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Bandera de guerra

El reordenamiento del tablero de seguridad global y los escenarios futuros

Integrantes del Batallón Azov desfilando en Kiev en 2021

Un tendero se ensaña con mi madre.

Otro hombre me patea. En vano rezo

plegarias que se pierden en la nada.

“Babi Yar”, Yevgueni Yevtushenko

Analizar un conflicto en su etapa bélica contiene el riesgo de sucumbir ante interpretaciones variadas. Las pérdidas de vidas, los refugiados y la destrucción nunca son la expresión de lo humanamente deseable, sino de la ferocidad más brutal. La guerra es la manifestación de la crueldad y la máxima manifestación de la barbarie humana. Es el fracaso de la política y de la diplomacia, entendidas como procedimiento para alcanzar acuerdos, lograr consensos o administrar las divergencias. Ningún análisis ni interpretación puede hacer caso omiso del padecimiento que supone la guerra. Menos aún si la sufren civiles e incluyen amenazas de conflagración nuclear.

Hecha esta afirmación, aparece como imprescindible el cuestionamiento de todas las guerras, y no sólo de aquellas que son disfuncionales a los intereses de la lógica neoliberal. Se deben repudiar, con el mismo ímpetu, todas las invasiones y los bombardeos a poblaciones indefensas. Eso implica condenar las sistemáticas invisibilizaciones de crímenes contra la humanidad que se omiten en las grandes usinas de la comunicación corporativa. Los conflictos bélicos no se desautorizan ni se conmutan por equivalencias o cuantificaciones de víctimas.

Las operaciones militares que se llevan a cabo, en forma recurrente, sobre Yemen, Somalia y Siria tienen el mismo status de crueldad que lo que sucede en Ucrania, aunque los damnificados tengan distintas religiones o color de piel.

Todas las ocupaciones territoriales son condenables. Incluyo aquellas que han sido naturalizadas por el silencio de la costumbre mediática: Malvinas, Gibraltar, Guantánamo (Cuba), Cisjordania (en Palestina), Irak y Libia son algunos de los territorios soberanos que permanecen en ese status sin que las declaraciones de las Naciones Unidas hagan mella en la lógica colonial que las perpetúa. La violación de la soberanía es absolutamente impugnable, pero no logra contar con la suficiente trascendencia cuando se inscribe en el doble rasero con el que se seleccionan los países perjudicados de acuerdo a su condición respecto a quienes asumen el lugar de ocupantes.

Esa doble vara jerarquiza hostilidades militares, generando una anomia que facilita y promueve los conflictos: autoriza a una parte del mundo a controlar a la otra con exclusividad. Impone la legitimación de una arquitectura internacional en la que determinados países –o imperios– gozan de prerrogativas de vasallaje excepcional. Este postulado –convertido en mantra de Occidente– es el que impulsa a terceros países a no perder sus ventajas estratégicas en la arena internacional.

En marzo de 2021, apenas dos meses después de haber asumido, Joe Biden calificó a su par ruso, Vladimir Putin, como un asesino y al líder chino Xi Jinping como un matón. Pocos días antes de esas empáticas declaraciones, el primer mandatario norteamericano presentó, junto a la vicepresidenta Kamala Harris y al secretario de Estado Antony Blinken, la nueva Guía Estratégica Provisional de Seguridad Nacional. Ese documento, que califica a Rusia como una potencia desestabilizadora, se compromete a que “países como China y Rusia rindan cuentas” ante la coalición hegemonizada desde Washington.

Cuando la tragedia de la guerra haya terminado, el mundo ya no será igual que antes. El resultado de la intervención militar de Moscú en Ucrania producirá –cualquiera sea su desenlace– una modificación en la estructura de seguridad internacional. Las últimas tres décadas fueron premeditadas por Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski ​como la expresión de una victoria neoliberal, asentada en las reglas impuestas por el supremacismo de la pax americana. Durante este periodo, la Unión Europea insinuó la intención de conformar un espacio de cooperación continental con autonomía relativa de Washington. Moscú se ofreció a integrarlo, pero las tratativas fueron obstaculizadas y saboteadas por el Departamento de Estado.

Si hablamos de nazis

Stepan Bandera con su uniforme de las SS y el monumento que se le erigió en Ternopil, Ucrania, en 2015.

La guerra en Ucrania es inescindible de los cambios que se observan en el tablero internacional en el último decenio. El trumpismo incrementó los ataques a China y el gigante asiático respondió afianzando sus vínculos con Rusia. En forma paralela, Moscú fue reconstruyendo las capacidades estatales y el poderío bélico de un país que había quedado devastado luego de la implosión de la Unión Soviética. En solo veinte años, la Federación Rusa se reconstruyó y logró otorgarle un nuevo sentido nacional a una sociedad compleja, diversa y multicultural, en la que conviven 37 lenguas en veinte millones de kilómetros cuadrados. Para evitar la desintegración de la Federación, consolidó una alianza espiritual con la Iglesia Ortodoxa Rusa –que explica el cuestionable posicionamiento de Putin en relación a las disidencias sexuales– y luego fortaleció a las Fuerzas Armadas.

En forma simultánea, la Federación Rusa intentó que Europa y Estados Unidos le reconocieran el lugar de potencia recuperado. Dicho propósito fue en vano: la concepción unipolar del Consenso de Washington no solo rechazó su pedido, sino que le exigió reformas estructurales –privatizaciones y restricciones del poder estatal– que impugnaban las estrategias de recuperación del espíritu nacional ruso. Mientras se recuperaba la unidad nacional, la desvalorización de la OTAN fue asumida al interior de las fuerzas políticas rusas como una indudable forma de desprecio. Putin tendió la mano y sus potenciales socios europeos se mostraron, incluso, asqueados. A continuación se reinstaló la rusofobia de la Guerra Fría y se insistió en negarle el lugar de potencia global, ratificando la validez de un tablero internacional unilateralizado.

Washington intentó de variadas formas impedir el resurgimiento del espíritu nacional ruso. Con ese objetivo, no tuvo empacho en financiar a los sectores nacionalistas ucranianos que se constituyeron en aliados de la Alemania nazi y que hoy son homenajeados en Kiev.

Según consenso de los analistas del Pentágono, toda convicción nacional profunda puede devenir en una peligrosa ambición de autonomía soberana. Y eso no parece ser compatible con el globalismo neoliberal que exige Estados débiles, con la excepción de Estados Unidos.

En 2010, el Presidente ucraniano Viktor Yushchenko otorgó al colaboracionista nazi Stepan Bandera el premio Héroe de Ucrania. Luego de la invasión a la URSS de 1941, Alemania reclutó a líderes nacionalistas ucranianos para enfrentar a los partisanos y al Ejército Rojo.

Uno de ellos fue Bandera, máximo referente de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN), responsable directo del pogrom de Lviv (Lvov) en el que civiles asesinaron durante tres jornadas a 300 comunistas y 4.000 judíos con machetes, barras de metal y pistolas, bajo acusación de ser fieles a los soviéticos.

Bandera fue detenido posteriormente por las fuerzas alemanas por promover la independencia de Ucrania, pero fue liberado tiempo después para ser integrado a las SS, encargadas de cumplimentar la Solución Final en el oeste de la URSS.

El sucesor de Yuschenko, Viktor Yanukovich, revocó oficialmente el premio a Bandera, pero el Parlamento ucraniano volvió a insistir con otorgarle la distinción post mortem en 2018 y 2019. El último de esos intentos fue defendido por Servant of the People, el partido político del actual Presidente Volodymyr Zelensky.

El 1° de enero de 2022, varias organizaciones nacionalistas ucranianas, con aval gubernamental y repudio de los ruso-hablantes, lideraron marchas masivas a través de Kiev en celebración de Bandera.

En 2019, el Ayuntamiento de Kiev cambió el nombre de una calle de la ciudad en honor a Ivan Pavlenko, otro de los dirigentes del OUN, que se desempeñó como oficial del 109° Batallón Schutzmannschaft, responsable de la ejecución de miles de judíos, gitanos e integrantes del Ejército Rojo. Gracias a su lealtad a las fuerzas de ocupación, fue galardonado como comandante del batallón de las SS, Khasevych. El encargado de justificar la nueva nominación de las calles fue el alcalde de la capital ucraniana, el ex boxeador Vitali Klitschko, quien en la actualidad sigue en el cargo.

El 10 de septiembre de 2021, Moscú anunció la finalización del gasoducto Nord Stream II –paralelo al Nord Stream I– situación que motivó el reinicio de las presiones de Washington contra la Unión Europea para la incorporación de Ucrania a la OTAN. La tubería de 1.224 kilómetros en el Mar Báltico implicó una inversión de 12.000 millones de dólares y proyectaba duplicar la exportación de Moscú a Alemania, sumando unos 55.000 millones de metros cúbicos de gas al año. Además, permitía sustituir al ducto que atravesaba Ucrania por el que Moscú tributaba derechos de peaje. La finalización del proyecto supuso una dura derrota para Estados Unidos, que había intentado sabotear su construcción, impidiendo a empresas suizas colaborar en su ejecución.

En el proyecto de Washington y Bruselas sólo hay espacio para el hegemonismo occidental. Este es el motivo por el cual Rusia y China deben ser etiquetadas como el nuevo eje del mal. Los sucesos bélicos en Ucrania no son entendibles sin este novedoso triángulo de poder global. El gas que Rusia deja de exportar a Europa occidental se dirigirá a China a través de un gasoducto que atravesará Mongolia. China, por su parte, impulsará la Ruta de la Seda en Asia central a través de la Unión Económica Euroasiática, liderada por Moscú.

Décadas atrás, esta alianza entre Rusia y China fue catalogada por Zbigniew Brzezinski como la “peor pesadilla de Estados Unidos”,

ya que suponía la asociación entre el país más extenso del mundo, titular de un enorme arsenal nuclear y de recursos naturales inconmensurables, y la emergente superpotencia económica, tecnológica y comercial del sudeste asiático.

Armas en oferta

El gasto militar se incrementó en forma significativa durante la pandemia y prologó el actual escenario bélico.

Desde hace dos décadas, los análisis académicos rusos advierten que su seguridad como nación está en peligro ante la ofensiva atlantista. Esa es la razón por la que todos los partidos mayoritarios del parlamento ruso –incluso la oposición a Putin– avalaron el reconocimiento de las repúblicas populares de Lugansk y Donetsk en el Donbas y condenaron de forma enfática las incursiones de los paramilitares ucranianos portadores de simbología nazi durante los diez años que lleva la guerra civil localizada en el sur y el este ucraniano. A esas provocaciones se suman:

  1. el intento sistemático de menoscabar el resurgimiento nacional ruso,
  2. la extensión de la OTAN hacia sus fronteras,
  3. el financiamiento europeo de los sectores rusófobos y
  4. la propaganda desbocada que enardece la memoria de quienes perdieron en el siglo XX un 20% de su población a manos de la Wehrmacht y los Sonderkommando. Dos meses atrás, el jefe de la Marina alemana, vicealmirante Kay-Achim Schönbach, declaró que Rusia “quiere ser respetada (…) lo exige y probablemente se lo merece”. Fue obligado a renunciar pocos días después.

El 15 de septiembre de 2021, el Departamento de Estado norteamericano comunicó la conformación de la Alianza Estratégica AUKUS (sigla en inglés por Australia, United Kingdom y United States) para colaborar con Australia en la adquisición de submarinos nucleares a ser desplegados en la región del Indo-Pacífico. Cinco meses más tarde, el último 26 de febrero –pocos días antes de la invasión rusa a Ucrania– Beijing denunció a Washington por circundar el Estrecho de Taiwán con el destructor de misiles guiados USS Ralph Johnson. Con el propósito indisimulado de empujar a la Unión Europea a un enfrentamiento con Rusia, el coordinador del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense de la región del Indo-Pacífico, Kurt Campbell, advirtió que “China está preparando una sorpresa estratégica ante la inacción de la OTAN frente a la agresión rusa a Ucrania”. En un entrenamiento dentro de Europa –sugieren analistas de Estados Unidos–, Washington permanecería indemne y podría reconstruir el Viejo Contente con un nuevo Plan Marshall.

Estados Unidos tiene desplegadas 700 bases militares repartidas en 80 países. En la última década buscó imponer un unívoco criterio geoestratégico: es el único país que puede invadir, bombardear o imponer gobiernos. Ese privilegio fue impuesto, incluso, contra Rusia, que vuelve a reclamar niveles de seguridad, influencia y proyección similares a los que se asignan a los otros grandes jugadores globales.

Estados Unidos ha intervenido militarmente con y sin apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU.

La cúspide de la gobernanza internacional no ha impedido los designios de Washington, y Rusia ha percibido que esa prerrogativa se ha naturalizado a expensas de su supervivencia. La OTAN y Estados Unidos explican el 60% del gasto militar mundial, mientras que Rusia apenas alcanza el 3%. Uno de los escenarios más probables, luego de la finalización de la intervención militar en Ucrania, supone la implantación de formas de “cooperación conflictiva” en las que Rusia y China participarán siempre y cuando se les reconozca su status de potencias globales.

Entre los dirigentes de la República Popular del Lugansk se difundió durante los últimos meses un relato sarcástico referido a lo que habían vivido los últimos años en la zona del Donbas: la narración refería a movilizaciones llevadas a cabo en un país limítrofe con Estados Unidos en el que los manifestantes portaban imágenes de Osama Bin Laden y amenazaban con instalar baterías misilísticas apuntando a Washington y New York.

“Eso es lo que hicieron en Kiev. Con la salvedad de que, en vez de la imagen de Bin Laden, exhibían el retrato de Stepan Bandera frente a los descendientes de los 28 millones de asesinados en la Gran Guerra Patria de 1941- 1945”.

FUENTE: El Cohete a la Luna

Por Jorge Elbaum

Rusia bombardeó el centro de Jarkov, la segunda ciudad más poblada de Ucrania

Según informaron autoridades locales, el ejército de Rusia bombardeó hoy el centro de Jarkov, segunda ciudad más poblada de Ucrania, y los proyectiles impactaron los edificios gubernamentales ubicados en la plaza principal.

“Esta mañana la plaza central de nuestra ciudad y la sede del gobierno local de Jarkov fueron atacados de una forma criminal”, indicó el gobernador regional, Oleg Sinegubov en su canal de Telegram.

“El ocupante ruso continúa usando armas pesadas contra la población civil”, escribió el dirigente citado por la agencia de noticias AFP e informó que todavía no se conoce el número de víctimas.

En su publicación, que ya circula por las redes sociales, se ve el video de un misil que cae contra el edificio administrativo, lo que provoca una gigantesca explosión en momentos en que circulaban varios autos por la zona.

Jarkov es una ciudad de 1,4 millones de habitantes, con una gran población rusoparlante, que está muy cerca de la frontera con Rusia. La ciudad está bajo un asedio constante desde que el presidente ruso, Vladimir Putin, lanzó la invasión contra Ucrania el jueves pasado.

“En estos momentos el enemigo está atacando de forma cínica la parte central de Jarkov“, señaló por su parte el Servicio Estatal de Emergencias ucraniano y precisó: “Los ataques alcanzaron también el edificio de la Ópera, la Filarmónica y una zona residencial”.

El ejercito de Rusia bombardea Jarkov, la segunda ciudad más poblada de Ucrania

El organismo destacó que los equipos de emergencia no pueden desplazarse a causa de estos ataques y pidió a los residentes de la ciudad “que no abandonen los refugios y que recen por los soldados”, según consignó la agencia de noticias Europa Press.

El gobernador Sinegubov indicó además que los bomberos apagaron al menos 24 incendios causados por los últimos ataques con artillería rusos, según informó la agencia ucraniana de noticias UNIAN.

Ayer, las autoridades locales anunciaron que al menos 11 civiles murieron durante bombardeos rusos sobre barrios residenciales de Jarkov.

Conflicto Rusia-Ucrania: Putin impuso condiciones para terminar con la guerra

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, exigió a su homólogo francés, Emmanuel Macron, el reconocimiento de Crimea como territorio ruso y la desmilitarización de Ucrania como condiciones para terminar la guerra en ese país.

En el marco de la primera ronda de las negociaciones entre Kiev y Moscú, la cual tuvo lugar este lunes en Bielorrusia, Macron llamó a Putin, a pedido del mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, para solicitar a Rusia que respete a la población de Ucrania y a las infraestructuras civiles.

“Putin confirmó su voluntad de comprometerse en estos puntos, y también a seguir en contacto con el presidente de Francia en los días próximos para prevenir un empeoramiento de la situación”, indicaron las autoridades francesas en un comunicado.

Asimismo, Putin pidió “el reconocimiento de la soberanía rusa de Crimea y la desmilitarización y la ‘desnazificación’ del Estado ucraniano y la promesa de su estatuto (de país) neutro” como condiciones preliminares a una resolución del conflicto.

Rusia bombardea Ucrania y sus tropas cruzan la frontera

Vladimir Putin anunció una «operación militar especial» para «desmilitarizar y desnazificar» su país vecino. EE.UU. y la Unión Europea condenaron la escalada, mientras el presidente ucraniano asegura que sus fuerzas ya habían causado bajas a las tropas rusas.

Tras semanas de tensión diplomática, fuerzas rusas invadieron Ucrania este jueves por tierra, aire y mar. Se trata del mayor ataque de un estado europeo contra otro desde la Segunda Guerra Mundial.

Misiles rusos cayeron sobre ciudades ucranianas. Ucrania reportó flujo de tropas cruzando las fronteras en las regiones orientales de Chernihiv, Kharkiv y Luhansk, además de desembarcos por mar en las ciudades costeras de Odesa y Mariupol en el sur.

Antes del amanecer, se registraron explosiones en Kiev, así como tiroteos en el aeropuerto mientras las sirenas sonaban en toda la ciudad capital. Ya se reportaron muertos tras los bombardeos.

En una declaración de guerra televisada, el presidente Vladimir Putin dijo que ordenó «una operación militar especial» para proteger a la población, incluyendo a ciudadanos rusos y afirmó que hay un «genocidio» en marcha en Ucrania.

«Por estas razones, nos esforzaremos por lograr la demilitarización y la desnazificación de Ucrania», afirmó. «Rusia no puede sentirse segura, desarrollarse y existir con una constante amenaza desde el territorio de la moderna Ucrania. Toda la responsabilidad ante cualquier derramamiento de sangre cargará en la conciencia del régimen que gobierna Ucrania».

El ejército ruso aseguró que estaba atacando instalaciones militares ucranianas con «armas de alta precisión», reivindicando que habían destruido los sistemas de defensa antiaérea y dejado «fuera de servicio» las bases aéreas de Ucrania.

El presidente ucraniano Volodimir Zelensky declaró que el objetivo de Vladimir Putin, presidente ruso, es la destrucción de su estado. «Putin acaba de lanzar una invasión completa de Ucrania. Pacíficas ciudades ucranianas están bajo ataque», afirmó el canciller ucraniano Dmytro Kuleba en Twitter.

«Esto es guerra. Ucrania se va a defender y va a ganar. El mundo puede y debe detener a Putin. El momento de actuar es ahora».

Volodimir Zelensky

Las reacciones al inicio de la invasión no se hicieron esperar. Biden, que llamó a Zelenski para expresarle su «apoyo», condenó «el ataque no provocado e injustificado por parte de las fuerzas militares rusas» y aseguró que «el mundo hará responsable a Rusia».

«El presidente Putin ha elegido una guerra premeditada que traerá una pérdida catastrófica de vidas y sufrimiento humano», remarcó Biden, que se reunirá virtualmente con los líderes del G7 este jueves a las 11 (hora argentina).

China, cercana a Rusia, indicó que estaba «siguiendo de cerca» la situación e instó a las partes a «la moderación». El jefe de Naciones Unidas, Antonio Gutierres, aseguró que era «el día más triste» de su mandato.

También hay previstas reuniones de emergencia de los dirigentes de la Unión Europea y de la OTAN. El jefe de la alianza militar, Jens Stoltenberg, denunció el «ataque irresponsable y no provocado (…) que pone en riesgo incontables vidas civiles».

El jefe de asuntos exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell, declaró: «Estas son las horas más oscuras para Europa desde la Segunda Guerra Mundial».

Los primeros reportes de bajas son hasta el momento esporádicos y no están confirmados. Kiev anunció que más de 40 soldados y una decena de civiles ucranianos murieron por el bombardeo ruso y tres guardias fronterizos asesinados en la región sureña de Kherson.

El Ejército ucraniano informó haber destruido cuatro tanques rusos en una ruta cercana a Kharkiv, abatido 50 soldados en la región de Luhansk y derribado seis aviones de guerra en el este. Por su parte, Rusia negó esa información, mientras que las tropas separatistas prorrusas afirmaron haber derribado dos aviones ucranianos.

FUENTE: Tiempo Argentino

El AMBA pasa a la fase de Distanciamiento Social

Alberto Fernández hizo el anuncio acompañado por Ginés García González y Carla Vizzotti, aclaró que el abandono del «aislamiento» y el ingreso a la fase de «distanciamiento» es posible porque la región metropolitana atraviesa ocho semanas consecutivas de caída de casos.

El AMBA pasa a la fase de Distanciamiento Social

El presidente Alberto Fernández anunció que el AMBA pasará desde el próximo lunes y hasta el 29 de noviembre a una etapa de distanciamiento, social preventivo y obligatorio (Dispo), ante la baja de casos de coronavirus en las últimas ocho semanas, pero advirtió que el transporte público seguirá con restricciones y sólo podrá ser utilizado por personal esencial.

«Es hora de que el AMBA pase a una etapa de distanciamiento, social preventivo y obligatorio» dijo el mandatario en un mensaje grabado desde la residencia de Olivos, aunque enseguida advirtió que, a pesar de la medida, «el problema esta lejos de haber sido resuelto».

En ese sentido, apeló a la «responsabilidad ciudadana» para mantener las medidas de cuidado personal ante la posibilidad de contagios.

Con todo, Fernández puntualizó que el transporte público en el AMBA seguirá con restricciones y sólo podrá ser utilizado por personal esencial, ya que es allí donde se producen la mayor cantidad de contagios, mientras el resto de la población podrá transitar sin sus permisos de circulación.

El Presidente explicó que la decisión de que el AMBA pasé a una etapa de Dispo fue posible ante la baja de casos de coronavirus que experimentó la región en las últimas ocho semanas.

Anunció además que departamentos de diez provincias en los que hay aumento o multiplicidad de casos de coronavirus continuarán en aislamiento social, preventivo y obligatorio hasta el 29 de noviembre, algo que, sostuvo, fue pedido por los gobernadores de esos distritos.

Asimismo, reiteró que los problemas generados por la pandemia «continúan» y es necesario «seguir con los cuidados» sanitarios, tanto en contexto de aislamiento como de distanciamiento y ratificó que el Gobierno nacional seguirá «de cerca la evolución de la pandemia en todo el país».

El anuncio presidencial tuvo lugar luego de la reunión que el Presidente mantuvo en la quinta de Olivos con el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y el jefe del gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, para evaluar los alcances de la nueva fase en el área metropolitana de Buenos Aires.

En su mensaje desde la Residencia de Olivos, Fernández se mostró «satisfecho» con el logro de que «ningún porteño o bonaerense se haya visto obligado a carecer de atención médica debido a deficiencias del sistema» y valoró el trabajo «mancomunado» realizado entre la Nación, la provincia de Buenos Aires y la Ciudad en el combate contra el coronavirus.

Fernández expresó además su deseo de que «para el 29 de noviembre la Argentina esté en un proceso de distanciamiento» y que «los contagios de coronavirus y muertes sigan cediendo», a la vez que llamó a «unir esfuerzos para vacunar a los argentinos», al anunciar las medidas en el marco de la pandemia.

Las vacunas contra el Coronavirus

El Presidente dedicó parte de su mensaje para referirse a la larga charla telefónica que mantuvo esta tarde con su par de Rusia, Vladimir Putin, una conversación que -dijo- estuvo centrada en cómo «preparar» a la Argentina para la vacuna contra el coronavirus que se produce en esa nación.

Alberto Fernández aseguró que la tarea de vacunar exige «un esfuerzo» de logística y que en ese sentido está trabajando el Gobierno nacional.

Detalló que se creará «un comando con las provincias para organizar la vacunación para los argentinos», y aseguró que gracias al acuerdo con Rusia se podrá «contar prontamente» con una medicación para combatir a la Covid-19.

Con todo, aclaró que están en contacto también con «otros laboratorios», además del ruso, con el objetivo que «los argentinos puedan contar en el menor tiempo posible con la vacuna» para poder retomar sus actividades.

FUENTE: Télam

Coronavirus: Putin anunció que la vacuna rusa está lista

Vladimir Putin

Rusia desarrolló la «primera» vacuna contra el coronavirus, que otorga una «inmunidad duradera», declaró el presidente ruso Vladimir Putin durante una videoconferencia con miembros del gobierno retransmitida por la televisión.

La vacuna fue bautizada «Sputnik» en honor al satélite artificial lanzado al espacio en 1957 por la Unión Soviética, el primero en la historia.

«Esta mañana, por primera vez en el mundo, se ha registrado una vacuna contra el nuevo coronavirus»,

dijo Putin. «Sé que es bastante eficaz, que otorga una inmunidad duradera«, agregó.

El líder ruso afirmó incluso que una de sus hijas fue inoculada con la vacuna. «Una de mis hijas se aplicó esta vacuna. Creo que participó en los experimentos», dijo Putin, según la agencia Interfax, agregando que tuvo un poco de fiebre «y nada más».

«Espero que en breve podamos comenzar a producir en masa este remedio», señaló el presidente ruso durante la reunión.

Agregó que la vacunación será voluntaria, para que «lo hagan los que así lo desean».

La vacuna será distribuida el 1 de enero de 2021, según el registro nacional de medicamentos del ministerio de Salud, consultado por las agencias de prensa rusas.

La reacción de la OMS

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recibió con cautela la noticia de que Rusia registró la primera vacuna del mundo contra la covid-19. «Acelerar los progresos no debe significar poner en compromiso la seguridad», señaló en rueda de prensa el portavoz Tarik Jasarevic, quien añadió que la organización está en contacto con las autoridades rusas y de otros países para analizar los progresos de las distintas investigaciones de vacunas.

Jasarevic subrayó que la organización está entusiasmada «por la rapidez en que se están desarrollando las vacunas» y espera que algunas de ellas «se muestrenseguras y eficientes».

La vacuna rusa anunciada por Putin no figuraba entre las seis que según señaló la OMS la semana pasada estaban más avanzadas. El organismo con sede en Ginebra citó entre esas seis a tres candidatas a vacunas desarrolladas por laboratorios chinos, dos estadounidenses (de las farmacéuticas Pfizer y Moderna) y la británica desarrollada por AstraZeneca en colaboración con la Universidad de Oxford.

FUENTE: Página 12

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