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Fernández: “La justicia social ambiental es el nuevo nombre del desarrollo en nuestra región”

El presidente Alberto Fernández destacó la “necesidad de pensar mecanismos innovadores para reconstruirnos mejor” frente al desafío del cambio climático, dijo que el tema es “prioridad” para su gobierno y advirtió que el “reloj de la destrucción planetaria no se va a detener si no actuamos ahora”.

“Quiero agradecer a los líderes regionales que nos acompañan comprometiendo su esfuerzo para hacer frente al desafío del cambio climático. El momento es ahora. El reloj de la destrucción planetaria no se va a detener si no actuamos ahora”, dijo el presidente al abrir en forma virtual desde el Museo del Bicentenario la cumbre latinoamericana sobre cambio climático denominada “Diálogo de alto nivel sobre acción climática en las Américas”, que tiene a la Argentina como anfitriona.

Al abrir el encuentro, del que participan 21 países de la región, Fernández advirtió sobre la “necesidad de pensar mecanismos innovadores que nos permitan reconstruirnos mejor y fortalecer los lazos de cooperación para cuidar nuestro territorios y comunidades”

Además, el jefe de Estado hizo mención a que la “cumbre de líderes del Día de la Tierra convocada hace muy poco tiempo por el presidente (Joe) Biden consagró la agenda climática como prioridad política y económica a nivel global”.

“Necesitamos una justicia social ambiental, que es el nuevo nombre del desarrollo en nuestra región»

afirmó en la apertura de la acción en la que participan el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres; el enviado especial para el Clima de los Estados Unidos, John Kerry; mandatarios de la región y autoridades de organismos internacionales, entre otros líderes e invitados especiales.

Luego de la exposición de Fernández en el primer segmento de la cumbre que se titula “Camino hacia Glasgow. Mejorando la ambición climática”, brindaron un mensaje Kerry, Guterres, la primera ministra de Barbados, Mia Amor Mottley; los presidentes de Colombia, Iván Duque; de Costa Rica, Carlos Alvarado Quesada; de Panamá, Laurentino Cortizo Cohen; de República Dominicana, Luis Abinader; de Ecuador, Guillermo Lasso; y de Paraguay, Mario Abdo Benítez; la Presidenta de la COP25 y ministra del Medio Ambiente de Chile, Carolina Schmidt; y el presidente de la COP26, Alok Sharma.

“Nos convoca hoy la urgencia de la ambición y la acción climática, así como la necesidad de pensar mecanismos innovadores que nos permitan reconstruirnos mejor y fortalecer los lazos de cooperación para cuidar nuestros territorios y comunidades”, expresó el mandatario en el inicio del evento, y subrayó: “El momento de actuar es ahora. El reloj de la destrucción planetaria no se va a detener, al menos que construyamos un nuevo paradigma de desarrollo”.

Fernández celebró la realización de la Cumbre de Líderes del Día de la Tierra, convocada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que “consagró la agenda climática como prioridad política y económica a nivel global”, y en el mismo sentido resaltó que “la Argentina ha decidido poner a la acción climática y ambiental en el centro de sus prioridades”.

El mandatario finalizó su discurso con un llamado a “escuchar el clamor de nuestra tierra y el clamor de nuestros pueblos”. “Juntos, podemos ser parte de una generación que procuró salvar a nuestro planeta. Separados, caeremos todos dominados por la codicia global que no fue capaz de evitar la destrucción”, concluyó.

Por su parte, Kerry agradeció al presidente Fernández por “convocar esta conversación tan oportuna y por exhortarnos a que tengamos niveles sin precedentes de cooperación”.

“Nunca antes el mundo ha demandado, ha exigido, un esfuerzo mundial de cooperación, necesitamos que las 20 naciones que constituyen el 80 por ciento -de las emisiones- se levanten y establezcan planes claros de lo que van a hacer”, remarcó.

Junto a Fernández participaron desde Casa Rosada el canciller Felipe Solá, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz.

FUENTE: Tiempo Argentino

Massa en EE UU: rosca política para el acuerdo con el FMI y preludio del viaje presidencial

Un mes después del paso por Buenos Aires del consejero Juan González, enviado por el presidente estadounidense, Joe Biden, el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, comenzará este domingo una gira por Estados Unidos. Tiene la misión de profundizar el lobby argentino sobre el gobierno norteamericano para lograr que el Fondo Monetario Internacional (FMI) flexibilice las condiciones de la renegociación de la deuda contraída durante el gobierno de Mauricio Macri.

La expectativa es que esa señal se concrete antes del 31 de julio, cuando vence el último plazo para pagarle 2400 millones de dólares al Club de París y evitar que el país caiga en cesación de pagos.
El viaje no fue planificado solamente por Massa. Tiene una hoja de ruta que fue definida con el presidente, c, el canciller, Felipe Solá y el ministro de Economía, Martín Guzmán, con quien mantuvo un almuerzo este viernes para definir detalles.

En el Palacio de Hacienda deslizaron que la gira de Massa no incluye una reunión con funcionarios del Tesoro, pero sí a “líneas influyentes” de la administración norteamericana. Cerca de Massa no descartaron que se concrete algun contacto con integrantes del Departamento que conduce Janet Yellen, pero también aseguraron que los ejes de la recorrida por Washington y Nueva York fueron analizados y coordinados con la vicepresidenta y titular del Senado, Cristina Fernández de Kirchner.

Massa llegará este domingo a Washington y por la noche tendrá una cena privada con González, que lo recibirá en su residencia para devolver el gesto de la velada que compartieron ambos en la casa que el diputado tiene en Rincon de Milberg, partido de Tigre.

El funcionario norteamericano fue designado por Biden en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca y es una de las voces más escuchadas por el flamante presidente sobre la relación con América del Sur. Durante su visita por Buenos Aires, González llegó acompañado por Julie Chung, subsecretaria para Asuntos Hemisfericos del Departamento de Estado. Volverán a encontrarse el martes, pero luego de otro contacto clave previsto para este lunes con Gregory Meeks, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes.

El diputado norteamericano es uno de los firmantes del proyecto de resolución presentado en el Capitolio para pedirle a la Casa Blanca que utilice su influencia dentro del directorio del FMI para que el organismo flexibilice las condiciones de endeudamiento de unos 30 países pobres y en vías de desarrollo, donde está la Argentina. Además del encuentro con Meeks, la agenda estará concentrada en reunirse con diputados y senadores norteamericanos.

En la grilla hay pocos referentes del partido Republicano, pero incluye reuniones con Jaime Herrera Beutlet de Washington y Mario Díaz Balart, representante del Estado de la Florida, reconocido por sus vínculos con la comunidad cubana residente en esa península que respalda la política de hostigamiento y embargo impulsada por Donald Trump, que podría cambiar en la era Biden, aunque todavía no registra cambios.

También estará presente el neoyorkino Adriano Spaillat, que integra la bancada de los demócratas en la Cámara de Representantes y es uno de los firmantes del proyecto que impulsa Meeks, con un guiño de Biden.
El cabildeo en el Capitolio también incluirá una reunión con Bob Menendez, titular de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado y uno de los representantes del ala más conservadora en política internacional del Partido Demócrata.

Según pudo saber este diario, Massa también buscará reunirse con dos autoridades de ese partido. Será con Dan Restrepo, que fue asistente especial del presidente Barack Obama y director para Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional. Y con Leopoldo Martínez Nucete, conocido como el primer venezolano en formar parte del Comité Nacional Demócrata.

La cita no pasará inadvertida porque en ese encuentro la cuestión no sólo tendrá que ver con la renegociación de la deuda sino también con los contactos que desarrolla el gobierno argentino para avanzar en una eventual mediación en Venezuela. El tema es parte de los diálogos que mantuvo González con Fernández en Buenos Aires.

Así como Fernández visitó Israel por un pedido expreso de CFK, Massa tendrá reuniones con Jack Rosen, presidente del Congreso Judío Americano. Será luego de una serie de encuentros organizados por el embajador Jorge Arguello con el Diálogo Interamericano y con miembros del subcomité del Hemisferio Occidencial y Política Internacional de la Cámara de Representantes. La gira concluirá el jueves en Nueva York con una conferencia ante el Consejo de las Américas (el grupo de lobby que conduce Susan Segal) y una reunión con el expresidente Bill Clinton.

El viaje de Massa es considerado en el gobierno como la previa de la visita que realizará Fernández a Washington durante este año.

Mientras el titular de la Cámara baja llega a Estados Unidos, la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal habrá concluido una minigira por Washington, donde fue recibida por el titular de la OEA, Luis Almagro. En el entorno de Vidal confiaron que viajó invitada por ese organismo luego de encabezar la misión de observadores que estuvo en las elecciones de El Salvador.

A su regreso, la dirigente del PRO definirá si se postulará este año como candidata a diputada nacional por la Ciudad o si deja pasar el turno. Antes de regresar al país, se encontrará con el titular del bloque de diputados del PRO, Cristian Ritondo, que está desde la semana pasada en Miami y se trasladó a Washington para reunirse con Vidal.

Massa tiene una muy buena relación con Ritondo y también con Vidal. Los tres comparten un vínculo muy cercano con la diplomacia norteamericana. Sin embargo, no se encontrarán en ese país, aunque las giras de ambas comitivas pasan por las mismas ciudades.

FUENTE: Tiempo Argentino

Mujer maravilla: Miryam Gorban y la Soberanía Alimentaria

Es símbolo y maestra de cómo pensar el país partir de la alimentación. Tiene 88 diciembres. Trabajó con Ramón Carrillo y con René Favaloro. Estuvo desaparecida. Participó en las ollas populares durante las crisis. Sus experiencias, y la apuesta por el optimismo. Vicentín, AF, la soja, los chanchos chinos, el comunismo, la agroecología, la sensibilidad para comprender la época. Y un detalle misterioso: ¿qué es la Soberanía Alimentaria? 

«Vos decís algo, y no te dan pelota. Lo dice el Presidente, y entonces ya es noticia”,
protesta y ríe.

Miryam Kurganoff de Gorban

Miryam Kurganoff de Gorban –Kita para la familia y la gente amiga, clase 1931, criada en Añatuya, nutricionista de cuando nadie hablaba de eso, dos veces Doctora Honoris Causa, marxista “de comunión diaria”, cocinera de empanadas antológicas y timonel de una vida que es una travesía asombrosa– es injusta consigo misma.

Hace 24 años está hablando de Soberanía Alimentaria. Desde la soledad absoluta ha sido tan insistente, clara, convincente y cabeza dura (o sea, cabeza abierta) que le han terminado por dar tanta pelota, que hasta el Presidente amplificó el tema. Se puede sospechar, al revés, que es a él a quien no le dieron la pelota que esperaba al relacionar, acaso desacompasadamente, Soberanía Alimentaria con su proyecto de expropiación o salida a la situación empresario/delictiva del grupo Vicentín.

Aclara Miryam: “Creo que él lo pensó bien pero después, por las presiones, el gobierno se achicó. Expropiar esa empresa no era la Soberanía Alimentaria, pero sí un avance, y principalmente una forma de recuperar herramientas para el país. 

Vicentín te daba dos puertos cuando hoy casi todos los puertos del país son privados. Googlealo, y es de terror. 


O nos daría herramientas para la exportación. No hay flota mercante, línea de bandera que comercialice, ferrocarriles, el neoliberalismo se llevó puesto todo. ¿De qué corno estamos hablando?”

Se enoja Miryam pero enseguida se pone contenta porque está viviendo en casa de su hija y están allí una de sus nietas, con bisnieta en brazos. Cuatro generaciones de mujeres. Miryam fue mamá 5 veces, desde1953. Dos hijas (Silvia y Claudia), luego un varón, Sergio, que murió a los 3 meses en medio de la epidemia de polio. El segundo varón, Jorge, fue víctima a los 35 años de otra pandemia: accidente automovilístico. A Miryam la templanza le viene de lejos. El quinto hijo es Marcos, que hoy está preparando un libro sobre su madre. Tiene 9 nietxs y 8 bisnietxs.

La cuarentena la hizo ducha en el manejo de las plataformas para participar en toda clase de seminarios, conversatorios, encuentros, reuniones de su CALISA (Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina) o del Diplomado Andrés Carrasco de Comunicación Ambiental. “Tengo dos o tres reuniones por día. Estoy en todas partes”.

Se ha reunido virtualmente con ministros, legisladores y funcionarios que tratan con afecto y respeto a una mujer cálida, que no se olvida de ser volcánica cuando hace falta. El día de la noticia de la expropiación de Vicentín, en junio, se permitió ilusionarse con el proyecto, pero envió dos señales: 

1) “Si no hablan del acceso a la tierra y de agroecología, señor Presidente, no es Soberanía Alimentaria” y
2) “no le firmo un cheque en blanco a nadie”.

La bisabuela me mira por la pantalla y recuerda que en 1996 viajó a Roma a una cumbre mundial sobre alimentación organizada por la FAO, en la que conoció al hondureño Rafael Alegría: “No me olvido más. Es uno de los fundadores de Vía Campesina. Hoy está perseguido en su país. Se sentó horas a explicarme lo que significa la alimentación como un tema político y no técnico. Me enganché totalmente”.

¿Qué es la Soberanía Alimentaria? Miryam propone las palabras de Vía Campesina: 

“El derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo.” 


“Esto pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Defiende los intereses de, e incluye a, las futuras generaciones. Nos ofrece una estrategia para resistir y desmantelar el comercio libre y corporativo y el régimen alimentario actual”.

La definición reivindica luego la producción local, la agricultura familiar, la sostenibilidad ambiental, social y económica, el comercio transparente, los derechos de los consumidores, el derecho de acceso a la tierra, al agua, a las semillas, a la biodiversidad. Plantea finalmente: “La soberanía alimentaria supone nuevas relaciones sociales libres de opresión y desigualdades entre los hombres y mujeres, pueblos, grupos raciales, clases sociales y generaciones”.

Mongo Pirulo

¿Esa definición tiene puntos de contacto o de choque con el actual gobierno? “Vos ves que hay debates internos, es un gobierno heterogéneo y con el marco económico, social, sanitario, cultural, es difícil avanzar. Hay pasos que parecen tímidos, pero son importantes. Un ministro como (Juan) Cabandié que en vez de disfrazarse de planta y hacer pavadas, habla del glifosato y se mete con los incendios. O la creación de la Dirección de Agroecología. Esas cosas las destaco porque si no, ¿para qué lo hacen?” “Por cosmética, puede pensar la gente desconfiada, si no se les da poder para actuar realmente: “Pero siento que ahora nos están escuchando. Eso lo valoro”.

Miryam & los chanchos:

“Lo que pasa es que el gobierno se reúne con el Consejo Empresario Mongo Pirulo para sembrar más soja o poner megagranjas de chanchos, y tendrían que recibirnos también a nosotros que estamos planteando que no podemos seguir agravando la situación
social y sanitaria. 

Es como me enseñaron las mujeres peruanas en una marcha: ‘No estamos en la protesta, sino que tenemos propuestas, y entonces exigimos respuestas’. En el caso argentino, esto no se arregla con más soja o con armar un gran chiquero. Por eso proponemos la agroecología. Y en el caso de los chanchos, como dice siempre Remo Vénica (de la granja Naturaleza Viva), que haya miles de pequeñas granjas, producción local que estimule la agricultura familiar sin afectar el medio ambiente, y no pocas megagranjas con miles de vientres cada una, abuso de antibióticos para el rápido crecimiento, animales chapoteando en su propio estiércol, contaminación de la tierra, el agua y el aire”.

Dato: En el siglo pasado los cerdos fueron el símbolo para la izquierda de capitalismo y opresión. Hoy el sistema alimentario coloca a dichos animales como uno de los emblemas del hacinamiento y la muerte. 

China viene de una peste anterior a la del Covid-19 que mató a más de 200 millones de cerdos de sus megagranjas (¿el coronavirus masivo será culpa solo de murciélagos o pangolines?) y está entusiasmada con sacarse parte del problema de encima, criando porcinos en Argentina. Allí está el origen del negocio.

La concentración parece justamente la clave en la que coinciden los negociadores
chinos y argentinos.


Claro, solo ven las divisas de la soja. Y más teniendo ahí a Felipe Solá. Metió el monocultivo sojero (al aprobar los transgénicos en 1996) y ahora va a querer meter el rmonocultivo de cerdos. Por eso proponemos hacerlo, pero de otro modo. Y es un dato que hayan postergado el acuerdo con China hasta noviembre, diciendo que quieren incluir un artículo de cuidado ambiental. Eso es porque escucharon las movilizaciones y reclamos. Habrá que seguir insistiendo.

¿Qué le dirías a Solá si te lo cruzás?

Lo que le digo a todos. Que me expliquen cuál es el beneficio del modelo sojero. Enriqueció a unos pocos, envenenó la tierra, la gente, y nos contaminó la vida. Están los pueblos fumigados como testigos de las consecuencias del modelo. Que se hayan desmontado miles de hectáreas de bosques para la soja es un atentado total a la naturaleza. Y encima seguir haciéndolo en plena pandemia, ¿qué es? Te lo digo como changuita santiagueña: 

no podemos salir a andar, pero ellos siguen fumigando y dicen que es “tarea esencial”. 

Increíble. Sobre todo cuando tenés la agroecología que te está demostrando que se puede producir en campos grandes, a gran escala, y exportar alimentos. 

Hay más de 80.000 hectáreas agroecológicas para cereales, oleaginosas y ganadería, y cada vez más producción intensiva de verduras y frutas sanas. 


Nos siguen vendiendo el modelo de agrotóxicos porque es el negocio de las corporaciones. Así que con esas cosas yo voy a seguir siempre igual con los funcionarios: rompiéndoles la paciencia.

Una mocosa con Carrillo

Las charlas con Miryam nunca son lineales, se pueden ir por las ramas o por las raíces para dejar ver el árbol y los bosques. Mezclan entusiasmo y ganas de contar aventuras (y algunas desventuras): la experiencia como riqueza que se comparte.

Dice: “Habría que fijar una política alimentaria. Yo quiero exportar. Pero si estamos en un plan contra el hambre, primero resolvamos el problema interno. No es un tema de Cancillería. Es un tema de Hacienda, Salud Pública, Medio Ambiente.” 

“Me gustaría que haya una Dirección de Alimentación como quiso hacer Ramón Carrillo, con el que
alcancé a trabajar”.


Salto repentino de 70 años. Para ubicarnos antes de llegar a Carrillo: Miryam creció en Añatuya, Santiago del Estero, donde se habían instalado los Kurganoff: “Un lugar de mucha miseria, veías las viudas jóvenes de negro que no tenían jubilación ni un carajo, mucha penuria de la gente, incluso de mis compañeros de escuela que se quedaban a comer en casa porque vivían a leguas y estudiaban magisterio como salida laboral”.

Su padre vendió máquinas de coser Singer y luego fue corredor de toda clase de productos, desde perfumes hasta discos, a lo Melquíades en Cien años de soledad, y su madre instaló una librería escolar. “Veníamos de estar sin comer, pero las cosas mejoraron. Igual, me dolía la penuria que había alrededor: eso te queda pegado en la piel”.

Conoció al conscripto Luis Gorban que tenía 20 años y vivía en Córdoba. Ella tenía 17. “Luis era comunista, militaba en la Universidad de Córdoba. Yo tenía la sensibilidad social, él me dio el marco teórico que entendí totalmente”. Se enamoraron, hubo años de noviazgo con mucha carta y poco encuentro. No existían los mails ni Facebook, entre otras antigüedades.

Miryam marchó a Buenos Aires a casa de unas tías: “Quería estudiar Medicina pero tenía que dar como 14 reválidas porque era maestra y no bachiller. Supe que existía la tecnicatura de dietista. Por lo menos tenía que ver con la salud, y me anoté”. Luis se mudó a Buenos Aires, terminó Medicina en La Plata, y se casaron en 1951. 

“Ese mismo año me recibí de dietista, y Ramón Carrillo que era el ministro de Salud nombró director de Alimentación a mi profesor Horacio Storni, y a mí”.

Storni la tenía como alumna predilecta, y casi la lleva a atender a Evita. ¿Cuál fue el problema? “No quise afiliarme al Partido Peronista. Yo no era antiperonista. Había visto en Añatuya la alegría de la gente, la diferencia entre beneficencia y solidaridad, que es lo que transmitía el peronismo. Pero no aceptaba afiliarme”. Luego Storni cambió de puesto, la Dirección quedó desarticulada pero Carrillo ordenó armar un plan de alimentación para todos los hospitales del país. Solo quedaba Miryam como dietista, que organizó el plan. Carrillo la convocó y cuando la vio le preguntó a la secretaria: “¿Quién es esta mocosa?” Mejoró todo cuando le dijeron que la joven venía de Santiago del Estero, como él. El programa de la veinteañera empezó a implementarse, luego tuvo a su primera hija (1953) y se mudó hacia otras zonas de la vida.

La cosmetóloga y Favaloro

Miryam habla de las posibilidades productivas argentinas: moras, higos, granadas, tunas mejores que el kiwi, mangos antológicos que se tiran en Formosa, paltas, espárragos, arándanos, aceite de oliva, producciones no transgénicas de la RENAMA (Red de Municipios y comunidades que apoyan la Agroecología) y la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra). Cuenta de la centolla y los langostinos en medio saqueo de la riqueza pesquera y menciona el caso de una niña estaba asombrada porque vio en una granja gallinas vestidas: “Claro, tenían plumas. Nunca había visto”.

Recuerda que en 2015 el ministerio de Salud de Daniel Gollán la invitó a dar una charla con miles de trabajadoras de esa cartera: “Les voy a cobrar esta charla. Me van a tener que pagar con un aviso, una publicidad oficial que hable de la salud, porque no hay ni una”. Recibió un aplauso, pero ninguna publicidad.

¿Qué aviso lanzaría Miryam?
“Uno que diga: ‘dale la teta a tu hijo para que crezca sano y feliz. 


Basta de darle cocacola y comida chatarra pensando que así va a ser rubio y de ojos celestes: así va a ser un enfermo. Y hay que hablar de la teta. Porque van y hacen encuestas en los barrios sobre la ‘lactancia materna’ y las mujeres no saben de qué les están hablando” dice Miryam, alérgica a los lenguajes vacíos de las burocracias estatales y oenegeísticas. Agrega: 

“Es que no estamos teniendo una política comunicacional que nos cambie la cabeza colonizada que tenemos. Tendría que haber mensajes que digan: tome agua, la bebida de los pueblos fuertes”.

Paralela a su experiencia con Carrillo, la militancia en el Partido Comunista la había llevado a estar en la creación de la Unión de Mujeres Argentinas. 

“Ya en aquella época reclamábamos igual salario por igual tarea. No se hablaba de feminismo,
eso vino después”. 


Miryam pasó de Salud Pública al Instituto de Nutrición que funcionaba en el Pasteur, con el doctor Pedro Stramesi: “Un gran maestro de cocina”. En 1953 comenzó su seguidilla de partos y a fines de los 50 fue convocada al Sanatorio Güemes para encargarse de la alimentación. El trabajo y la crianza en simultáneo la obligaron a renunciar. “Ya estábamos en Lomas de Zamora, y puse en casa un consultorio de Dietética y Cosmética. Me tenía que ganar mis ingresos” dice como justificándose. “Ahí me aparecían todos los trastornos alimentarios, desnutrición, obesidad, diabetes”. Empezaba a intuir en qué medida la alimentación era un tema personal, y a la vez social y político, mientras saltaba de su consultorio a militar en reclamos contra el despido de ferroviarios durante el frondicismo. “Siempre fue así, haciendo de todo. Balconear, nunca jamás –cuenta, y cita a Pablo Neruda-. Confieso que he vivido”.

Desde el Sanatorio Güemes volvieron a llamarla en 1972 para acompañar una hazaña científica: el doctor René Favaloro había desarrollado en los Estados Unidos la técnica del by-pass coronario, pero había decidido reinstalarse en el país y trabajar en el Güemes. “Me hice cargo del Departamento de Alimentación para profesionalizarlo al máximo: había 3.000 empleados, enfermeras y médicos, la guardería con más de 100 hijos de trabajadores y 1.000 camas, incluyendo a los pacientes de alta complejidad. Fue una experiencia impresionante” dice sobre su rol como directora de esa especie de industria destinada a nutrir y salvar vidas.

Miryam desaparecida

La nada se resolvía con sopa, puré y compota. “Teníamos 15 nutricionistas. Armábamos las comidas según los pacientes, no eran un número sino un nombre. Investigábamos los alimentos y hacíamos encuentros con los médicos, incluido Favaloro que nos escuchaba asombrado. Presentábamos las tablas nutricionales. Me acuerdo que no sabían cuánta sal tenían los grisines y decían: ‘¿nosotros estamos comiendo eso?’ Hasta el agua mineral estudiamos”.

Memoria: “Favaloro era un tipo sencillísimo, el médico rural de Jacinto Aráuz, su pueblo. A las 7 de la mañana estaba operando. Al mediodía daba una vuelta y comía algo sencillito, un sándwich y agua. A las 7 de la tarde seguía ahí adentro. Cuando podía, recorría el país para enseñar y transmitir lo que sabía. Era esa cosa del científico de verdad, generoso, que piensa en lo social y no en el lucimiento o en el escalafón de su carrera. Lo que después conocí en Andrés Carrasco (ex presidente del CONICET, quien descubrió los efectos del glifosato), y lo que antes había sido el propio Carrillo”.

Llegó el golpe de Estado de 1976 y a fines de ese año sus dos hijas fueron secuestradas por participar en centros estudiantiles universitarios. Silvia (hoy médica) estaba embarazada. “No sabíamos en esa época lo de los robos de bebés. La nena nació después, le pusieron Marcela pero siempre decimos que tendría que llamarse Milagros”.

Las patotas militares se llevaron del Güemes a la propia Miryam y su Citroën celeste en 1978.


“Yo nunca dejé de militar, y además con mi marido éramos gente muy conocida. Vos imagínate que se atendían con Luis y venían a casa Mercedes Sosa, Álvaro Yunque, Horacio Guaraní, Juan Carlos Castagnino, Ramón Ayala, Cesar Isella, Armando Tejada Gómez. Osvaldo Pugliese no, pero lo recibimos en un acto en Lomas. Yo digo que lo mío habrá sido una delación mal barajada: en el Güemes habían secuestrado a la comisión gremial y Jorge Tanco y otras cinco compañeras siguen desaparecidas”.

La llevaron al centro clandestino El Banco, en La Matanza, donde organizaba secuestros, torturas y desapariciones Julio Simón, más conocido el “Turco Julián”, policía de cruz esvástica en el llavero, que sigue cumpliendo condena por múltiples delitos de lesa humanidad. “Me tenían encapuchada y encadenada a un cubil para perros. El que me torturaba era otro. 

“El Turco daba las órdenes y, ¿sabés qué hacía?: Tomaba anfetaminas para aguantar y quedarse todo el día ahí, el guacho.”

Como robaban los discos de los secuestrados un día pusieron uno y era de César Isella, sobre Salvador Allende. Se ve que yo me sonreí. El Turco dijo: “Mirá la bolche, cómo ser ríe”, y rompió el disco. Estaba totalmente pichicateado”.

Reconoce Miryam que pese al miedo siempre intentó estar tranquila: “Vino un coronel a interrogarme, a jugar de policía bueno. Me dijo: “Usted tendrá mucho odio, pero tiene que comprender lo que hacemos porque de muchos camaradas son una lápida en el cementerio’. Le contesté: ‘Lo felicito. Ustedes por lo menos tienen una lápida. ¿Dónde están nuestros compañeros? Ni lápida tienen’. Siguió la discusión y le dije:

 ‘‘Mire, yo estoy muy tranquila porque hubo un Nüremberg’ y el tipo no habló más”. 

En otro momento le dieron lápiz y papel para que delatase nombres de su organización. Miryam hoy estalla en carcajadas al recordarlo: “Les puse a Victorio Codovilla, que ya se había muerto. Ellos querían saber del aparato, pero de esos meollos yo nunca supe nada”. Le secuestraron su agenda. “Creían que había lenguaje cifrado. Vieron ‘Aceite’, llamaron y era Molinos, donde hacíamos los pedidos. Una compañera de hemoterapia me había regalado un libro y me lo dedicó: ‘A la jefa’”, pero estos creían que era una jefa guerrillera y no la jefa de un servicio”.

Mientras ella seguía detenida, su marido Luis habló con Favaloro quien le dio una carta para el comandante del Cuerpo I del Ejército, Guillermo Suárez Mason. “Hubo mucha movida denunciando mi caso, pero creo que es a Favaloro al que le debo la vida”.

Dos semanas después del secuestro, le informaron que iban a liberarla. “Me llevaron a otra habitación y había que esperar bastante. Les pedí algo para leer y me trajeron la novela El día del chacal (de Frederick Forsyth, sobre un intento de asesinar a Charles De Gaulle por parte de la derecha terrorista francesa). Cuando tuvieron todo listo para irnos les dije: ‘Esperen que me faltan dos páginas’. No lo hice para provocarlos. Realmente estaba interesante el libro y no me quería perder el final”.

Es difícil calcular cuánto poder hubo en esa tranquilidad: “Siempre fui así. Hay gente que agacha la cabeza pero para mí somos todos iguales. Estuve con la gente más famosa y la más anónima, y eso te enseña a moverte. No pisoteás, ni rendís pleitesía porque el otro esté en un escalón distinto al tuyo. Pero bueno, lo cierto es que puedo contarla. ¿Cómo no ser optimista”.

Es una optimista de la voluntad y del corazón que puede contar su experiencia en las crisis del 89 y la de 2001: “Estuve en la alta complejidad y también en las ollas populares donde se establecen las relaciones y las resistencias más increíbles”.

Puede contar sus premios infinitos, pero refunfuñar inmediatamente: “¿Cómo me dan a mí dos doctorados Honoris Causa, y a Favaloro no le dieron ninguno ni lo tuvieron como profesor universitario?

«¡Dejame de joder!”


Me envía un video en el que Favaloro dice en los 90: “Esto más que neoliberalismo es un neofeudalismo” y “no concibo a un universitario sin compromiso social. Tiene que contribuir a que la sociedad sea cada vez mejor, más solidaria y más justa”. Ella agrega: 

“Eso es la ciencia digna, como lo que representó Carrasco y hoy toda una camada de gente joven que quiere hacer cosas en serio y no a sueldo de las corporaciones”.

Razonamiento sobre el presente: “El problema es que no podemos articular lo que hacen los pueblos contra la minería, los pueblos fumigados, los que producen agroecología y tantas otras luchas”. 

A la vez, más que buscar grandes articulaciones, lo suyo es el contacto personal, la charla, el viaje,
lo local, la siembra. 


Queda como debate: ¿serán las grandes articulaciones las que funcionan (lo que Miryam piensa), o serán los infinitos gestos pequeños y cotidianos (lo que Miryam hace) los que terminan generando los cambios de cultura, los contagios de sensibilidad, de modos de ser y de actuar? ¿Serán las dos cosas, o cada una según el momento?

La Soberanía Alimentaria abrió a la joven comunista a un territorio que es pura actualidad, juventud, fertilidad, horizontalidad, creación. “Es algo universal, algo que crece no desde arriba sino desde abajo. Son otras palabras, otros lenguajes, otros tiempos. Pero siempre se trata de cambiar el capitalismo”.

Todo lo que hace tal vez no tenga que ver con haber sido militante, dietista, matriarca nutricionista, detenida-desaparecida, referencia internacional, doctora honoris causa y todo lo demás, sino con la sensibilidad para entender la época y hacer el magisterio que imaginaba aquella chiquilina de Añatuya a la que se le pegaba a la piel lo que veía alrededor.

Con esa sensibilidad se la ha pasado ejerciendo como maestra, nutriendo la vida, las ideas y las acciones de mucha gente dispuesta a cambiar la cultura, la mesa, las relaciones y el futuro. Al estilo de la más célebre imagen de Miryam: sonriendo, con el cuchillo entre los dientes. Y aplicando siempre uno de los más saludables oficios en este mundo: romper las paciencias.

FUENTE: La Vaca

Por Sergio Ciancaglini.

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Mujer maravilla: Miryam Gorban y la Soberanía Alimentaria

Es símbolo y maestra de cómo pensar el país partir de la alimentación. Tiene 88 diciembres. Trabajó con Ramón Carrillo y con René Favaloro. Estuvo desaparecida. Participó en las ollas populares durante las crisis. Sus experiencias, y la apuesta por el optimismo. Vicentín, AF, la soja, los chanchos chinos, el comunismo, la agroecología, la sensibilidad para comprender la época. Y un detalle misterioso: ¿qué es la Soberanía Alimentaria?

«Vos decís algo, y no te dan pelota. Lo dice el Presidente, y entonces ya es noticia”, protesta y ríe.

Miryam Kurganoff de Gorban

Miryam Kurganoff de Gorban –Kita para la familia y la gente amiga, clase 1931, criada en Añatuya, nutricionista de cuando nadie hablaba de eso, dos veces Doctora Honoris Causa, marxista “de comunión diaria”, cocinera de empanadas antológicas y timonel de una vida que es una travesía asombrosa– es injusta consigo misma.

Hace 24 años está hablando de Soberanía Alimentaria. Desde la soledad absoluta ha sido tan insistente, clara, convincente y cabeza dura (o sea, cabeza abierta) que le han terminado por dar tanta pelota, que hasta el Presidente amplificó el tema. Se puede sospechar, al revés, que es a él a quien no le dieron la pelota que esperaba al relacionar, acaso desacompasadamente, Soberanía Alimentaria con su proyecto de expropiación o salida a la situación empresario/delictiva del grupo Vicentín.

Aclara Miryam: “Creo que él lo pensó bien pero después, por las presiones, el gobierno se achicó. Expropiar esa empresa no era la Soberanía Alimentaria, pero sí un avance, y principalmente una forma de recuperar herramientas para el país.

Vicentín te daba dos puertos cuando hoy casi todos los puertos del país son privados. Googlealo, y es de terror.

O nos daría herramientas para la exportación. No hay flota mercante, línea de bandera que comercialice, ferrocarriles, el neoliberalismo se llevó puesto todo. ¿De qué corno estamos hablando?”

Se enoja Miryam pero enseguida se pone contenta porque está viviendo en casa de su hija y están allí una de sus nietas, con bisnieta en brazos. Cuatro generaciones de mujeres. Miryam fue mamá 5 veces, desde1953. Dos hijas (Silvia y Claudia), luego un varón, Sergio, que murió a los 3 meses en medio de la epidemia de polio. El segundo varón, Jorge, fue víctima a los 35 años de otra pandemia: accidente automovilístico. A Miryam la templanza le viene de lejos. El quinto hijo es Marcos, que hoy está preparando un libro sobre su madre. Tiene 9 nietxs y 8 bisnietxs.

La cuarentena la hizo ducha en el manejo de las plataformas para participar en toda clase de seminarios, conversatorios, encuentros, reuniones de su CALISA (Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina) o del Diplomado Andrés Carrasco de Comunicación Ambiental. “Tengo dos o tres reuniones por día. Estoy en todas partes”.

Se ha reunido virtualmente con ministros, legisladores y funcionarios que tratan con afecto y respeto a una mujer cálida, que no se olvida de ser volcánica cuando hace falta. El día de la noticia de la expropiación de Vicentín, en junio, se permitió ilusionarse con el proyecto, pero envió dos señales:

1) “Si no hablan del acceso a la tierra y de agroecología, señor Presidente, no es Soberanía Alimentaria” y 2) “no le firmo un cheque en blanco a nadie”.

La bisabuela me mira por la pantalla y recuerda que en 1996 viajó a Roma a una cumbre mundial sobre alimentación organizada por la FAO, en la que conoció al hondureño Rafael Alegría: “No me olvido más. Es uno de los fundadores de Vía Campesina. Hoy está perseguido en su país. Se sentó horas a explicarme lo que significa la alimentación como un tema político y no técnico. Me enganché totalmente”.

¿Qué es la Soberanía Alimentaria? Miryam propone las palabras de Vía Campesina:

“El derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo.»


«Esto pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Defiende los intereses de, e incluye a, las futuras generaciones. Nos ofrece una estrategia para resistir y desmantelar el comercio libre y corporativo y el régimen alimentario actual”.

La definición reivindica luego la producción local, la agricultura familiar, la sostenibilidad ambiental, social y económica, el comercio transparente, los derechos de los consumidores, el derecho de acceso a la tierra, al agua, a las semillas, a la biodiversidad. Plantea finalmente: “La soberanía alimentaria supone nuevas relaciones sociales libres de opresión y desigualdades entre los hombres y mujeres, pueblos, grupos raciales, clases sociales y generaciones”.

Mongo Pirulo

¿Esa definición tiene puntos de contacto o de choque con el actual gobierno? “Vos ves que hay debates internos, es un gobierno heterogéneo y con el marco económico, social, sanitario, cultural, es difícil avanzar. Hay pasos que parecen tímidos, pero son importantes. Un ministro como (Juan) Cabandié que en vez de disfrazarse de planta y hacer pavadas, habla del glifosato y se mete con los incendios. O la creación de la Dirección de Agroecología. Esas cosas las destaco porque si no, ¿para qué lo hacen?” «Por cosmética, puede pensar la gente desconfiada, si no se les da poder para actuar realmente: “Pero siento que ahora nos están escuchando. Eso lo valoro”.

Miryam & los chanchos:

“Lo que pasa es que el gobierno se reúne con el Consejo Empresario Mongo Pirulo para sembrar más soja o poner megagranjas de chanchos, y tendrían que recibirnos también a nosotros que estamos planteando que no podemos seguir agravando la situación social y sanitaria.

Es como me enseñaron las mujeres peruanas en una marcha: ‘No estamos en la protesta, sino que tenemos propuestas, y entonces exigimos respuestas’. En el caso argentino, esto no se arregla con más soja o con armar un gran chiquero. Por eso proponemos la agroecología. Y en el caso de los chanchos, como dice siempre Remo Vénica (de la granja Naturaleza Viva), que haya miles de pequeñas granjas, producción local que estimule la agricultura familiar sin afectar el medio ambiente, y no pocas megagranjas con miles de vientres cada una, abuso de antibióticos para el rápido crecimiento, animales chapoteando en su propio estiércol, contaminación de la tierra, el agua y el aire”.

Dato: En el siglo pasado los cerdos fueron el símbolo para la izquierda de capitalismo y opresión. Hoy el sistema alimentario coloca a dichos animales como uno de los emblemas del hacinamiento y la muerte.

China viene de una peste anterior a la del Covid-19 que mató a más de 200 millones de cerdos de sus megagranjas (¿el coronavirus masivo será culpa solo de murciélagos o pangolines?) y está entusiasmada con sacarse parte del problema de encima, criando porcinos en Argentina. Allí está el origen del negocio.

La concentración parece justamente la clave en la que coinciden los negociadores chinos y argentinos.


Claro, solo ven las divisas de la soja. Y más teniendo ahí a Felipe Solá. Metió el monocultivo sojero (al aprobar los transgénicos en 1996) y ahora va a querer meter el rmonocultivo de cerdos. Por eso proponemos hacerlo, pero de otro modo. Y es un dato que hayan postergado el acuerdo con China hasta noviembre, diciendo que quieren incluir un artículo de cuidado ambiental. Eso es porque escucharon las movilizaciones y reclamos. Habrá que seguir insistiendo.

¿Qué le dirías a Solá si te lo cruzás?

Lo que le digo a todos. Que me expliquen cuál es el beneficio del modelo sojero. Enriqueció a unos pocos, envenenó la tierra, la gente, y nos contaminó la vida. Están los pueblos fumigados como testigos de las consecuencias del modelo. Que se hayan desmontado miles de hectáreas de bosques para la soja es un atentado total a la naturaleza. Y encima seguir haciéndolo en plena pandemia, ¿qué es? Te lo digo como changuita santiagueña:

no podemos salir a andar, pero ellos siguen fumigando y dicen que es “tarea esencial”.

Increíble. Sobre todo cuando tenés la agroecología que te está demostrando que se puede producir en campos grandes, a gran escala, y exportar alimentos.

Hay más de 80.000 hectáreas agroecológicas para cereales, oleaginosas y ganadería, y cada vez más producción intensiva de verduras y frutas sanas.

Nos siguen vendiendo el modelo de agrotóxicos porque es el negocio de las corporaciones. Así que con esas cosas yo voy a seguir siempre igual con los funcionarios: rompiéndoles la paciencia.

Una mocosa con Carrillo

Las charlas con Miryam nunca son lineales, se pueden ir por las ramas o por las raíces para dejar ver el árbol y los bosques. Mezclan entusiasmo y ganas de contar aventuras (y algunas desventuras): la experiencia como riqueza que se comparte.

Dice: “Habría que fijar una política alimentaria. Yo quiero exportar. Pero si estamos en un plan contra el hambre, primero resolvamos el problema interno. No es un tema de Cancillería. Es un tema de Hacienda, Salud Pública, Medio Ambiente.»

«Me gustaría que haya una Dirección de Alimentación como quiso hacer Ramón Carrillo, con el que alcancé a trabajar”.

Salto repentino de 70 años. Para ubicarnos antes de llegar a Carrillo: Miryam creció en Añatuya, Santiago del Estero, donde se habían instalado los Kurganoff: “Un lugar de mucha miseria, veías las viudas jóvenes de negro que no tenían jubilación ni un carajo, mucha penuria de la gente, incluso de mis compañeros de escuela que se quedaban a comer en casa porque vivían a leguas y estudiaban magisterio como salida laboral”.

Su padre vendió máquinas de coser Singer y luego fue corredor de toda clase de productos, desde perfumes hasta discos, a lo Melquíades en Cien años de soledad, y su madre instaló una librería escolar. “Veníamos de estar sin comer, pero las cosas mejoraron. Igual, me dolía la penuria que había alrededor: eso te queda pegado en la piel”.

Conoció al conscripto Luis Gorban que tenía 20 años y vivía en Córdoba. Ella tenía 17. “Luis era comunista, militaba en la Universidad de Córdoba. Yo tenía la sensibilidad social, él me dio el marco teórico que entendí totalmente”. Se enamoraron, hubo años de noviazgo con mucha carta y poco encuentro. No existían los mails ni Facebook, entre otras antigüedades.

Miryam marchó a Buenos Aires a casa de unas tías: “Quería estudiar Medicina pero tenía que dar como 14 reválidas porque era maestra y no bachiller. Supe que existía la tecnicatura de dietista. Por lo menos tenía que ver con la salud, y me anoté”. Luis se mudó a Buenos Aires, terminó Medicina en La Plata, y se casaron en 1951.

“Ese mismo año me recibí de dietista, y Ramón Carrillo que era el ministro de Salud nombró director de Alimentación a mi profesor Horacio Storni, y a mí”.

Storni la tenía como alumna predilecta, y casi la lleva a atender a Evita. ¿Cuál fue el problema? “No quise afiliarme al Partido Peronista. Yo no era antiperonista. Había visto en Añatuya la alegría de la gente, la diferencia entre beneficencia y solidaridad, que es lo que transmitía el peronismo. Pero no aceptaba afiliarme”. Luego Storni cambió de puesto, la Dirección quedó desarticulada pero Carrillo ordenó armar un plan de alimentación para todos los hospitales del país. Solo quedaba Miryam como dietista, que organizó el plan. Carrillo la convocó y cuando la vio le preguntó a la secretaria: “¿Quién es esta mocosa?” Mejoró todo cuando le dijeron que la joven venía de Santiago del Estero, como él. El programa de la veinteañera empezó a implementarse, luego tuvo a su primera hija (1953) y se mudó hacia otras zonas de la vida.

La cosmetóloga y Favaloro

Miryam habla de las posibilidades productivas argentinas: moras, higos, granadas, tunas mejores que el kiwi, mangos antológicos que se tiran en Formosa, paltas, espárragos, arándanos, aceite de oliva, producciones no transgénicas de la RENAMA (Red de Municipios y comunidades que apoyan la Agroecología) y la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra). Cuenta de la centolla y los langostinos en medio saqueo de la riqueza pesquera y menciona el caso de una niña estaba asombrada porque vio en una granja gallinas vestidas: “Claro, tenían plumas. Nunca había visto”.

Recuerda que en 2015 el ministerio de Salud de Daniel Gollán la invitó a dar una charla con miles de trabajadoras de esa cartera: “Les voy a cobrar esta charla. Me van a tener que pagar con un aviso, una publicidad oficial que hable de la salud, porque no hay ni una”. Recibió un aplauso, pero ninguna publicidad.

¿Qué aviso lanzaría Miryam? “Uno que diga: ‘dale la teta a tu hijo para que crezca sano y feliz.


Basta de darle cocacola y comida chatarra pensando que así va a ser rubio y de ojos celestes: así va a ser un enfermo. Y hay que hablar de la teta. Porque van y hacen encuestas en los barrios sobre la ‘lactancia materna’ y las mujeres no saben de qué les están hablando” dice Miryam, alérgica a los lenguajes vacíos de las burocracias estatales y oenegeísticas. Agrega:

“Es que no estamos teniendo una política comunicacional que nos cambie la cabeza colonizada que tenemos. Tendría que haber mensajes que digan: tome agua, la bebida de los pueblos fuertes”.

Paralela a su experiencia con Carrillo, la militancia en el Partido Comunista la había llevado a estar en la creación de la Unión de Mujeres Argentinas.

“Ya en aquella época reclamábamos igual salario por igual tarea. No se hablaba de feminismo, eso vino después”.


Miryam pasó de Salud Pública al Instituto de Nutrición que funcionaba en el Pasteur, con el doctor Pedro Stramesi: “Un gran maestro de cocina”. En 1953 comenzó su seguidilla de partos y a fines de los 50 fue convocada al Sanatorio Güemes para encargarse de la alimentación. El trabajo y la crianza en simultáneo la obligaron a renunciar. “Ya estábamos en Lomas de Zamora, y puse en casa un consultorio de Dietética y Cosmética. Me tenía que ganar mis ingresos” dice como justificándose. “Ahí me aparecían todos los trastornos alimentarios, desnutrición, obesidad, diabetes”. Empezaba a intuir en qué medida la alimentación era un tema personal, y a la vez social y político, mientras saltaba de su consultorio a militar en reclamos contra el despido de ferroviarios durante el frondicismo. “Siempre fue así, haciendo de todo. Balconear, nunca jamás –cuenta, y cita a Pablo Neruda-. Confieso que he vivido”.

Desde el Sanatorio Güemes volvieron a llamarla en 1972 para acompañar una hazaña científica: el doctor René Favaloro había desarrollado en los Estados Unidos la técnica del by-pass coronario, pero había decidido reinstalarse en el país y trabajar en el Güemes. “Me hice cargo del Departamento de Alimentación para profesionalizarlo al máximo: había 3.000 empleados, enfermeras y médicos, la guardería con más de 100 hijos de trabajadores y 1.000 camas, incluyendo a los pacientes de alta complejidad. Fue una experiencia impresionante” dice sobre su rol como directora de esa especie de industria destinada a nutrir y salvar vidas.

Miryam desaparecida

La nada se resolvía con sopa, puré y compota. “Teníamos 15 nutricionistas. Armábamos las comidas según los pacientes, no eran un número sino un nombre. Investigábamos los alimentos y hacíamos encuentros con los médicos, incluido Favaloro que nos escuchaba asombrado. Presentábamos las tablas nutricionales. Me acuerdo que no sabían cuánta sal tenían los grisines y decían: ‘¿nosotros estamos comiendo eso?’ Hasta el agua mineral estudiamos”.

Memoria: “Favaloro era un tipo sencillísimo, el médico rural de Jacinto Aráuz, su pueblo. A las 7 de la mañana estaba operando. Al mediodía daba una vuelta y comía algo sencillito, un sándwich y agua. A las 7 de la tarde seguía ahí adentro. Cuando podía, recorría el país para enseñar y transmitir lo que sabía. Era esa cosa del científico de verdad, generoso, que piensa en lo social y no en el lucimiento o en el escalafón de su carrera. Lo que después conocí en Andrés Carrasco (ex presidente del CONICET, quien descubrió los efectos del glifosato), y lo que antes había sido el propio Carrillo”.

Llegó el golpe de Estado de 1976 y a fines de ese año sus dos hijas fueron secuestradas por participar en centros estudiantiles universitarios. Silvia (hoy médica) estaba embarazada. “No sabíamos en esa época lo de los robos de bebés. La nena nació después, le pusieron Marcela pero siempre decimos que tendría que llamarse Milagros”.

Las patotas militares se llevaron del Güemes a la propia Miryam y su Citroën celeste en 1978.

“Yo nunca dejé de militar, y además con mi marido éramos gente muy conocida. Vos imagínate que se atendían con Luis y venían a casa Mercedes Sosa, Álvaro Yunque, Horacio Guaraní, Juan Carlos Castagnino, Ramón Ayala, Cesar Isella, Armando Tejada Gómez. Osvaldo Pugliese no, pero lo recibimos en un acto en Lomas. Yo digo que lo mío habrá sido una delación mal barajada: en el Güemes habían secuestrado a la comisión gremial y Jorge Tanco y otras cinco compañeras siguen desaparecidas”.

La llevaron al centro clandestino El Banco, en La Matanza, donde organizaba secuestros, torturas y desapariciones Julio Simón, más conocido el “Turco Julián”, policía de cruz esvástica en el llavero, que sigue cumpliendo condena por múltiples delitos de lesa humanidad. “Me tenían encapuchada y encadenada a un cubil para perros. El que me torturaba era otro.

«El Turco daba las órdenes y, ¿sabés qué hacía?: Tomaba anfetaminas para aguantar y quedarse todo el día ahí, el guacho.»

Como robaban los discos de los secuestrados un día pusieron uno y era de César Isella, sobre Salvador Allende. Se ve que yo me sonreí. El Turco dijo: “Mirá la bolche, cómo ser ríe”, y rompió el disco. Estaba totalmente pichicateado”.

Reconoce Miryam que pese al miedo siempre intentó estar tranquila: “Vino un coronel a interrogarme, a jugar de policía bueno. Me dijo: “Usted tendrá mucho odio, pero tiene que comprender lo que hacemos porque de muchos camaradas son una lápida en el cementerio’. Le contesté: ‘Lo felicito. Ustedes por lo menos tienen una lápida. ¿Dónde están nuestros compañeros? Ni lápida tienen’. Siguió la discusión y le dije:

‘‘Mire, yo estoy muy tranquila porque hubo un Nüremberg’ y el tipo no habló más”.

En otro momento le dieron lápiz y papel para que delatase nombres de su organización. Miryam hoy estalla en carcajadas al recordarlo: “Les puse a Victorio Codovilla, que ya se había muerto. Ellos querían saber del aparato, pero de esos meollos yo nunca supe nada”. Le secuestraron su agenda. “Creían que había lenguaje cifrado. Vieron ‘Aceite’, llamaron y era Molinos, donde hacíamos los pedidos. Una compañera de hemoterapia me había regalado un libro y me lo dedicó: ‘A la jefa’”, pero estos creían que era una jefa guerrillera y no la jefa de un servicio”.

Mientras ella seguía detenida, su marido Luis habló con Favaloro quien le dio una carta para el comandante del Cuerpo I del Ejército, Guillermo Suárez Mason. “Hubo mucha movida denunciando mi caso, pero creo que es a Favaloro al que le debo la vida”. Dos semanas después del secuestro, le informaron que iban a liberarla. “Me llevaron a otra habitación y había que esperar bastante. Les pedí algo para leer y me trajeron la novela El día del chacal (de Frederick Forsyth, sobre un intento de asesinar a Charles De Gaulle por parte de la derecha terrorista francesa). Cuando tuvieron todo listo para irnos les dije: ‘Esperen que me faltan dos páginas’. No lo hice para provocarlos. Realmente estaba interesante el libro y no me quería perder el final”.

Es difícil calcular cuánto poder hubo en esa tranquilidad: “Siempre fui así. Hay gente que agacha la cabeza pero para mí somos todos iguales. Estuve con la gente más famosa y la más anónima, y eso te enseña a moverte. No pisoteás, ni rendís pleitesía porque el otro esté en un escalón distinto al tuyo. Pero bueno, lo cierto es que puedo contarla. ¿Cómo no ser optimista”.

Es una optimista de la voluntad y del corazón que puede contar su experiencia en las crisis del 89 y la de 2001: “Estuve en la alta complejidad y también en las ollas populares donde se establecen las relaciones y las resistencias más increíbles”.

Puede contar sus premios infinitos, pero refunfuñar inmediatamente: “¿Cómo me dan a mí dos doctorados Honoris Causa, y a Favaloro no le dieron ninguno ni lo tuvieron como profesor universitario? Dejame de joder”. Me envía un video en el que Favaloro dice en los 90: “Esto más que neoliberalismo es un neofeudalismo” y “no concibo a un universitario sin compromiso social. Tiene que contribuir a que la sociedad sea cada vez mejor, más solidaria y más justa”. Ella agrega:

“Eso es la ciencia digna, como lo que representó Carrasco y hoy toda una camada de gente joven que quiere hacer cosas en serio y no a sueldo de las corporaciones”.

Razonamiento sobre el presente: “El problema es que no podemos articular lo que hacen los pueblos contra la minería, los pueblos fumigados, los que producen agroecología y tantas otras luchas”.

A la vez, más que buscar grandes articulaciones, lo suyo es el contacto personal, la charla, el viaje, lo local, la siembra.

Queda como debate: ¿serán las grandes articulaciones las que funcionan (lo que Miryam piensa), o serán los infinitos gestos pequeños y cotidianos (lo que Miryam hace) los que terminan generando los cambios de cultura, los contagios de sensibilidad, de modos de ser y de actuar? ¿Serán las dos cosas, o cada una según el momento?

La Soberanía Alimentaria abrió a la joven comunista a un territorio que es pura actualidad, juventud, fertilidad, horizontalidad, creación. “Es algo universal, algo que crece no desde arriba sino desde abajo. Son otras palabras, otros lenguajes, otros tiempos. Pero siempre se trata de cambiar el capitalismo”.

Todo lo que hace tal vez no tenga que ver con haber sido militante, dietista, matriarca nutricionista, detenida-desaparecida, referencia internacional, doctora honoris causa y todo lo demás, sino con la sensibilidad para entender la época y hacer el magisterio que imaginaba aquella chiquilina de Añatuya a la que se le pegaba a la piel lo que veía alrededor. Con esa sensibilidad se la ha pasado ejerciendo como maestra, nutriendo la vida, las ideas y las acciones de mucha gente dispuesta a cambiar la cultura, la mesa, las relaciones y el futuro. Al estilo de la más célebre imagen de Miryam: sonriendo, con el cuchillo entre los dientes. Y aplicando siempre uno de los más saludables oficios en este mundo: romper las paciencias.

FUENTE: La Vaca

Por Sergio Ciancaglini.

Promulgaron las leyes de Espacio Marítimo y de creación del Consejo Nacional de Malvinas

El Consejo Nacional deberá generar los consensos necesarios para diseñar e implementar políticas de Estado que tengan por objeto efectivizar el ejercicio pleno de la soberanía de esas áreas. La otra ley establece los límites exteriores definitivos de la plataforma continental, más allá de las 200 millas.

El Gobierno promulgó hoy las leyes que crean el Consejo Nacional de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y la relacionada con los Espacios Marítimos e Insulares Correspondientes, que define las coordenadas del límite exterior de la plataforma continental Argentina e insular.

Por medio del Decreto 694/ 2020 publicado hoy en el Boletín Oficial, con la firma del presidente Alberto Fernández; del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y del canciller, Felipe Solá, se promulgó la ley 27.558, sancionada el pasado 4 de agosto, que crea el consejo nacional, en ámbito de la Presidencia de la Nación.

En tanto a través del Decreto 693/2020 se promulgó la ley de 27.557, de Espacios Marítimos, sancionada también el 4 de agosto pasado, con la firma de los mismos funcionarios.

El ministro del Interior, Eduardo De Pedro, se reunió ayer con el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería, Daniel Filmus, y aseguró que desde el Gobierno van a «apoyar todas las acciones para implementar la ley que determina el nuevo mapa biocontinental de la Argentina y trabajar junto a las provincias para su difusión en todo el país».

«Las Islas Malvinas y la Plataforma Continental son argentinas y el reclamo de su soberanía es una política de Estado»

eduardo de pedro

Por su parte, Filmus señaló en declaraciones a Télam que se trabaja para «institucionalizar el Mapa Bicontinental en todos los documentos y en oficinas públicas nacionales y provinciales de todo el país».

«El Ministerio del Interior y la Cancillería vamos a hacer un esfuerzo conjunto para que las leyes de creación del Consejo Nacional de Malvinas y de demarcación del límite exterior de la Plataforma Continental, que fueron promulgadas hoy, puedan fortalecer nuestro reclamo de soberanía», sostuvo Filmus.

El Consejo Nacional que se crea deberá contribuir a generar los consensos necesarios para «diseñar e implementar políticas de Estado que tengan por objeto efectivizar el ejercicio pleno de la soberanía de esas áreas y colaborar en la elaboración del sustento de la posición argentina en la disputa de soberanía en sus aspectos geográficos, ambientales, históricos, jurídicos y políticos», según indica la norma.

Además, propondrá y desarrollará actividades de docencia e investigación que aporten conocimiento al pueblo argentino sobre la justicia del reclamo del ejercicio pleno de soberanía.

Asimismo, colaborará en la difusión y promoción de los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los Espacios Marítimos e Insulares Correspondientes, en el ámbito regional y global; y propondrá estrategias que aporten al reconocimiento permanente de los excombatientes de Malvinas y caídos en combate y de sus familiares.

El Consejo Nacional estará integrado por el Presidente o la Presidenta de la Nación, quien lo presidirá; el Ministro o la Ministra de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto; y el Secretario o la Secretaria de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto.

También por un diputado/a designada por cada uno de los tres bloques con mayor representación parlamentaria, un senador/a designado por cada uno de los tres bloques con mayor representación parlamentaria, el gobernador/a de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur; dos especialistas en Derecho Internacional; tres representantes del sector académico y científico; y un representante de los Ex Combatientes de Malvinas.

La otra ley establece los límites exteriores definitivos de la plataforma continental, más allá de las 200 millas.

FUENTE: Télam

Comida china

China es el mayor productor/consumidor mundial de carne de cerdo, consumo que no deja de crecer de la mano de su industrialización. Un país de 1.390 millones de habitantes contaba con 700 millones de chanchos (1 cerdo cada 2 personas). El 50% de los animales con origen campesino, de granjas familiares, el resto se genera en macrogranjas de ganadería industrial porcina propiedad de un grupo reducido de empresarios millonarios, la alta burguesía china.

Las macrogranjas son un gran negocio, pero también una incubadora de epidemias.

En 2018 China sufrió un fuerte brote de Peste Porcina Africana producido por el virus Influenza G4 EA H1N1 altamente contagioso (y potencial patógeno humano).

Para evitar su propagación sacrificaron 200 millones de cerdos y perdieron más de 20 millones de toneladas de producción.

Su consumo interno, de 54 millones de toneladas, tendrá déficit de provisión por al menos 8 años. La epidemia porcina se extendió por Asia llegando ya al este de Europa.

La respuesta del gobierno central fue obligar a las grandes empresas porcinas a integrarse con las granjas familiares de las provincias y mantener controlada la población de las macrogranjas para impedir el efecto pandémico reiterado.

Pero esta política no garantiza la provisión de la demanda de carne porcina para la población de clase media y alta en este megapaís, así que tendrán que proveerse del exterior por varios años.

En el mercado global el mayor exportador de carne de cerdo es la Unión Europa con ventas por 2,93 millones de toneladas en 2019, seguido por Estados Unidos (2,66 millones), Canadá (1,33 millones), Brasil (730.000 toneladas) y Chile (200.000 toneladas), volúmenes insuficientes para los chinos a los que les faltan 20 millones de toneladas.

Negocio porcino para la Argentina

La Argentina produce 750.000 toneladas anuales de carne porcina. La piara nacional está conformada por 6 millones de cabezas (1 cerdo por cada 7 personas), con un consumo interno en crecimiento y exportaciones que también crecieron por la demanda china.

El Presidente Macri abrió las exportaciones en abril de año pasado y China habilitó 22 frigoríficos locales para exportar. El volumen total se estima en 40.000 toneladas para este año, insignificantes para las necesidades orientales.

Desde hace meses la prensa hegemónica alude a una ventana de oportunidad para el país: convertir nuestras proteínas vegetales (soja y maíz) en proteínas animales y proveer directamente al mercado chino con problemas (sanitarios).

El 3 de junio Clarín mencionaba un acuerdo inminente con China y adelantaba detalles de un memorándum en construcción. El 6 de julio el canciller Felipe Sola reconoce públicamente estas negociaciones y menciona que avanzamos en una asociación estratégica con China en el rubro porcino.

Otros medios voceros del agronegocio (Elabcrural.com, Noticias Agropecuarias.com, La Voz.com, etc.) festejan el avance en las negociaciones y repiten las mismas cifras.

Pero algunos representantes de la mediana y pequeña producción porcina las ponen en duda. Nadie aclara nada, ni niegan ni confirman, parece que hay una intensa negociación con disputa interna y externa.

De todas maneras, los datos que dan los medios del agronegocio son los que debemos considerar si nadie los niega, ellos encarnan esta industria.

El plan chino en la Argentina contempla una “inversión mixta entre empresas chinas y argentinas” haciendo crecer la producción de 6 a 100 millones de cerdos en 8 años como máximo, para “producir 9 millones de toneladas de carne porcina de alta calidad”, lo que “le daría a China absoluta seguridad de abastecimiento durante muchos años”.

Llegar a exportar 9 millones de toneladas requiere multiplicar exponencialmente la capacidad de exportación, hoy exportamos 40.000 toneladas al año, 225 veces menos.

Según Clarín el memorándum contempla una primera etapa de 3 años con la generación de 20 macrogranjas de cerdos que implica una inversión de 2.700 millones de dólares para generar exportaciones por U$S 2.000 millones por año.

Una segunda etapa contempla una inversión a ocho años que llegaría a U$S 27.000 millones con 200 macrogranjas tecnificadas y exportaciones hasta por U$S 20.000 millones al año (recordemos que las ventas por oleaginosas y derivados a China actualmente no superan los 10.000 millones por año).

Aquí los chinos no siguen su política interna de abandonar las macrogranjas y fortalecer y multiplicar la producción campesina con menos de 500 faenas al año.

Para la Argentina se programa un negocio a gran escala con jugadores poderosos. Se piensa en 200 granjas enormes de cientos de miles de cerdos, ciudades industriales porcinas.

El principal argumento a favor es el trabajo que esto va a generar, pero es claro que hay que mirar que este tipo de negocio fortifica únicamente a los sectores más fuertes del agronegocio que se concentrará cada vez más y afianzara nuestro rol de subordinación colonial a nivel mundial.

Pandemias con negocios chanchos

Las macrogranjas porcinas son un negocio de imposible sostenibilidad ambiental y sanitaria.

En los últimos años España se convirtió en el establo europeo, porque allí migraron las empresas porcinas que no podían seguir produciendo en otros países por las exigencias ambientales y limitaciones en cantidad de cabezas y emisión de efluentes.

Hoy en España está desapareciendo la producción familiar y los niveles de contaminación no dejan de crecer, sobretodo en el agua. Y eso que allí solo se duplicó la producción de chanchos, aquí se programa multiplicar por centenares de veces.

En esta época de pandemia es increíble que se considere seriamente abrir nuestro país a este tipo de prácticas productivas, hoy más que nunca conocemos todos que el hacinamiento porcino genera la irrupción de nuevas cepas de virus altamente peligrosos.

Los cerdos son inmunológicamente muy cercanos a los humanos, por décadas hemos utilizado tejidos porcinos en injertos a humanos y la insulina porcina fue nuestra mejor herramienta terapéutica para la diabetes salvando millones de vidas.

El confinamiento de cerdos similares hacinados en grandes cantidades genera un ambiente totalmente artificial donde la población porcina va sufriendo enfermedades infecciosas una tras otra, como plagas, que son “controladas” con antibióticos, matanzas o traslados.

El Bienestar Animal como las Buenas Prácticas Agrícolas no existe, son eufemismos publicitarios. Millones de cerdos crecen y viven entre mutilaciones, comer sin parar, enfermar y morir.

Estas macrogranjas son incubadoras de nuevas enfermedades que saltan a nuestra especie.

La pandemia de gripe porcina surgida en México en 2009 es un ejemplo de cómo la industria moderna de cría de cerdos favorece la transmisión y propagación de muchos agentes infecciosos.

Existe un gran número de enfermedades del cerdo que pueden ser transmitidas a los humanos por su capacidad de saltar la barrera inter-especie (zoonosis).

Entre ellas: la Encefalitis Japonesa, Encefalomiocarditis viral del cerdo, Hepatitis E, Enfermedad de Aujeszk, Influenza porcina, Rotavirus, Norovirus y Sapovirus, además de muchas enfermedades bacterianas y parasitarias.

Hace días erupcionó una epidemia de influenza porcina en Brasil generada por una nueva mutación viral que puede enfermar a humanos.

Los riesgos son inaceptables hoy más que nunca, por eso los chinos buscan trasladar este tipo de producción a otras regiones.

En el plano ambiental el impacto de las “ciudades porcinas” no es menor al peligro sanitario y lo potencia aún más.

Los cerdos producen cuatro veces más desechos que los seres humanos y una macro instalación animal puede fácilmente superar a una ciudad en términos de producción de desechos.

Para la FAO la ganadería industrial es la mayor contaminante del agua para consumo humano, la carga de nitratos y sustancias orgánicas envilece las aguas superficiales produciendo multiplicación de algas cianófilas productoras de cianotoxinas (China tiene el agua más contaminada del mundo y las tasas de cáncer hepático correspondientes a esa contaminación, justamente en las zonas de macrogranjas porcinas).

También megachiqueros disparan el consumo de agua en tiempos de calentamiento global y crisis hídrica creciente.

Además los enormes chiqueros generan grave contaminación ambiental y no solo por moscas y olores, sino principalmente por altos niveles de amoniaco y sulfuro de hidrogeno que liberan a la atmósfera entre distintos tóxicos.

Otro grave riesgo que se acrecienta es el desarrollo de mayor resistencia a antibióticos.

Muchos criadores los usan como acelerador del crecimiento al reducir la flora intestinal del animal y aumentar la disponibilidad del nutriente para el cerdo, pero aun con un manejo consciente de antibióticos, estos son excesivamente utilizados por la enorme frecuencia de infecciones que se sufre en el interior de los chiqueros.

Los antibióticos son los mismos que usamos en humanos y los gérmenes se van convirtiendo en resistentes y generando superbacterias casi imposibles de tratar.

Los gases de efecto invernadero que emiten estos animales se cuentan entre los primeros imputados por el calentamiento global después de los combustibles fósiles.

Claramente desde el punto de vista ambiental y sanitario, nos estamos comprando un gran problema.

Los Socios del Desarrollo

Argentina tiene muchos problemas económicos, una deuda impagable, burguesía parásita y fugadora de divisas, democracia timorata con el poder económico, creciente inequidad social.

Hay trabas al desarrollo de las fuerzas productivas locales y siempre se busca alguna ventana de oportunidad que nos saque hacia adelante, así fue históricamente y explícitamente en las últimas décadas con las prácticas extractivistas de agricultura toxica, el fracking de Vaca Muerta y la megamineria.

La realidad muestra que solo se fortaleció un sistema de injusticia social con desposesión por despojo y se pierde democracia día a día.

Este acuerdo con China nos pone al borde de una gran transformación socio-económica y ambiental.

Muchos progresistas del campo nacional y popular se muestran muy entusiasmados porque entraremos, según ellos, en una fase de desarrollo industrial sin precedentes.

Un desarrollo que afianza el carácter extractivista y explotador de la naturaleza de nuestro modelo económico, que se cimentará en grandes grupos económicos y acentuará nuestro patrón neocolonial a nivel global.

Hace una semana en este mismo espacio Ricardo Aronskind, en Los socios del desarrollo, se ilusionaba con las inversiones chinas y analizando el creciente choque entre Estados Unidos y China ubicaba a los ecologistas y miembros de asambleas ambientales combativas de este país, como parte de una campaña anti-China y pro Trump.

Que se nos acuse de ser funcionales al Departamento de Estado yanqui es seguir desconociendo la contradicción entre el capital y la naturaleza que enunciaron Marx, Engels y Benjamin entre otros.

La crisis que acumulamos del macrismo, más la depresión de la pandemia, generan escenarios desafiantes para nuestra comunidad, necesitamos replantearnos los ejes que la organizan.

La economía ya no es la ciencia de la buena administración del hogar de Aristóteles. Por eso hoy, en los debates públicos se escucha con absoluta naturalidad acrítica la incongruencia de “cuidar la salud” o “atender la economía”.

Se ha naturalizado lo económico como modo de producción que atenta contra la vida, el ejemplo más patético es la agricultura argentina agrotoxíco-dependiente a la que se pretende sumar ahora 200 campos de concentración porcina.

Los últimos 500 años de expansión del capitalismo inauguraron una era donde la producción de los medios de vida se transformó en una maquinaria de destrucción de las fuentes de vida y de producción de desigualdades abismales y crecientes.

“Producción” pasó a significar “explotación” de los cuerpos y de los territorios.

La prioridad de la satisfacción de las necesidades vitales humanas se suplanta por la ganancia como combustible de las subjetividades que dirigen el “aparato productivo”.

Necesitamos proponer un cambio civilizatorio y no como una ingenuidad sino como una necesidad. El capitalismo es el principal virus que ha afectado lo más profundo de los cuerpos, de sus estructuras perceptivas, emocionales, libidinales e intelectuales. Es la verdadera pandemia.

Desde esas subjetividades, “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”. Pero lo cierto es que nada es más realista hoy, que reconsiderar la envergadura de los cambios que precisamos hacer. Desde ese lugar, en esa encrucijada, podemos buscar un pacto socio-ambiental que nos acerque a otros futuros.

FUENTE: El Cohete a la Luna

Argentina y China: la culpa no es del chancho

Tapa de la edición 73 de MU (febrero de 2014), donde contábamos que el principal destino de la producción sojera era para la alimentación de los chanchos chinos

La periodista y escritora Soledad Barruti -autora de Mal comidos y Mala leche, y habitual colaboradora de MU- difundió por sus redes sociales un video en el que alerta sobre las posibles consecuencias que traería la millonaria inversión china en Argentina para crear granjas industriales que exporten carne de cerdo al país asiático, en crisis luego de la Peste Porcina Africana (PPA). Los límites del modelo extractivo, las formas de producción de la industria porcina y el peligro de nuevas enfermedades, los principales ejes del video que transcribimos aquí.

Por Soledad Barruti

Necesitamos tener una conversación como la que no tuvimos en 1996 cuando en ese tórrido verano y sin siquiera traducir los documentos del inglés al español Felipe Solá autorizó la siembra de semillas transgénica en nuestro país volviéndonos esto que somos hoy: un gran sojal. ¿Qué está pasando hoy en Argentina? Tenemos la posibilidad de crear un negocio de producción de cerdos para China, aumentando la cantidad de cerdos que produce nuestro país de 6 y 7 millones a 100 millones de animales. Esto que muchos ven como un negoción puede traer consecuencias tremendas para el campo en general y nuestras vidas en particular.

Empecemos a ver de qué se trata esto.

Primero: ¿por qué llegan estas granjas industriales y la búsqueda de este documento que aún no se firmó y aún estamos a tiempo de oponernos? En China hubo un brote de lo que se conoce como Peste Porcina Africana (PPA), una enfermedad que afecta a los cerdos y es altamente contagiosa, que se manifiesta de distinta manera, pero que hace que no puedan ser vendidos como carne, que es básicamente para lo que se los produce.

China es el principal consumidor de carne de cerdos del mundo, tiene producción de unos 450 millones de animales y solo en lo que va de este año tuvo que matar 250 millones (de una forma tremenda, los enterraron vivos, los quemaron) para que no se siguiera propagando la enfermedad.

Y, obviamente, tienen una situación de que, como este fue el consumo de carne que se impuso en el país, para garantizar que sigan pudiendo ofrecer a su población esa cantidad de carne sin entrar en situaciones de peligro ni extender esto que hoy solo afecta a los cerdos pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que se puede transformar en un virus mutable e infectarnos a nosotros como esta Covid 19 que tenemos hoy y nos está teniendo acá hermosamente encerrades, China empieza a pensar en exportar sus granjas industriales y básicamente hacer lugares donde se engorden los cerdos que luego ellos van a consumir.

¿En quién pensaron? En Argentina.

Argentina está ahora en este programa de pura soja, en el que nos metimos en 1996, y es el gran alimentador de los cerdos de China: somos los que producen la soja que luego comen los animales que se engordan en ese país. Ahora vamos producir los animales.

Los problemas son varios.

En primer lugar, tenemos que pensar los problemas que ya devienen de la sojización que obviamente se va a ampliar, porque vamos a tener además que alimentar a todos esos animales. La sojización en Argentina provocó un aumento de 1400% en el uso de venenos.

Vivir en el campo ya no es una experiencia bucólica, sino la posibilidad de agarrarse cáncer, infertilidad, enfermedades rarísimas, respiratorias crónicas, y de vivir por supuesto bajo una guerra química que en cualquier momento se posa sobre una escuela, un tanque de agua.

Además nos convirtieron en uno de los 10 países del mundo con mayor deforestación, así que nos estamos cargando todos los bosques en pos de estos cultivos. También somos usuarios grandes de fertilizantes, otro de los químicos que se utilizan en el campo y van destruyendo la biodiversidad, la fertilidad de los suelos, etc.

En cuestión de granjas industriales no somos un país pequeño. Nosotros ya estamos avanzando en las granjas industriales y eso en sí mismo es un peligro.

Una granja industrial de cerdos es un lugar absolutamente infernal. Un pequeño panorama de lo que es un cerdo que se cría en estas granjas: nacen, se les extraen los colmillos sin anestesia y se les corta la cola. ¿Por qué? Porque es tal el estrés que le va a provocar la vida que les espera en estos corrales de engorde que van a empezar a comerse unos a otros.

Para evitar eso no se crean mejores condiciones de vida sino que se les arrancan los colmillos y la cola, que es lo primero que mastican entre sí.

Una cerda da unos 12/14 cerditos cada seis meses. Para hacerlo la sostienen en lo que se llaman jaulas de gestación: una cerda pasa toda su vida en una jaula del tamaño de su propio cuerpo, parada mientras está gestando y acostada mientras está pariendo y amamantando a sus cerdos, así hasta que llega al matadero.

Estas condiciones de vida tan tremendas y siniestras hacen que los animales les bajen la inmunidad, se enfermen más, haya que contenerlos así. ¿Cómo se los contiene? Con remedios:

lo que más consumen estos animales, además de los granos que se producen en los campos, son antibióticos antivirales, en el caso de los cerdos de una manera crónica, porque además estimulan el crecimiento.

En otro video ya expliqué que el factor de peligro que existe en el uso de estos remedios es brutal, porque el uso de antibióticos de forma crónica hace que las bacterias muten, que sean más resistentes y que luego no tengamos con qué tratar las enfermedades que nos aquejan.

Porque lo que aumentó la esperanza de vida en la humanidad no es que la industria se volvió mejor y nos da mejores alimentos, es porque hay remedios como lo antibióticos.

Si vos te enfermás y no hay antibiótico que te cure, estás en serios problemas y tu esperanza de vida baja radicalmente, al punto tal de que ya se habla que en los próximos años las personas van a morir más por bacterias con resistencias a los antibióticos que por enfermedades como el cáncer.

Y este tipo de resistencia bacteriana surge de estos lugares como las granjas industriales.

Por último, ni hablar que estos lugares son donde se gestan las zoonosis, estas enfermedades que saltan del reino animal al humano y que nada nos va a decir que no nos van a volver a pasar mientras sigamos agitando esta forma de producir.

La verdad es que estamos a tiempo de poner un límite a que se siga haciendo con nuestro país cualquier cosa, a que sigamos entregándonos a un agronegocio que es absolutamente suicida:

es una locura pensar que nosotros vamos a seguir profundizando estos escenarios de extrema crueldad, de extremo abuso de la naturaleza, de los animales, de las personas que viven en esos lugares y en esas granjas que son el infierno mismo y que no nos pase nada.

Vamos a terminar entregándonos a un negocio que no nos está dando mejores alimentos y que sólo está enriqueciendo al mismo puñado de siempre: las cerealeras, los empresarios rurales y los laboratorios que venden estos remedios.

Estamos a tiempo de decir que no! de hacer correr la voz y de poner un límite de esos que no ponemos nunca, para que después no sea demasiado tarde, porque ya vemos lo que pasa cuando tiramos demasiado la cuerda.

Compartamos y digamos que no a la instalación de granjas industriales en nuestro país.

FUENTE: La Vaca
lavaca.org

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Nuestro país está por firmar un acuerdo siniestro según el cual podemos pasar de producir unos 6/7 millones de cerdos a 100 millones. 💣 💣💣💣💣💣 Eso garantizaría que en China se pueda seguir súper consumiendo esa carne. Algo que hoy no está garantizado porque ese país está sufriendo una peste que los llevó a sacrificado (quemando y enterrando vivos) unos 250 millones de animales. 🔥 🔥🔥🔥🔥🔥 El acuerdo es similar al que en 1996 habilitó la producción de soja transgénica en Argentina. Una producción que hoy ocupa el 60 por ciento de nuestra tierra cultivable, aumentó en 25 años un 1400 por ciento el uso de venenos, y nos convirtió en uno de los 10 países con más deforestaciones del mundo. ¿Y todo para que? Para alimentar animales como los cerdos chinos. 💀 Si este acuerdo se lleva adelante vamos a tener más soja y más animales. Estresados, mutilados, hacinados y mega medicados. Cultivando, de yapa, nuevas pandemias. 🐖🐖🐖🐖🐖🐖🐖 El agronegocio es destrucción y muerte. Nos pone en peligro con prácticas productivas brutales y usando los bienes comunes como si fueran suyos. Y lo puede hacer porque se alimenta de nuestro desconocimiento y apatía. Estamos a tiempo de hacer lo que no pudimos en los 90: poner un límite, decir que no, acercar soluciones que existen y que se pueden resumir en soberanía alimentaria y agroecología. En estos días voy a estar compartiendo mucho material. Hagamos correr la voz ✊🏽✊🏽✊🏽✊🏽

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Polémica con China: lanzan una campaña para detener la instalación de granjas industriales de cerdos

En las granjas industriales, los cerdos viven en condiciones de sufrimiento constante FOTO: CEDOC

En menos de cuatro horas, ya hubo miles y miles de adhesiones al documento »No queremos transformarnos en una factoría de cerdos para China, ni en una fábrica de nuevas pandemias», convocado por artistas, activistas, periodistas y red de abogados ambientalistas. Lo que busca el documento es frenar un acuerdo entre la Argentina China para producir nueve millones de toneladas de carne porcina de alta calidad, lo que implicaría para pasar de producir 6/7 millones de cerdos por año a 100 millones.

Esto se debe a la crisis de la Peste Porcina Africana (PPA) en China, que, de acuerdo a un documento publicado en el blog «Pacto Socual y Económico», “ya generó la matanza de 180 a 250 millones de cerdos chinos para evitar la propagación del virus y estiman que erradicar la enfermedad les podría demandar más de 10 años. La matanza fue de modo sumamente crueles como quemarlos o enterrarlos vivos, y eso disminuyó la producción entre un 20 y un 50 por ciento”.

Información oficial. El 6 de julio pasado, la cancillería argentina difundió una comunicación entre el Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Felipe Solá, y el ministro de Comercio de la República Popular ChinaZhongShan, donde se anuncia una “asociación estratégica” entre ambos países, referida a la producción de carne porcina y se anuncia una “inversión mixta entre las empresas chinas y las argentinas” para “producir 9 millones de toneladas de carne porcina de alta calidad”, lo que “le daría a China absoluta seguridad de abastecimiento durante muchos años”.

PERFIL se comunicó con Cancilleria y el vocero oficial le anunció a este medio que »aún no hay acuerdo y que se tendrán en cuenta las prevenciones planteadas y que aún no hay fecha estimada para el lanzamiento».

Otra vez Felipe Solá

La periodista Soledad Barruti advierte que »aún estamos a tiempo de dejar de entregarnos a un agronegocio suicida», que ella compara con el Programa Pura Soja de 1996, «donde a raíz de un acuerdo de Felipe Solá, ‘nos convertimos en los grandes alimentadores de cerdos de China a raíz del monocultivo de soja».

»Pero ahora en vez de alimentar con nuestra soja a los cerdos chinos, Vamos a pasar a entregarles a los animales directamente. Con todo lo que implica la cría industrialzoonosis de todo tipo, y la resistencia bacteriana

800 mil personas mueren por año por eso.

Además de la contaminación del aire, agua, y profundización de un modelo agroindustrial que venimos denunciando», le explica a PERFIL, Marcos Ezequiel Filardi (abogado de derechos humanos y soberanía alimentaria).

Según fuentes oficiales, la Asociación Argentina de Productores Porcinos (AAPP) y la Asociación China para la Promoción y el Desarrollo Industrial de China (CAPID) impulsaría inversiones por USD 27.000 mil millones en los próximos 4 a 8 años.

Maltrato animal

Según Barrutti, los cerdos al ser hacinados en cubículos, luchan por escaparse mordiendo y golpeando los barrotes metálicos, lesionándose y provocándoles problemas mentales y físicos. Por eso se les arrancan los colmillos y la cola que por el estrés es lo primero que se lesionan. Su sufrimiento es constante y muchos padecerán problemas respiratorios.

Por su parte, el abogado Enrique Viale, agrega a PERFIL «Pasamos de «Vaca Muerta» a «Cerdo Muerto».

Las primeras firmas del documento son  Soledad Barruti (periodista y escritora), Maristella Svampa (socióloga y escritora), Guillermo Folguera (CONICET-UBA/Biologo-Filosofo), Marcos Ezequiel Filardi (abogado de derechos humanos y soberanía alimentaria), Enrique Viale (abogado ambientalista), Elizabeth Jacobo (FAUBA), Miryam Kurganoff de Gorban (nutricionista y doctora honoris causa UBA y UNR), Gabriela Cabezón Cámara (escritora), Pablo Alabarces (Sociólogo/Investigador del Conicet), Beatriz Sarlo (ensayista y escritora), Patricia Pintos (Geógrafa/UNLP), Rafael Colombo (abogado ambientalista), Gabriela Massuh (escritora), Carlos Gamerro (escritor), Alejandra García, (Fundación Franz Weber), Jesusa Rodríguez (Senadora de la República Mexicana), Liliana Felipe (compositora), Erica Rivas (actriz), Leonor Manso (actriz), Patricia Zangaro (dramaturga),

FUENTE: PERFIL
Por Agustina Grasso

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