Un informe de la Universidad Nacional del Nordeste elaborado a partir de muestreos del agua sostienen que la fauna ictícola está creciendo por encima del ritmo previo a la anterior crecida del río
Investigadores del Instituto de Ictiología del Nordeste (Inicne) afirmaron que la reproducción de peces en el río Paraná está en pleno desarrollo, luego de una serie de muestreos realizados en la provincia de Corrientes. La licenciada en Ciencias Biológicas y becaria del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Paula Bertran, adelantó a la radio de la Universidad Nacional del Nordeste los pormenores de estos trabajos.
“Hicimos un muestreo el lunes y encontramos algunos bagres, bogas, sábalos y dorados. El jueves volvimos a muestrear y vimos que la reproducción sigue. Esto tiene que ver con los movimientos del río que generan una explosión como ya ocurrió entre octubre y noviembre de 2022 cuando vimos movimiento de reproducción”, detalló la investigadora.
“Mediante muestreos ictioplancton capturamos larvas y podemos decir que hay reproducción de distintas especies como sábalos, bogas, bagres, surubíes y dorados. Cuando las traemos al laboratorio vemos sus características en la lupa, como los bigotes en los silúridos”, explicó Bertran, y agregó que “los muestreos los realizamos con redes de 200 micras, similares a las que se usan para cazar mariposas, la dejamos unos minutos en el canal de navegación y después volcamos el contenido en un recipiente con alcohol”.
En este sentido, aclaró que “para que la reproducción sea exitosa las condiciones ambientales deben ser favorables: el caudal del río debe seguir así y deben tener alimento con el correr de los días para seguir creciendo. Hay que aclarar que no todas las larvas sobreviven y llegan a ser juveniles o adultos. Además de ver que hay reproducción de estas especies buscamos tener más información de su biología y saber que estos movimientos de agua ayudan y es importante que el río se mantenga en estos niveles”.
El pronóstico del Instituto Nacional del Agua (INA) prevé que el efecto del aumento del aporte del río Paraguay sobre el río Paraná se intensifique durante la primera quincena de marzo.
El Paraná ya superó los dos metros a la altura del puerto de la capital entrerriana. La represa de Itaipú abrió dos de sus compuertas para liberar 12 millones de litros de agua por segundo debido a intensas lluvias en los últimos día.
La crisis hídrica que se vivió en gran parte del país desde mediados de 2019 parece empezar a transitar sus últimos meses, según los distintos pronósticos oficiales y de estaciones meteorológicas. Las últimas lluvias en el país y en Brasil parecen marcar la transición de La Niña hacia una fase neutral.
El río Paraná medía este martes 2.11 metros a la altura de la capital entrerriana, según los registró de Prefectura a los que accedió Elonce. El curso de agua creció nueve centímetros desde la última medición de ayer.
La recuperación progresiva permitió, por ejemplo, que en Paraná se vuelvan a habilitar las playas en el balneario Municipal y Bajada Grande, con perspectiva hasta fin de la temporada.
En Entre Ríos a la altura de La Paz este lunes el río Paraná mide 3.42 metros, luego de crecer 12 centímetros. Mientras que en el puerto de Diamante se registran 2.30 metros con una crecida de dos centímetros. En Victoria, en cambio, el río se mantiene estacionario con 2.68 metros.
En ese contexto, el río Paraná viene creciendo a ritmo sostenido, en todo el tramo argentino. De hecho, se espera que el Paraná continúe repuntando, debido también a la presencia de precipitaciones en distintas cuentas, sumado a la apertura de presas de embalse brasileñas ubicadas en la cuenca del Alto Paraná.
Pronósticos
Ahora, nuevas descargas de las represas de Brasil dan cuenta que habrá nuevos repuntes del río, por encima de su actual altura.
Según el Instituto Nacional del Agua (INA), frente a la costa de la capital provincial podría llegar a casi 3 metros, en el último día del mes.
Para el organismo, se observan “tendencias consideradas en los valores medios diarios. Los niveles se registran dentro del rango de aguas medias-bajas. De acuerdo con la perspectiva meteorológica y los caudales previstos desde la alta cuenca, los niveles continuarán en ascenso hacia aguas medias”.
La apertura de compuertas en Itaipú
Luego de siete años, la Central Hidroeléctrica Itaipú abrió este domingo dos de las tres canaletas de su vertedero. La última apertura simultánea para el vertido del excedente de agua del embalse se había realizado en marzo de 2016.
La descarga por la canaleta central, compuesta por cuatro compuertas, se inició en la madrugada de este domingo y se extendió durante todo el día. La apertura de la canaleta izquierda se había dado el 14 de enero y se prevé que continúe vertiendo agua en los próximos días.
La entidad binacional paraguaya-brasilera, ubicada a unos 30 kilómetros de la localidad limítrofe argentina de Puerto Iguazú, informó que las maniobras de apertura fueron necesarias debido a las intensas precipitaciones registradas aguas arriba en el río Paraná.
A través de la canaleta izquierda, pueden ser vertidos hasta 10.600.000 litros de agua por segundo. El pasado sábado, el vertido llegó a 10.500 m3/s. Ante la necesidad de aumentar ese volumen, fue necesario abrir la canaleta central, por motivos técnicos. No se prevé la apertura de tres canaletas.
Juntas, las canaletas izquierda y central vertieron 12 millones de litros de agua por segundo el mediodía de este domingo. El volumen equivale a ocho veces el caudal promedio de las Cataratas del Iguazú.
El miércoles último, la Binacional activó la Comisión Especial de Crecidas (CEC), para acompañar la situación hidrológica del río Paraná y preparar asistencia a las comunidades ribereñas, especialmente en Paraguay.
El Paraná bajó a 0,45 metros este martes y el poco caudal se concentra sobre el canal del río mientras que los arroyos y lagunas se secan. “El sedimento de los riachos se acumula y deja de entrar el agua porque no dragan las bocas”, alertaron desde Victoria, donde también empieza a escasear el agua para las personas
El dragado del canal del río Paraná obra como una manta corta en medio de la sequía y el zanjón para garantizar la navegación de barcos mercantiles se chupa el agua de los arroyos y riachos del humedal.
Una de las consecuencias es la mortandad de peces que quedan atrapados en charcos calientes y sin oxígeno. Pero también el agua potable escasea para las personas en zonas de islas y Victoria: “Tenemos un problema urgente”.
“Nos pasó el año pasado y vuelve a ocurrir ahora, con la bajante no entra agua a los riachos y el humedal se seca”, alertó Javier Núñez, guía de turismo y pesca en las islas e integrante de la organización “Humedales Victoria”.
Conocedor de la zona, Javier contrastó un proceso de dragado continuo sobre el cauce de navegación frente a Rosario, que se mantiene en torno a los 34 pies, con la ausencia de mantenimiento de las bocas que alimentan las islas.
Según describió, “el sedimento se acumula y sube el fondo de los riachos, es alarmante cómo deja de entrar el agua porque no dragan las bocas”. “Vimos cardúmenes de sábalos atrapados en la boca del Bobo como nunca porque el río pierde profundidad, se calienta y falta oxígeno”, agregó en diálogo con Rosario3.
“A eso se suman los terraplenes ilegales, que nosotros tenemos más de 20 denunciados en la zona, que impiden el paso de agua a las lagunas para ampliar campos. Cuando el río baja, como ahora, es impresionante cómo se va el agua”, relató el baqueano, que es conocido como Tula entre los pescadores y amantes del río.
Hace casi dos años cuando la bajante no había tocado su piso (la más larga registrada desde 1884), el Taller Ecologista avisó: «Todos los impactos negativos sobre el ambiente se profundizaron con el sobredragado». Bajante y bocas tapadas
El dragado es vital para el comercio sobre «la autopista líquida» (ex Hidrovía) pero funciona como un pozo que concentra el poco caudal que circula en el Delta. El Paraná se recuperó a fines del año pasado y en noviembre llegó a los tres metros de altura frente al puerto de Rosario. Pero en las últimas semanas volvió a caer. Este martes perdió otros 11 centímetros y llegó a 0,45 metros. Altura del río: bajo cero en enero del 22, recuperación en noviembre y nueva caída (Prefectura).
Si bien el Instituto Nacional del Agua (INA) pronosticó esta nueva bajante, los registros ya están en los niveles mínimos de esos informes y se acercaría a cero la semana que viene (0,20).
Las organizaciones ambientales de Victoria elaboraron un informe con imágenes que indican tres bocas que son “indispensable dragar para que alimenten a nuestro humedal y así lograr que los riachos y arroyos mantengan su caudal actuando como cortafuegos naturales”.
Uno de esos puntos es la “Boca a la altura de la boya 500”, frente a Diamante (32 13’43”S 60 39’37”w).
Además, avisaron: “La ciudad de Victoria está atravesando una crisis hídrica sin precedentes que pone en riesgo el abastecimiento de agua potable a la población”.
No hace falta irse muy lejos. Frente a Rosario y detrás de la Invernada, el Paraná Viejo se volvió un hilito de agua como ocurrió el verano pasado, reflejó De 12 a 14 (El Tres) este martes. Mortandad de peces y zonas sin agua potable
El sitio de Radio Victoria difundió un video en donde se refleja ese fenómeno: sábalos muertos y estancados en cursos decrecientes.
Según explicó Javier Núñez, la Municipalidad de Victoria añadió una capa de complejidad a la coyuntura al intentar tabicar la salida de agua de la Laguna Grande para que, de alguna manera, no se le “escape” el poco recurso hídrico que dispone.
El año pasado, cuando el Paraná estuvo en cifras negativas de altura, la ciudad llegó a tener problemas de suministro de agua y temen que eso se repita.
Paula Arella vive en la zona semi urbana de Victoria y confirmó a Rosario3 que el suministro se redujo en las últimas semanas. “Tenemos un problema urgente porque la ciudad se está quedando sin agua, no solo los peces, las personas también”, afirmó.
«Acá no llega el tendido de la red y el camión con agua de la Municipalidad antes venía dos veces por semana, que ya era poco, y ahora cada ocho días, lo cual hace difícil la situación”, relató.
Paula contó que se baña en una palangana y luego recicla el agua para lavar la ropa y después los pisos y más tarde la usa para el inodoro. “Voy a la casa de una vecina que tiene pozo para tomar pero desde el 15 de diciembre me redujeron a menos de la mitad el suministro de agua”, señaló.
“Yo estoy yo sola, con las perras, pero hay familias acá sin agua y eso es grave. En la ciudad están cortando el agua por horas”, agregó.
El río Paraná comenzará a repuntar en pocos días, luego que este sábado, la represa Itaipú, comience a liberar caudal, debido a las lluvias en Brasil. Advierten que será durante varias semanas y diseñaron un plan de crecidas.
El río Paraná, en el puerto de la capital entrerriana, se ubicó este viernes, en 22 centímetros, cinco menos que la jornada anterior, según los registros oficiales de la Prefectura Naval Argentina. Sin embargo, comenzará a repuntar en pocos días, luego que este sábado, la represa Itaipú, comience a liberar caudal con la apertura de compuertas del vertedero de la Central Hidroeléctrica.
Lluvias en Brasil
Así lo informó la Dirección Técnica de la Entidad y ampliaron que el vertido, se debe a las condiciones de almacenamiento de los embalses aguas arriba de la hidroeléctrica, que hace necesaria esta operación.
Desde Itaipú, señalaron que, debido a las lluvias en territorio brasileño, hubo una recuperación en los niveles de los principales embalses del sistema interconectado brasileño, tras la crisis hídrica del 2021-2022, llegando a 65,8% de almacenamiento hasta el 11 de enero del corriente año. Este aumento significativo de los niveles de almacenamiento, se debe especialmente, a las lluvias que se vienen registrando desde finales de noviembre en gran parte del Brasil.
Perspectiva
Igualmente, precisaron que, durante las primeras semanas del mes de enero de 2023, han persistido las precipitaciones en territorio brasileño y esto repercutirá en los cursos de agua en territorio argentino. Asimismo, destacaron que, “a pesar de la actuación del fenómeno climático “La Niña”, observado por tercer año consecutivo, el periodo húmedo ha estado activo con el registro de sucesivos eventos de lluvias, especialmente en la región centro-sudeste y norte del Brasil”, explicó la Dirección Técnica de Itaipú.
Plan de crecidas
Sin embargo, en contrapartida, dicho fenómeno climático influenció en la escasez de lluvias en el sur de Sudamérica (incluyendo gran parte de Paraguay, sur de Brasil, Argentina y Uruguay), lo que provocó nuevas bajantes pronunciadas de los ríos.
El reporte técnico proporcionado por la Binacional señala además que, el aumento significativo de los niveles de almacenamiento de los embalses, obligó al Operador Nacional del Sistema Eléctrico Brasileño a “diseñar un plan de control de crecidas e iniciar el vertido en muchas centrales hidroeléctricas localizadas en diversas cuencas hidrográficas del Brasil”, explicaron.
Por varias semanas
Se espera que la apertura del vertedero de Itaipú, para este sábado 14 de enero, según las últimas previsiones, permanezca por algunas semanas, mientras haya recursos afluentes que no puedan ser asignados para atender a la demanda energética del Paraguay y del Brasil, refirieron desde la Dirección Técnica.
Se espera que las descargas ayuden a contribuir a mejorar las condiciones de navegación en el río Paraná, principalmente, desde la confluencia con el río Paraguay. La última vez que se abrieron las compuertas del vertedero de ITAIPU fue el 23 de octubre de 2021, con un caudal vertido de 466 m3/s en promedio.
Los ríos Paraná y de La Plata, con afluentes, son la 5ª fuente de agua natural potable del mundo. Todo lo que cambie su régimen producirá consecuencias. Así, inundaciones y sequías se agravarán, y la estafa al Estado también, sobre todo si el Estado no actúa o actúa poco y errático, como tantas veces por atender más a intereses colonialistas que a lo que importa a la población.
Por Mempo Giardinelli
Lo cierto es que por nuestro sistema fluvial en la actualidad circulan unas 3.000 barcazas –casi todas paraguayas– y alrededor de 5.000 buques de grandes portes, ninguno de bandera argentina y cargados todos con inexplicables contenidos que prácticamente ni se pesan ni controlan. De hecho sobran denuncias, incluso internacionales, sobre cargas simuladas, truchas e incluso de estupefacientes.
Esa navegación por nuestros ríos no paga los impuestos que corresponden, y ni siquiera se reconocen pesajes válidos pues todo circula en base a «declaraciones juradas».
Como se sabe, el dragado del Paraná y del Plata está a cargo, desde la concesión original en 1995, de la empresa Hidrovía S.A. que es propiedad de la naviera belga Jan de Null y de la argentina EMEPA. Son los verdaderos dueños del Paraná, y a la vez seguros promotores del cambio de nombre al río, presumiblemente para que los 10 o 12 millones de personas moradoras a ambos lados del Padre Río no advirtieran el cambio. Y simulación absurda que sin dudas facilitó la instalación de decenas de puertos extranjeros sobre la costa santafesina, todos con banderas de otros países y con policías propias.
En este contexto de innumerables idas y vueltas, y variadas confusiones, han demorado la concreción del factor fundamental para que la República Argentina empiece a torcer el rumbo errático de su política hídrica, fluvial y marítima: la desembocadura fluvial en el Canal Magdalena, que une ambos ríos con el Océano Atlántico y garantiza así la absoluta independencia de circulación. Y política que está ahora mismo, en el Congreso de la Nación, adquiriendo un relieve es de esperar irreversible.
Expertos en la materia consultados especialmente al cierre de esta nota advirtieron, sin embargo, que «podemos estar en presencia de una confusión o una avivada». Y ello porque como base de todo está el compromiso asumido por el presidente Alberto Fernández de cumplir con una decisión que ya había tomado Cristina Fernández de Kirchner en 2013 y que el mismo AF anunció que presentaría al Congreso. Lo que en efecto hizo y esta columna celebró hace un mes y medio. Y compromiso que, junto con el gobernador Axel Kicillof, no fue un asunto menor: el Presidente se comprometió a firmar un decreto delegando a la PBA la ejecución del Canal Magdalena.
Pasado poco tiempo, la semana pasada esto fue tema cuando se debatió el presupuesto nacional en el Congreso. Allí, como es habitual que el gobierno nacional delegue en provincias la ejecución de grandes obras –por ejemplo las hidroeléctricas– después de un cierto lapso aún no se había ratificado aquella decisión, que por cierto esta columna venía reclamando.
Como fuere en todos los ámbitos –afines a la soberanía o contrarios a ella– se esperaba el decreto delegatorio de la obra, aunque todavía no hubiese sido aprobada por el Congreso. Lo cual acaba de suceder. Pero en cuyo texto –ahora analizado por expertos que consulta esta columna– la verdad es que parece ignorarse que el Magdalena en realidad es parte, o sea la cola final del codillo del Canal Punta Indio. Así lo declaraba ya originalmente la Resolución 584/2013 por la que se creó legalmente el Canal Magdalena, por orden de la entonces presidenta.
Por fortuna parece obvio que ahora sí se utilizó –en el Congreso–– la copia de aquel original que creó el Canal Magdalena.
Quizás la confusión en el texto presupuestario (o «trampita», según se mire) está en una palabra que advirtió un técnico cuya identidad aquí se reserva: «Ahora se dice «definición» en lugar de «apertura» o «profundización» y eso en una interpetación forzada podría habilitar una posible confusión. Pero no hay dudas de que Canal Magdalena es el vocablo correcto, como seguramente recordó el Presidente en cumplimiento de su palabra, seguido de la inmediata aprobación del Presupuesto y de la inminente delegación de la obra a la Provincia de Buenos Aires, ante cuyo gobernador el Presidente hace poco se comprometió. Se espera ahora el decreto para que la Provincia proceda.
De todos modos, y más allá de que la palabra «definición» es incorrecta, hay quienes la atribuyen a mera ignorancia de quienes manejan esto en el Ministerio de Transporte, donde –dicen marinos veteranos– «algunos funcionarios, de navegación conocen poco y nada», mientras otros sospechan que pudo ser una picardía para poner palos en la rueda.
Lo cierto es que hay coincidencia absoluta en que la cuestión está correctamente conceptualizada, porque «nosotros ahora vamos a poder navegar por un canal mucho más corto, más barato, más seguro, más ancho, que bajará costos a nuestros productores y que nos va a permitir unir los puertos del Paraná con los del Atlántico sur». Virtudes incuestionables frente al canal actual, que es mucho más largo y más angosto, más caro y más peligroso. Y además y por sobre todo eso –completa otro veterano ingeniero naval– «el Magdalena va a ser soberano, lo que dará por terminada toda una absurda subordinación como si fuésemos un país mediterráneo. Piense nomás que el Canal del Indio puede haber sido una de las razones de la miseria económica que caracterizó a la Argentina en los últimos 30 años».
Claro que cierta estupidez constitucional argentina siempre puede manchar los grandes anuncios. Ahí está, por caso, otra consecuencia de la Reforma de 1994: gracias a ella se anuncia ahora, desde la provincia de La Rioja, que también allí sembrarán soja. Completo absurdo ambiental que, encima, aparejará el uso y abuso de glifosato, veneno que en Europa está prohibido y no se tolera ni para macetas en balcones.
Como fuere, lo que importa es que la palabra soberanía día a día va dejando de ser un misterio oculto. Y aunque todavía no se generaliza su valor y trascendencia en toda la república, el sentido mismo del vocablo –como sentimiento, quehacer y orgullo patriótico– ya no es, como en las últimas décadas, una rareza en un horizonte difuso y lejano. Es obvio que hoy hay más conciencia de que se trata del deber y el orgullo de un pueblo libre y con conciencia patriótica. Enhorabuena si un río y un canal contribuyen a fortalecerla.
El río Iguazú experimenta una notable crecida luego de copiosas lluvias en Brasil en la zona de su nacimiento.
Recordemos que venimos de una bajante histórica en el Río Paraná cuyas consecuencias llegaron a sentirse en el bajo Delta Bonaerense poniendo en evidencia el retraso en materia de dragados y mantenimiento de las vías navegables por parte del Gobierno de la Provincia.
La llegada de mas caudal hídrico disimulará el problema que se le adjudica erróneamente (y mentirosamente) a la bajante extraordinaria del Paraná, la verdad es que la misma no debería sentirse como un problema en el Delta si se mantuviera el dragado regular de los ríos y arroyos, una tarea que no se practica desde la privatización del Río Paraná (Hidrovía). Desde ese entonces la Dirección de Hidráulica de la Provincia, desmantelada, ya no asume el dragado del Delta, afectando así, incluso, el funcionamiento del Transporte Público Fluvial de pasajeros
Un ex marino, conductor de máquinas navales formado en dragas y ya nonagenario, envía a esta columna fotografías como la que ilustra esta nota con un texto sobrecogedor: «Con extrema tristeza –dice– sólo esto queda de la draga 259 ‘Buenos Aires’, que hoy en día está esperando quién sabe qué: desguase o que se hunda, o ambas cosas. Está abandonada en el puerto de Mar del Plata y yo navegué en ella».
Por Mempo Giardinelli
Y sigue su texto, adolorido: «Yo estudié en la Escuela Nacional Fluvial, desde los 14 hasta los 18 años y me recibí de conductor de máquinas navales. En esa escuela el destino de los cadetes eran estas embarcaciones, y era una inmensa alegría que el destino nos llevara a trabajar en una draga argentina. Pero hoy en día no queda nada y lo triste es ver el capital que se abandonó. Lo triste es contratar terceros. Lo triste es mirar hacia afuera…»
Paralelamente, y revisando apuntes sobre la época en la que se firmaron las concesiones de la mal llamada Hidrovía, que en los hechos fue más que una concesión –más bien fue una privatización– la entrega del río Paraná a capitales y empresas extranjeras todavía depara sorpresas. Desagradables todas, claro está, como las que esta columna viene denunciando desde hace más de un año.
Y es que no son pocas las sorpresas que todavía pueden encontrarse y que llevan a redoblar la necesidad –y la urgencia–de la derogación inmediata del Decreto 949/2020 del Ministerio de Transporte, que estábasado en leyes y concesiones de Menem y Cavallo, hoy intolerables, sobre todo cuando se constatan el estado agónico que atraviesa la economía argentina y el calamitoso e indigno presente en que vive más de la mitad del pueblo argentino.
Ese decreto –firmado el 25 de noviembre de 2020– autoriza el llamado a licitación pública nacional e internacional para adjudicar la concesión de obras “para la modernización, ampliación, operación y mantenimiento del sistema de señalización y tareas de dragado y redragado y mantenimiento de la vía navegable», lo cual no fue sino un vil ejercicio retórico para encubrir la renovación de la entrega a las dos empresas que explotaron (en todo sentido) el río durante un cuarto de siglo. Lo cual queda en evidencia porque en los considerandos del decreto se citan –como antecedentes– resoluciones, decretos y leyes surgidos bajo la inspiración de la legislación impuesta por lo que entonces se llamaba «Consenso de Washington» y que fue el modo imperial de reorientar el Mercosur hacia una integración neoliberal y privatizadoratanto para la Argentina como para Uruguay, Brasil, Bolivia y Paraguay.
Curiosamente, revisitado hoy, es este mismo Decreto 949/2020 el que rememora su perversa y antinacional prosapia: fue por la Ley 24.385, de 1994, que se aprobó el «Acuerdo de Transporte Fluvial por la Hidrovía Paraguay-Paraná (Puerto de Cáceres-Puerto de Nueva Palmira)» que habían suscrito esos cinco países el 26 de junio de 1992.
Se aprecia hoy, cabe subrayarlo, que no casualmente los dos puertos nombrados no eran argentinos sino uno paraguayo y el otro uruguayo. Argentina sólo ponía el río, al que le cambiaban el nombre. Y para comprender todo mejor debe recordarse quiénes eran por entonces los gobernantes que parieron esa maligna criatura: Fernando Collor de Mello en Brasil; el general Andrés Rodriguez en Paraguay, en Uruguay Luis Alberto Lacalle (padre del actual presidente), y en Bolivia el multiacusado de corrupción y narcotráfico Jaime Paz Zamora. El ideólogo del engendro fue argentino: Domingo Felipe Cavallo, por entonces ministro de Economía de Carlos Menem.
De ahí que 30 años después, y a contramano del sometimiento que insiste en preservar el neoliberalismo vernáculo, resulta imperativo subrayar las razones para oponerse a ese Decreto 949/2020, que es imprescindible y urgente derogar para recuperar el Paraná y hacer operativo el canal Magdalena, y así la Argentina restablecer la soberanía.
La primera razón es que la Hidrovía no existe; se llama Río Paraná. Cambiarle el nombre y haberlo machacado durante 25 años fue una vil estrategia tramposa que esta columna viene denunciando.
Porque la Hidrovía no existe. Nuestro rio se llama Paraná, como las Islas Malvinas se llaman Malvinas y no Falkland.
La segunda es subrayar lo que muchísimos compatriotas, quizás la gran mayoría del pueblo argentino, ignora: queel «comercio exterior argentino» del que siempre se habla, no existe. Porque no es argentino; es de las corporaciones que lo fugan. Y a nosotros, como pueblo, no nos queda nada.
Y encima evaden impuestos. Como ha señalado el diputado santafesino Carlos del Frade, «paga más impuestos un kiosquero rosarino que un barco de 20.000 toneladas».
Y en tercer lugar hay que decir que los agroexportadores no pesan lo que sale de nuestros puertos. Sacan todo al mar mediante «declaraciones juradas» truchas.
Es así como las grandes multinacionales se llevan al extranjero todo lo que produce la Argentina: productos mineros, industriales, automotrices, etc. Y encima contaminan y dragan sin importarles cuánto dañan al río. Y en muchos casos están asociadas al narcotráfico que prácticamente cogobierna la segunda provincia del país.
Y una cuarta razón para exigir la derogación de este Decreto 949/2020 es que permite que los entre 5.000 y 6.000 grandes barcos que cada año transportan prácticamente todo lo que se produce en nuestro país, lo saquen al mar y al mundo por el puerto transnacional de Montevideo, cuando la Argentina tiene su propia salida al Océano Atlántico: el Canal Magdalena, que por eso mismo es urgente y es clave rehabilitar.
Cabe recordar, además, que nuestro país tiene una historia naviera riquísima, que arranca a fines del siglo 19 y es plenamente recuperable en muy corto plazo, lo que no sólo será rentable sino que dará trabajo a decenas de miles de compatriotas. Sólo hay que acelerar la recuperación de los grandes astilleros Río Santiago y Tandanor, que hoy ya dan trabajo a miles de técnic@s argentinos bien capacitados. Por eso el Paraná es sinónimo de Soberanía y de paz, pan y trabajo.
Por todo lo anterior es imperativo que, como nación soberana, recuperemos el pleno y exclusivo control y cuidado sobre el río PARANÁ y el Canal Magdalena, que es un canal natural y tiene muchísimas ventajas sobre el hoy exclusivo canal montevideano.
Hay un clamor que viene creciendo desde hace un año y medio: la soberanía sobre el río Paraná no es negociable, y el canal Magdalena tampoco.
Sobre todo, y léase bien, porque son el mejor y más veloz camino para la recuperación económica del país, el rápido pago de toda deuda externa, el pleno empleo y la restauración de nuestra dignidad como nación. Es por eso que en las siete provincias ribereñas, donde habitan entre 12 y 14 millones de argentin@s, el clamor soberano no deja de crecer.
Si el empeño en insistir con este nefasto decreto no es escandaloso, digan l@s lector@s qué lo sería. Esta columna afirma que es imperativo acabar con este antinacional decreto, y reencauzar todos los rumbos hacia la restauración de la plena Soberanía Nacional sobre nuestro río y su continuidad, también nacional, hacia el mar.
Bueno, hay una película a punto de terminar y que agrada particularmente a minorías con inmenso poder. Que celebran no tanto el convencimiento como la sumisión que logró la habilidad del diputado Sergio Massa en implícita alianza con la menesunda macrista y acaso el mismo Mauricio Macri. Ante los sonoros silencios del Presidente y la Vicepresidenta, la tragedia argentina de la noche del jueves al viernes se completó con el sospechoso y cobarde ataque al despacho de CFK, negado por la oposición y distorsionado por sus medios y telebasura en patético acto de confesión.
En esa Argentina que empezó a parirse el viernes, el duro retroceso de nuestra democracia y autonomía se cocinó con habilidad digna de mejor causa. Porque la entrega de la Soberanía de nuestro país sobre todas sus riquezas es un hecho feroz que condena a medio país al hambre, la miseria y la ignorancia de un solo golpe y en vil paquete, montado sobre el falso cacareo de que «no había otra salida» y que era «acuerdo o default».
Así, parece equivocado temer el retorno de la derecha en 2023. La derecha ya volvió y su debut fue potente.
Lo cierto es que la sumisión desde ahora es absoluta: no queda asunto alguno en el que la Argentina pueda tomar decisión soberana, o sea sin «acuerdos» (verbigracia: autorizaciones). Ya hay para eso un funcionario británico instalado en el Banco Central para monitorear día a día lo que decida y haga la Argentina. Así procede el arbitrario y habilísimo Fondo y todo el mundo lo sabe.
Quienes han luchado por recuperar la soberanía nacional sobre el emblemático río Paraná, como este columnista, sabían con dolor, esa madrugada, que éste era el fin cantado de la tragedia iniciada hace 67 años por milicos asesinos y civiles cipayos que en el largo andar hasta el presente destruyeron aquel país igualitario, justo, libre y soberano que fue la República Argentina.
Y país que a fines del siglo 20 fue degradado por robo, corrupción, rebatiña de concesiones y hasta un crimen masivo en Río Tercero.
El jueves quedó claro que muchos, demasiados, no aprendieron nada. Ese mismo día se publicó el Decreto 120/22, por el cual una larga sarasa firmada por Juan Manzur y Alexis Guerrera dispone que se transfiera todo a un «Ente Nacional de Control y Gestión de la Vía Navegable» para manejar las futuras concesiones. O sea más de lo mismo, en la línea del repudiado Decreto 949/20 cuya nociva supervivencia garantiza la condena política, económica y ambiental del río Paraná, al que ni se atreven a llamar por su nombre sino con el anónimo «vía navegable».
Ese río maravilloso –uno de los seis más importantes del planeta y que hoy, herido, ya no soporta más dragados criminales– sigue siendo potencialmente la tabla de salvación de la economía argentina. Lo que se concretaría con sólo recuperar el control del comercio exterior. En menos de 10 años se pagaría toda la deuda externa, e incluso la estafa macrista.
Lo peor es que es presumible que todos y todas en la Cámara de Diputados lo sabían. Bastaba, basta y seguirá bastando con renacionalizar el Paraná y el comercio exterior, y con abrir de una vez el Canal Magdalena, para reinstalarnos con potencia y soberanía en el Atlántico Sur. Sólo hace falta patriotismo y coraje. Con sólo eso se traza el camino de recuperación de este país.
Y esas decisiones, cabe decirlo, son de tradición nacional y popular: peronista por donde se mire, pero también radical de buena cepa, y socialista de Palacios y de la mejor izquierda nacional. Basta con recorrer nuestra Historia y nuestra geografía para advertir que la incertidumbre que produce este «acuerdo» de sometimiento con el FMI, en las provincias desata no sólo temor y resignación, sino también resentimiento porque son innumerables los pueblos agobiados y hartos de cierta frivolidad porteña y de sutiles violencias que desde la Capital Federal se ejercen día a día sobre millones de compatriotas que han perdido y pierden empleos, campos, cultivos, casas, industrias, almacenes, comercios, escuelas rurales hoy vacías y pueblos enteros despoblados y fantasmales.
Y todo a cambio de soja y otros granos y agrotóxicos que enriquecen a latifundistas millonarios que descaradamente eluden impuestos y retenciones.
De ahí que la pregunta que campea sin respuesta mientras nuestro gobierno sigue creyendo que todo se resuelve con mansedumbre y retrocesos como el de Vicentín y sonrisas en la Expoagro, es: ¿Cuánto más las dirigencias porteñas y sus lacayos en provincias van a seguir pagando deudas ilegitimas con el hambre popular?
Es sabido que por el complejo hídrico Paraná-Paraguay sale al mundo el 80% de las supuestas exportaciones argentinas.
Y sí, supuestas, porque en realidad no son nuestras sino de un puñado de compañías extranjeras. Dicho sea más claro: hoy el comercio exterior argentino es un incontrolado sistema de evasión porque las que exportan son empresas que no pesan, ni pagan impuestos, y los consorcios graníferos siempre zafan de retenciones.
Y mientras tanto nuestro río, emblema histórico y presente de la soberanía nacional, sigue desangrándose al ritmo de decretos rebuscados y confusos que hasta ahora sólo han hecho daño y cuyas secuelas, si se vuelve a privatizar el río por otros 20 o 25 años, agarrate Catalina…
Y también está a resolverse si la salida al Océano Atlántico será por aguas y puertos argentinos, vía Río de la Plata y Canal Magdalena, o si la Argentina, con los ríos y el mar que tiene, seguirá cautiva de un canal uruguayo que manejan capitales europeos y asiáticos.
Ya hace tiempo que en Santa Fe el diputado Carlos Del Frade hace docencia patriótica, y hace poco elevó un pedido de informes para que el gobierno de su provincia
«explique por qué quiere que los servicios de dragado, balizamiento y peaje del Paraná sigan en manos privadas y que, además, tengan salida al mar por el canal uruguayo de Punta Indio y en qué se basa para tamaña definición de política pública»
toda vez que Punta Indio es el canal adversario, digamos, de nuestro Magdalena, que está en el punto de encuentro del Paraná con el Atlántico y hasta ahora la Argentina desatiende.
Y peor aún: ya hay quienes pretenden que la navegación Paraná arriba sea con mayor calado (o sea dragando más) para que los agroexportadores privados extranjeros tengan más puertos en Santa Fe (Reconquista), en Chaco (Barranqueras) e incluso en Formosa, donde recibir grandes barcos, obviamente de bandera paraguaya, para suplir a las actuales barcazas, también paraguayas.
Para que se entienda de una vez: el Paraná es un eje político y económico que lo remueve todo.
Porque la soberanía no es un plato elegante de las cenas con discursos; es la base de la existencia de una nación como fuimos. Una que no se endeudó cuando gobernaron Yrigoyen, Perón, Illia y Néstor y Cristina Kirchner. Únicos presidentes que no tomaron préstamos infames que hipotecaran el futuro de generaciones. Como ahora sí hará –sarasas aparte– el dizque «acuerdo» que en verdad sólo sirvió para limpiarle la cola sucia a Macri y sus secuaces, y para que perdamos prácticamente la soberanía en todo.
Porque a partir de ahora, y con el Fondo en tu casa y en la mía y en la de cada argentino y argentina, no sólo no seremos soberanos sino ni siquiera dueños de nada: ni petróleo ni litio, ni oro, plata o cobre. Y a este paso ni las aguas de los humedales, si es que quedan humedales.
Es por esto, también, que los poderes económicos e incomunicacionales se oponen a una reforma constitucional, y se espantan cuando se propone una Nueva Constitución, o sea una que discuta todo, enteramente y sin limitaciones parlamentarias que sólo sirven para neutralizar lo que se reforme.
Imposible escribir esta nota sino con dolor y junando, sí que con fondo del maravilloso coro «Va pensiero» del «Nabucco» de Giuseppe Verdi, para cifrar la esperanza.
Los focos de incendio que afectan a las islas del Delta del Paraná dañan la salud y el bienestar de todas las poblaciones de la región, sin importar límites provinciales. Pero dado que la gran mayoría de las islas donde se producen corresponden a la jurisdicción de Entre Ríos, organizaciones ambientalistas de Santa Fe pidieron a su gobierno que denuncie a la gestión vecina por falta de control. Desde allí, un fiscal respondió devolviéndoles la acusación y culpando a personas de Rosario por generar el fuego. La Multisectorial Humedales, desde esa ciudad, le respondió con dureza.
“El fiscal entrerriano Julio Rodríguez Signes no dudó un segundo en declarar a la prensa que Entre Ríos no tiene ninguna responsabilidad jurídica sobre los incendios. ¿En serio Sr. Signes piensa que la ciudadanía va a creer que Entre Ríos no tiene responsabilidad? El 83% del Delta del Paraná son humedales entrerrianos. ¿No es motivo suficiente para hacerse cargo? ¿En serio Sr. Signes se cree a usted mismo cuando dice que no tienen responsabilidad sobre el tremendo ecocidio que estamos viviendo, mayormente en tierras que son de su jurisdicción?”, se preguntaron quienes integran la Multisectorial, a través de un comunicado difundido este viernes. Agregaron que “el fiscal también declaró que es gente de Rosario la que hace un uso inadecuado del humedal y provoca incendios. Llevamos más de 50 mil focos de incendio y más de un millón de hectáreas quemadas. ¿En serio cree que vamos a creer que esto es causado por kayakistas que se olvidan un fogón prendido?”
Desde ese espacio, junto con la asamblea por los humedales de Villa Constitución, habían presentado el martes último pedidos a los gobiernos locales para que denuncien a Entre Ríos por “dejar hacer” ante prácticas que “devastan” los humedales, tanto las quemas como la construcción de terraplenes para avances inmobiliarios o ganaderos. La respuesta no tardó en llegar. Signes aseguró que su provincia –Entre Ríos- “no tiene ninguna responsabilidad jurídica” sobre los siniestros y afirmó que es “gente de Rosario la que hacen un uso inadecuado” de las islas.
A través de un comunicado, el funcionario judicial sostuvo que “adjudicarle responsabilidad” a esa jurisdicción por los hechos que se vienen produciendo “es un contrasentido”, teniendo en cuenta que “la mayoría de los imputados” en la causa penal federal que se inició por esta situación son oriundos de la mencionada ciudad santafesina.
Lo cierto es que, más allá del origen de los particulares denunciados, el planteo de las organizaciones ambientalistas apuntaba al rol del Estado como garante del bienestar y la salud de la población, y como responsable de la protección del ambiente a partir de sus herramientas de control y sanción.
“Por supuesto que algunos de los imputados en las causas son rosarinos. Dueños legítimos o usurpadores de terrenos en islas, grandes empresarios inmobiliarios y ganaderos que prenden fuego la vida para llenar sus cuentas bancarias. Sí, algunos de ellos son rosarinos. Y otros son entrerrianos, y otros bonaerenses.
¿En serio usted cree que la localidad del imputado le quita a ustedes responsabilidad cuando son ustedes los que no controlan, no multan, no ven, no encuentran, no apagan y encima habilitan actividades productivas sobre la tierra arrasada?”, respondieron desde la Multisectorial.
Así como el fiscal aseguró que Entre Ríos mantiene buen vínculo con Santa Fe y trabajo conjunto en relación a esta problemática, la respuesta de ambientalistas advirtió que “claramente el gobierno de Santa Fe es igual de cómplice. Ni siquiera pasa al Ministerio de Ambiente Nacional datos certeros sobre la cantidad de hectáreas quemadas en la provincia. Eso no les quita responsabilidad a ustedes. Eso solamente demuestra la corrupción del entramado del vínculo político que existe entre ambas provincias”.
El drama de los incendios en el Delta del Paraná se agravó el año pasado, cuando causaron serios daños en la región, afecciones respiratorias por la cantidad de humo y cenizas que cubrieron a varias ciudades. Este año, la bajante del Río Paraná complicó el cuadro, dificultando la tarea de apagar el fuego y permitiendo una rápida expansión de las llamas. Pese a estas condiciones, el reclamo de organizaciones ambientalistas apunta a la necesidad de más controles, más recursos destinados al tema y más compromiso político. Sobre esa base vienen reclamando intensamente por el avance de la Ley de Humedales en el Congreso, estancada en comisiones y a riesgo de perder estado parlamentario.
El gobierno de Axel Kicillof estableció la creación de un comité interministerial para brindar asistencia a las zonas afectadas a través de la ayuda a víctimas de la bajante, la preservación de reservas y recursos naturales, y la articulación entre la Provincia y las gestiones locales.
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, declaró este lunes la emergencia hídrica en la zona del delta del río Paraná, en virtud del fenómeno hidrológico de bajante extraordinaria que ocurre en su cuenca hace más de un año.
La declaración, oficializada este lunes en el Boletín Oficial, será por 180 días y comprende por los partidos de San Nicolás, Ramallo, San Pedro, Baradero, Zárate, Campana, Escobar, Tigre, San Fernando, San Isidro, Vicente López, Avellaneda, Berazategui, Berisso, Ensenada, La Plata y Quilmes.
Además, se creó el Comité Interministerial de Emergencia Hídrica,
“a efectos de articular con los organismos provinciales, nacionales y municipales las medidas de prevención, control y mitigación de los efectos producidos por la bajante hídrica y de identificación catastral de las zonas afectadas”.
Ese comité será coordinado por un representante de Jefatura de Gabinete e integrado por representantes de los Ministerios de Seguridad, Gobierno, Infraestructura, Desarrollo de la Comunidad, Trabajo, de Desarrollo Agrario, de Producción, Hacienda y Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS).
En paralelo, se facultó a la cartera de Seguridad, “a definir y articular las acciones o medidas necesarias para la gestión de situaciones de riesgo que se susciten en razón de la emergencia hídrica”.
También se habilitó que el OPDS “adopte las medidas necesarias para preservar los recursos naturales y conservar, proteger y recuperar reservas y áreas que puedan verse afectadas durante la emergencia hídrica”.
Infraestructura, por su parte, podrá tomar “medidas de intervención necesarias para morigerar los efectos provocados por la bajante hídrica” y Recursos Hídricos podrá “brindar asesoramiento y prestar colaboración”.
A la vez, al Ministerio de Desarrollo de la Comunidad se le permite “gestionar y supervisar la asistencia directa a personas víctimas de situaciones de emergencia, en caso de que los acontecimientos produzcan riesgos para los/as habitantes de las zonas alcanzadas por la emergencia”.
Desde el área de Desarrollo Agrario, se habilita a “gestionar y supervisar la asistencia a productores y productoras agropecuarios, forestales y pesqueros que vean afectada su producción, capacidad productiva y rendimiento, y a trabajadores y trabajadoras rurales, con el fin de morigerar o mitigar los efectos de la bajante” y Trabajo queda autorizado para “implementar programas y acciones de sostenimiento del empleo en las zonas afectadas por la emergencia hídrica”.
En los fundamentos de la medida, se recordó que “el déficit de precipitaciones en las cuencas de los ríos Paraná, Paraguay e Iguazú constituye uno de los factores determinantes para la bajante histórica, considerada la más importante en el país desde 1944”.
“Esta bajante presenta afectaciones incipientes al abastecimiento de agua potable, la navegación, las operaciones portuarias y las actividades económicas vinculadas a la producción y explotación de la cuenca hídrica y, en materia ambiental, los impactos esperados se relacionan con dos aspectos principales: la calidad y disponibilidad del agua y las consecuencias en la flora y fauna asociada a las dinámicas naturales propias de este mosaico de humedales”, sostiene el decreto publicado este lunes.
“La extraordinaria magnitud de los acontecimientos requiere que todas las áreas del Gobierno provincial aúnen esfuerzos para mitigar los efectos adversos de este fenómeno hidrológico en las zonas afectadas”, concluye.