuevas pandemias», convocado por artistas, activistas, periodistas y red de abogados ambientalistas. Lo que busca el documento es frenar un acuerdo entre la Argentina China para producir nueve millones de toneladas de carne porcina de alta calidad, lo que implicaría para pasar de producir 6/7 millones de cerdos por año a 100 millones.

Esto se debe a la crisis de la Peste Porcina Africana (PPA) en China, que, de acuerdo a un documento publicado en el blog «Pacto Socual y Económico», “ya generó la matanza de 180 a 250 millones de cerdos chinos para evitar la propagación del virus y estiman que erradicar la enfermedad les podría demandar más de 10 años. La matanza fue de modo sumamente crueles como quemarlos o enterrarlos vivos, y eso disminuyó la producción entre un 20 y un 50 por ciento”.

Información oficial. El 6 de julio pasado, la cancillería argentina difundió una comunicación entre el Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Felipe Solá, y el ministro de Comercio de la República Popular ChinaZhongShan, donde se anuncia una “asociación estratégica” entre ambos países, referida a la producción de carne porcina y se anuncia una “inversión mixta entre las empresas chinas y las argentinas” para “producir 9 millones de toneladas de carne porcina de alta calidad”, lo que “le daría a China absoluta seguridad de abastecimiento durante muchos años”.

PERFIL se comunicó con Cancilleria y el vocero oficial le anunció a este medio que »aún no hay acuerdo y que se tendrán en cuenta las prevenciones planteadas y que aún no hay fecha estimada para el lanzamiento».

Otra vez Felipe Solá

La periodista Soledad Barruti advierte que »aún estamos a tiempo de dejar de entregarnos a un agronegocio suicida», que ella compara con el Programa Pura Soja de 1996, «donde a raíz de un acuerdo de Felipe Solá, ‘nos convertimos en los grandes alimentadores de cerdos de China a raíz del monocultivo de soja».

»Pero ahora en vez de alimentar con nuestra soja a los cerdos chinos, Vamos a pasar a entregarles a los animales directamente. Con todo lo que implica la cría industrialzoonosis de todo tipo, y la resistencia bacteriana

800 mil personas mueren por año por eso.

Además de la contaminación del aire, agua, y profundización de un modelo agroindustrial que venimos denunciando», le explica a PERFIL, Marcos Ezequiel Filardi (abogado de derechos humanos y soberanía alimentaria).

Según fuentes oficiales, la Asociación Argentina de Productores Porcinos (AAPP) y la Asociación China para la Promoción y el Desarrollo Industrial de China (CAPID) impulsaría inversiones por USD 27.000 mil millones en los próximos 4 a 8 años.

Maltrato animal

Según Barrutti, los cerdos al ser hacinados en cubículos, luchan por escaparse mordiendo y golpeando los barrotes metálicos, lesionándose y provocándoles problemas mentales y físicos. Por eso se les arrancan los colmillos y la cola que por el estrés es lo primero que se lesionan. Su sufrimiento es constante y muchos padecerán problemas respiratorios.

Por su parte, el abogado Enrique Viale, agrega a PERFIL «Pasamos de «Vaca Muerta» a «Cerdo Muerto».

Las primeras firmas del documento son  Soledad Barruti (periodista y escritora), Maristella Svampa (socióloga y escritora), Guillermo Folguera (CONICET-UBA/Biologo-Filosofo), Marcos Ezequiel Filardi (abogado de derechos humanos y soberanía alimentaria), Enrique Viale (abogado ambientalista), Elizabeth Jacobo (FAUBA), Miryam Kurganoff de Gorban (nutricionista y doctora honoris causa UBA y UNR), Gabriela Cabezón Cámara (escritora), Pablo Alabarces (Sociólogo/Investigador del Conicet), Beatriz Sarlo (ensayista y escritora), Patricia Pintos (Geógrafa/UNLP), Rafael Colombo (abogado ambientalista), Gabriela Massuh (escritora), Carlos Gamerro (escritor), Alejandra García, (Fundación Franz Weber), Jesusa Rodríguez (Senadora de la República Mexicana), Liliana Felipe (compositora), Erica Rivas (actriz), Leonor Manso (actriz), Patricia Zangaro (dramaturga),

FUENTE: PERFIL
Por Agustina Grasso

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